Capítulo 12

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  • Dedicated to Natalia Y.
                                    

Ha pasado ya un rato desde que están en silencio y este se está volviendo bastante incómodo para ambos que siguen igual que antes, de la mano y sin intercambiar ni una palabra entre los dos. Vale que no tengan nada que decir de ese tema pero ya ha pasado bastante tiempo. O ha pasado poco tiempo pero como siempre lo bueno parece poco y lo malo se hace eterno. Es él quien rompe el silencio.

—No quería que te compadecieras de mí, no que te callaras —él vuelve a mirarla.

Sus ojos verdosos cobran su brillo, antes apagado y la sonrisa vuelve a dibujarse en su cara, como en otras mil veces anteriores. Pero esta vez es una sonrisa más triste, como en modo de disculpa por haberse hecho esperar. Piensa que se arrepentirá de haber malgastado bastante tiempo rememorando su pasado, un cajón que ya tendría olvidado y cerrado con llave. Ella le devuelve la sonrisa, la suya es tranquilizadora. A pesar de los moratones sigue siendo hermoso. Busca un tema que poder sacar aunque rápidamente piensa que el escogido no es el mejor de los temas que podría haber sacado.

—Tranquilo, en este rato he estado pensando en la historia de antes… Ya sabes, la de la niña. Será una experiencia desagradable que te habrá quedado ahí marcado para bastante tiempo.

—Sí, que se le va a hacer. Cosas que pasan —prefiere cambiar de tema y ella lo nota.

—Pues ojala se llevasen a Jenny en vez de haberse llevado a esa pobre criatura —intenta desviar un poco el tema como puede. Parece que los resultados van según lo esperado.

—¿Conoces a Jenny? —pregunta este sorprendido.

—Algo así. Me la tragué ayer, aunque a ella no la trago, ya me entiendes—responde. Este ríe.

—Sí, Jenny no es lo que se dice, simpática, divertida, o buena persona, o agradable... En fin, la persona ideal para pasar el rato. Yo la conozco porque vino aquí hace dos semanas con sus padres. Lo que me pregunto es cómo aguanta en el campo con lo “pijilla” que es. Yo que ella me habría ido nada más llegar, no por nada, sino porque habría sido mejor para ella y para los demás.

—Seguro que en el fondo no quieres. Apuesto a que te ha estado tirando los tejos desde que ha venido.

—Ala, ¿cómo lo sabes? —dice tapándose la boca para fingir que se sorprende, mientras no se le desdibuja la sonrisa de la cara. A continuación le apoya la  mano con la que antes sostenía su mano en el hombro—. A mí ella no me interesa.

Lake VioletWhere stories live. Discover now