four

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Ya había anochecido, y Tsubaki había vuelto a su forma humana. Aunque era divertido escuchar su voz cuando es un zorro, las personas te miraban de una manera extraña si hablabas con un animal.
Paseábamos por los puestos de la feria, rebosantes de dulces y comida, entre otras miles de cosas.

-Así que, ¿hay siete eves a parte de mi?-pregunté mientras arrancaba con los dedos un trozo de algodón de azúcar.

-No estoy seguro, nunca he visto los eves de dos de ellos; Ira y Gula -me respondió Tsubaki.

-Ya veo. ¿Y sabes dónde están tus hermanos?-volví a preguntar.

-Casualmente, estamos todos en la ciudad-dijo él, tranquilamente.

-¿En serio? Ya no podré salir a la calle sin pensar que hay ocho servamps por las calles-bromeé.

-Incluso habría posibilidades de encontrar uno al girar la esquina-murmuró él, deteniéndose.

-Qué exagerado-dije.

Era cierto que la feria en la que estábamos estaba llena y era un sitio turístico principal en la ciudad, pero por ello también sería casi imposible encontrarnos con un servamp.

Sin previo aviso, Tsubaki me agarró de la muñeca y echó a correr.
Zizagueamos entre las personas y cruzamos entre los puestos de comida que estaban instalados en el exterior del paseo. La luz de las farolas alcanzaba levemente a iluminar la calle en la que nos encontrábamos.

-¿Qué pasa?-dije, jadeante.

-Nada, creí haber visto a alguien...-me respondió sonriendo.

-Te recomiendo que para la próxima vez, hagas como si miraras tu móvil. Es efectivo.

-No creo que sea el tipo de persona que se pueda distraer con un teléfono-dijo, encogiéndose de hombros.

-Bueno...-comencé a decir, pero me detuve cuando noté algo moviéndose sobre mi hombro.

Un sonido bífido sonó junto a mi oreja, y miré fugazmente a Tsubaki, que tenía el ceño fruncido.
Ladeé la cabeza, para encontarme con una serpiente negra que parte de ella ya reptaba por mi brazo.
Ahogué un grito en mi garganta e intenté moverme, pero mi cuerpo no respondía.

-Oh vaya, vaya, a quién tenemos aquí...-escuché una voz tras de mí.

-Mikuni...-dijo Tsubaki con una expresión divertida en la voz.

¿Acaso era la persona de la que había huído antes? ¿Sería un servamp?

-¿Qué te trae por aquí?-habló Tsubaki otra vez.

-Eso debería preguntarte yo a ti-respondió el desconocido, Mikuni.

Mis ojos seguían fijos en la serpiente, que seguía bajando, ahora por mi pierna. Con el rabillo del ojo, vi a Mikuni, que pasaba a mi lado.
No sabría describir el motivo de su vestimenta, llevaba una gran mochila e incluso um sombrero de vaquero sobre su pelo rubio.
Su mirada ambarina se fijó en mi pierna, dónde se encontraba el reptil.

-Por Dios, Jeje, te he dicho mil veces que no puedes tocar así a las personas-dijo, con una extraña preocupación-Porfavor, discúlpalo.

Yo asentí levemente y me alejé en dirección a Tsubaki en cuanto fui libre de aquella serpiente.

-Sólo venía a acompañarla a ella-dijo Tsubaki.

-A tu eve-afirmó Mikuni, mientras sacaba algo de su mochila.

Un escalofrío me recorrió. Al final Mikuni si tenía algo que ver con el mundo de Tsubaki. Por eso había reaccionado así, cuando lo vio, y cuando me avisó de que los podíamos encontrarlos en cualquier lugar.

-¿Tu eres... un servamp?-pregunté.

El rubio me miró y comenzó a reirse.

-¿Yo? Que va, que va, yo soy el eve. El servamp es ese de ahí-me respondió, señalando a la serpiente negra, con una cruz dorada tras la cabeza.

Ciertamente, no había pensado en encontrarlo en su otra forma.

-Mikuni Alicein, eve del servamp de la Envidia-se presentó, estrechando mi mano.

-Ruchia Misaki-respondí, mirando extrañada su otra mano, en la que sostenía una muñeca de trapo-¿qué es eso?

-¡No mires lujuriosamente a mi Abel!-chilló él a punto de entrar en histeria.

Mi expresión se volvió aún más extrañada, y mi cabeza se llenó de confusión.

-¿Qué?-fue lo único que logré decir.

-Bueno, Mikuni, ha sido un placer volver a verte-interfirió Tsubaki con un tono visiblemente falso-pero nos tenemos que ir.

Y sin más, me volvió a agarrar y empezó a andar hacia el lado contrario de Mikuni.

-Apuesto a que ni siquiera le has contado sobre el arma-dijo Mikuni, que parecía más calmado.

-¿El arma?-le pregunté a Tsubaki, que miraba al frente con semblante serio, pero no recibí contestación.

-Todo eve tiene acceso a un arma, ya sabes, para defenderse de los subclases...-me respondió el eve, alcanzando nuestra posición.

Defenderse de... ¿qué?
Me aterró la idea de que algo pudiese atacarme, además, de tener que llevar un arma.

-¿Subclases?-busqué explicaciones.

-¿No le has contado sobre eso tampoco?

-Ni siquiera es mi eve-fue lo único que respondió Tsubaki.

Era cierto. Aún no había decidido si aceptar hacer el trato con Tsubaki.
Había que decir que esa nueva información no favorecía demasiado. Aunque Tsubaki me aseguró que me protegería.

Mikuni parpadeó sorprendido.

-¿No ha aceptado?-luego me miró a mi -¿no has aceptado?

-No es de tu incumbencia-dijo Tsubaki, dando por finalizada la conversación y aumentando la velocidad.

El eve de Envidia se detuvo, quedándose atrás.

-Adiós, Ruchia. Si me necesitas, podrás encontarme aquí-se despidió, tendiéndome una tarjeta.

Y sin más, se giró, internándose en la oscuridad de otra calle.
Juraría, que en ese momento, lo vi con una silueta alta a su lado que antes no había estado aquí.

Negando con la cabeza, corrí para unirme a Tsubaki.

-Si quieres hacer el trato, tendrás que contarme muchas cosas-exigí-Empezando por lo de los subclases.

Tsubaki me dedicó una mirada que no supe descifrar.

-Está bien-cedió él-, vamos.

-¿A dónde?

-¿No quieres saber sobre los subclases? No te lo contaré, te los mostraré-dijo Tsubaki, señalando a un alto edificio que destacaba en la ciudad.

MY MELANCHOLY ─ SERVAMP。Where stories live. Discover now