8.- "La cabaña del Duende"

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El resto de la semana pasó muy rápido y no hice gran cosa, asistía a mis clases y al final me iba hacia la hermandad, el viernes por la tarde salí con Dina al cine y también iba Marcus, creo ellos están quedando o algo así porque siempre se la pasan juntos, había invitado a Guill porque ya no lo había visto y quería pasar tiempo con él, como cuando íbamos en la preparatoria. Como no nos tocó en los mismos grupos casi no logro verlo por los pasillos, se ha hecho nuevos amigos y no me agradan porque casualmente son los que aquella vez molestaron a Sam en clase, creo que son bastante malos hablando en cuanto a inteligencia porque van en casi todas las clases con él excepto literatura esa la toman conmigo, y casi todas sus clases son de primer grado, no quiero que influyan en él y creo lo están haciendo porque en cuanto le dije que saliéramos me ha dicho que no.
—Luca, te hemos preguntado qué a que función entramos...
—Lo siento chicos estaba un poco ido. Pero entremos a la que este más pronto.


Cuando compraron los boletos, fui al cajero a retirar un poco de dinero que me habían depositado mis padres, yo iba a invitar las palomitas y esas cosas, y juro que creí ver a Paula, llevaba tiempo que no sabía de ella y aunque casi no hablaba del tema le seguía pensando en ocasiones. Busqué por los locales de la plaza pero no la vi, regresé al cine y me reuní con los chicos para ir a comprar la comida antes de entrar.


La película estuvo entretenida pero no logré ponerle mucha atención, ¿Si era Paula? Y en caso de si ser, ¿Que estaría haciendo aquí?, creo que nunca lo sabré, pensé, después de salir de la función eran como las 8 de la noche y dijeron que fuéramos por un café y un pastelillo, acepté, creí que íbamos a ir al Starbucks que estaba en la plaza pero dijeron que a unas cuadras del jardín estaba una cafetería llamada "La cabaña del duende" y que el hermano de Marcus se las había recomendado, fuimos y yo seguía pensando en que había visto a Paula, hasta que llegamos a la cafetería, no me había sonado el nombre y no sabía dónde se ubicaba exactamente, pero era, casualmente, donde trabajaba Sam, aquel día que salí a caminar di tantas vueltas que estaba muy desubicado y no supe bien donde se encontraba la cafetería.

Entramos y fuimos directamente a una mesa, mientras esperamos a que alguien nos atendiera, Marcus nos estaba platicando que planeaba inscribirse al equipo de fútbol, que las inscripciones iniciaban el próximo mes y que el lunes iba a comenzar los entrenamientos para poder hacer audición para entrar al equipo.

—¿Puedo tomar sus órdenes, chicos?— Dijo Sam, inmediatamente noté que estaba un poco alegre, tal vez debía ser culpa de trabajo, ya que a nadie le gustaría ir a un lugar donde lo trataran mal.

Sam no dejaba de verme, lo había notado y me había puesto un poco nervioso, me sentía extraño, pero me alegraba ver a Sam un poco alegre.

— ¡Sam!— Dijo Dina, sonriendo ampliamente, —íbamos a invitarte, pero Luca nos ha dicho que trabajas aquí que no podrías acompañarnos.

Creo que fue extraño la manera en que lo tomó, por la cara que hizo Sam, pues solo habíamos hablado con él un par de veces en clases y a la única vez que me había ido con el de camino a su trabajo. —Descuiden— Se limitó a decir.

—Te podríamos encargar tres frappes mocca y dos pasteles de chocolate y uno de zanahoria, Sam, por favor. — Dije sonriendo le.

—Claro chicos, enseguida se los traigo. — Dijo y se retiró.

—Este mes me quedaré diario hasta las seis de la tarde para los entrenamientos. — Marcus no paraba de hablar sobre unirse al equipo de fútbol, de los entrenamientos y de que tendría que organizarse para poder tener buenas notas en todas sus materias o de lo contrario aunque lograra entrar no podría unirse al equipo porque llevar buenas notas era un requisito.

—Yo me ausentare desde el viernes de la otra semana chicos, es la boda de mi prima y me ha pedido ser su dama de honor.

—Genial. — Dijimos Marcus y yo.

—Yo creo que me quedaré en la hermandad con los chicos, aún estoy pensando que día iré a casa a visitar a mis padres. 

De pronto se acercó Sam con una charola llena de todo lo que habíamos pedido, los repartió en la mesa y se retiró sin decir nada, solo dándonos una sonrisa. El resto de tiempo que estuvimos ahí nos la pasamos hablando de todo y nada a vez, cosas sin importancia, y yo, yo no dejaba de ver a Sam, sé que sonará algo enfermo, si lo vez de esa manera, pero había algo en él que no sabría explicarlo, tal vez era...

—Vamos viejo, deja de ver a Sam pareciera que te gusta. — Dijo Marcus riéndose, Dina se río también y yo por no desencajar me reí también, mi risa era más de nervios que otra cosa.

Jamás me había puesto a pensar en eso, pero era imposible, hace prácticamente unas semanas yo tenía novia, era imposible, deseche esa idea de mi cabeza... rápido.

— ¡Ja! Estás loco hermano. 

—Broma, broma... Oye nos tenemos que ir, ya es tarde y llevaré a Dina a su casa y de ahí me iré a la mía, te dejamos para que pagues la cuenta, ¿va?— Después se acercó y me dijo en el oído que estaba haciendo puntos con Dina porque era una niña muy linda y que de verdad le gustaba, por lo que no me opuse y le guiñe el ojo a Marcus. — Te vemos el lunes en clase. Cuídate y bonito fin. —

—Nos vemos Luca.— Dijo Dina, me dio un beso en el cachete y salieron los dos de la cafetería.

—Claro, los veo el lunes, chicos. Con cuidado. — Dije y les sonreí.



Me quedé un rato más ahí en la cafetería mientras terminaba mi rebanada de pastel de zanahoria, en eso regreso Sam y me preguntó que si podía recoger los platos que había en la mesa, a lo que asentí enseguida. Ya iban a cerrar la cafetería y yo aún no terminada, la verdad es que como muy lento. Justo terminé cuando iban a cerrar. Creo que aquellas personas que trabajaban con Sam lo trataban muy bien porque incluso se veía contento. Eso me alegraba, me alegraba mucho por él.

Pague la cuenta y no vi a Sam por ningún lado, así que simplemente me fui. Era tarde ya, y estaba fresco allá afuera, únicamente llevaba unos jeans negros y una camisa roja con cuadros negros, y mis vans. Se podía sentir frío ya, deseaba haber llevado un suéter, pero no, siempre me daba mucha flojera estar cargándolos todo el día. Me fui caminando a casa, no quedaba muy lejos, iba ya a media cuadra y de repente una voz a mi espalda me hizo voltear.

—Espera Luca, ¿Puedo irme contigo?— Era Sam, que venía corriendo para alcanzarme. Me detuve, sonreí y volteé hacía él, y mi corazón empezó a latir con mucha fuerza.


Después del VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora