Capítulo 22

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Alexia permanece echa un ovillo en la cama de cara a la pared. Ha pasado ya una semana. No ha vuelto a salir de la celda ni han venido a buscarla. Simplemente se han limitado a pasarle comida por debajo de las rejas durante cada día. Habrá vuelto a recuperar los kilos que había perdido. Se encuentra mucho mejor de salud, más fuerte, más sana con diferencia.

Ya estará al caer el reencuentro con su padre, espera que Tania cumpla con su palabra. Tiene muchas ganas de hablar con él, de pedirle perdón por el rencor que le tenía, entre otras cosas. También tiene muchas ganas de que este sufrimiento acabe y juntos vuelvan a casa a empezar de nuevo. Luego está el tema de Christian, ¿le dejarían allí sin más?

Oye que unas llaves abren silenciosamente su celda, pero no se gira. Los pasos se acercan hasta la cama en donde está tumbada. Nota que el colchón se hunde más cuando la persona se sienta a su lado. A continuación, unas manos la mecen lentamente. No la mueven con brusquedad como era esperado, como está acostumbrada a ser tratada últimamente, pero aun así no tiene intención de girarse. Estas manos tras insistir un rato la obligan a que se dé la vuelta y se encuentra de cara con Christian que la sonríe tristemente.

—Alexia, he venido a ayudarte —dice mientras le acaricia suavemente la mejilla.

—No sé que haces aquí cuando dijiste que nunca volverías a intentar ayudarme, ni nada por el estilo.

A Christian se le borra la sonrisa de la cara y quita la lágrima que resbala por la mejilla de la joven. Alexia le aparta la mano de un manotazo y vuelve a darle la espalda.

—Déjame, soy una bruja, ya sabes. Puedo volver a hacer un conjuro y hechizarte para volverte en contra de Jenny y Tania, tu familia. Por tu propio bien, no quieras que eso ocurra.

—Tú ya me hechizaste, desde la primera vez que te vi, hace diez años. No sé cómo lo has hecho, pero lo has conseguido, no puedo escapar pero ya tampoco quiero hacerlo, me has arrebatado todo mi ser, pequeña bruja —dice Christian mientras recorre su espalda con un dedo.

“Es él, ha vuelto.” Piensa Alexia con miles de lágrimas emborronándole la vista. Se vuelve a girar, pero por culpa de las lágrimas, no logra verle nítidamente. Se incorpora en la cama y sostiene su cara entre sus manos.

—Chris, eres tú.

Este atrae su cuerpo hacia él mientras vuelve a tumbarla suavemente en la cama. De repente nota sus labios pegados a los suyos propios. Esos labios que tanto ha echado de menos. Nota el corazón del chico palpitando con fuerza junto a ella, o es el suyo, o son ambos. Son uno. Vuelve a sentirse segura. Como si a partir de ese momento todo fuera a salir bien.

Lake VioletDonde viven las historias. Descúbrelo ahora