Capítulo 11

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- ¿Qué coño haces tu aquí? ¡Bret, la pistola, ya! - Zia sacó como pudo a Musa del coche, le cogió del cuello mientras la inmovilizaba contra el suelo. - ¡Bret! ¡Ya! - Él miraba la escena divertido unos metros más atrás.
- Parece que se nos ha colado una rata en el coche, ven aquí, ahora te vas a poner de pie y nos vas a contar que hacías ahí escondida, ¡Zia suéltala, juraría que no puede respirar!
- Está bien... - Zia se retiró un par de pasos mientras Musa se levantaba y se sacudía el polvo.
- Gracias por no matarme, ha sido todo un detalle - rió Musa sarcasticamente.
- Ahora siéntate y habla.

Mientras Zia terminaba de encender el fuego Musa les contó como había oído a Ipso decir que iba a huir y que cuando ella intentaba hacer lo mismo vió a Bret cargando todas esas cosas en el coche así que se escondió, cenaron unas barritas energéticas con trocitos de chocolate y unas manzanas y se acostaron, las dos chicas en la tienda, Bret en la puerta al lado del fuego desde donde podía mirar a Arwum, que seguía en el coche.

A la mañana siguiente continuaron el camino, por suerte estaban ya bastante cerca, los edificios habían desaparecido casi por completo, solo se veía alguna granja cada varios kilómetros, lo único en lo que Zia pensaba era en que parecía una de esas películas de miedo en las que los protagonistas se quedan tirados con el coche en mitad de la nada, cuando Musa estaba a punto de suplicar a Bret que pararan a estirar las piernas este se metió por una carretera secundaria, llena de baches y por la que parecía que no había pasado nadie en mucho tiempo.

- Es ahí detrás - dijo Bret señalando una curva.
- Por fin, estaba a punto de tirarme en marcha - añadió Musa con un resoplido.
- Oh, tranquila aun estás a tiempo de hacerlo.
- ¡Chicas basta! Si la situación es como creo más vale que aprendáis a trabajar en equipo - Bret cortó la discusión de forma tajante mientras miraba hacia la casa que había aparecido detrás de los maizales ya secos por la estación en la que estaban.

Los tres, cada uno con una impresión diferente en el rostro, miraban hacia la casa, era una cabaña de madera de dos pisos y una chimenea desvencijada, con un pequeño corral a un lado donde unas ovejas y un par de gallinas daban vueltas sin rumbo, al otro un granero repleto de cosas y un pequeño tractor en la puerta, mientras las chicas miraban a todos los lados pensando como Bret podía haberles llevado a un sitio así un hombre mayor abrió la puerta de la casa, cubierta por una mosquitera, era alto y delgado, pantalones vaqueros raidos y una vieja camiseta que parecía anunciar una carrera de coches del año 67, ó 69, no se leía muy bien.

- ¡Pollito!
- ¿Pollito? - Zia y Musa se miraron divertidas.
- ¡Abuelo! No me llames así por favor, traigo invitadas - Velkan se aproximó hacia ellos y les tendió una mano curtida por el sol y el trabajo en el campo.
- Bienvenidas, yo soy Velkan, el abuelo el Bret, ¿a quien tengo el honor de conocer? -preguntó sonriente.
- Yo soy Zia y ella es Musa... 8 y 25.
- Así que sois...
- Sí, somos de El Hogar.
- ¡Abuelo! Ven a sujetarme la puerta, tenemos un problema - gritó Bret mientras intentaba sacar a Arwum del coche.

Velkan corrió para sujetar la puerta antes de que volviera a caer sobre la espalda de Bret, cuando se dió la vuelta llevaba a Arwum en brazos, ella seguía en ese estado de inconsciencia, tenia la cabeza ligeramente ladeada y un mechón rubio le caía por medio de la frente, Bret suspiró y delicadamente se lo puso detrás de la oreja, miró a Velkan con cara de resignación y entraron dentro de la casa.

- Tenéis que ver esto, luego nos ocuparemos de la pequeña - Velkan subió el volumen del televisor donde una joven periodista daba las noticias con semblante serio.
- "Una serie de terremotos han asolado todo el pais, los científicos se encuentran consternados ya que no saben donde está el foco del seísmo, contactamos con nuestra corresponsal en Washington".
- "Gracias Leiny, como ven a mi espalda, esta ciudad se encuentra completamente desolada, la cantidad de muertos ha alcanzado las tres cifras y los heridos se cuentan por millares, el presidente ha emitido un comunicado en el que pide la evacuación absoluta de las grandes ciudades, todos los habitantes deben trasladarse al campo donde el gobierno ya ha habilitado varios campos de refugiados provisionales, devolvemos la conexión al estudio".
- No puede ser... es... es surrealista - Bret, aun sosteniendo a Arwum, fue el único capaz de hablar, los demás seguían contemplando la pantalla del televisor sin saber que decir.

Subieron a una de las habitaciones que estaba escasamente amueblada, una cama enorme, un baúl de mimbre y un escritorio lleno de papeles completaban el mobiliario, Bret dejó a Arwum sobre la cama, las otras chicas se habían quedado abajo preparando algo de comer y mientras Velkan examinaba a la pequeña, le tomó el pulso, le examinó las pupilas, midió su nivel de deshidratacion y varias cosas más, finalmente miró a Bret y se encogió de hombros, no había encontrado nada raro.

- ¡Bajad por favor! ¡Ya está puesta la mesa! - gritó Zia por el hueco de la escalera.
- Siento el desastre señor, esque no lograba encontrar la mayoría de las cosas...
- No pasa nada pequeña, hasta que sepamos que hacer esta es vuestra casa - dijo Velkan al tiempo que se sentaba en la mesa - ahora todos a comer, ya me contareis que ha pasado con más detalle cuando terminemos.

Comieron lo que habían preparado Zia y Musa, unos filetes que habían encontrado, estaban un poco duros pero dada la situación nadie se quejó, cuando terminaron Zia se ofreció a lavar los platos, mientras tanto los dos hombres explicaron a Musa de donde venía y antes de que le diera tiempo a hacer muchas preguntas Bret expuso la situación de Arwum, si había alguna manera de salvarla era con la tecnología de El Hogar, todos los ordenadores y archivos se encontraban en un bunker a 40 metros bajo el suelo, tenían que llegar allí antes de que fuera demasiado tarde.

Number 8 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora