9.- Si, Me gusta Sam

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*Esa noche fue de las mejores de mi vida.*

—Hola, pensé que ya no te alcanzaba. 

—Pensé que aún no saldrías por eso me he venido antes y pensaba esperarte, ya sabes porque vivimos en el mismo lugar. —Dije un poco tímido.

—Pensaba decirte lo mismo, ya sabes porque vivimos en el mismo lugar.—Logré notar que estaba un poco nervioso.

—Pues andando que aún nos queda camino y ya es algo tarde.— Traté de apresurar el paso pero Sam no me seguía el ritmo, así que me di la vuelta y me paré justo enfrente de él y le pregunté que si estaba todo en orden... nunca se sabe con alguien a quien aún no conoces realmente.

—Se lo que te contó Adam...— Me lo soltó así, sin más, sin rodeos.

—¿Quién te lo ha dicho?

—Él mismo, me ha dicho que han estado platicando de mí y no me agradaría que se comiencen a formar nuevos rumores, si ya bastante ha pasado para que vuelva de nuevo todo, creo que ya están calmándose las cosas ahorita en la universidad.

—¿Calmándose?— lo interrumpí—¿A qué te refieres con calmándose? Si todos te tratan como basura...

—¿Basura? disculpa pero no tienes ni idea de lo que hablas.—Me lo dijo en tono alterado, se empezaba a molestar y era lo que menos quería.

—Lo siento, no quería decir eso.—Traté de remendar mi error, gritando poder hacerlo.—Mira no planeo herirte, de verdad es lo que menos quiero, quiero ayudarte, ser tu amigo y que puedas confiar en mí.

Vi como por sus mejillas resbalaba una lágrima, y aunque estábamos a oscuras, iluminados solo por la débil luz de la luna, noté que me sonreía, a mí y en ese momento comprendí, que en efecto, como lo había dicho Marcus en la cafetería me comenzaba a gustar Sam. —Tranquilo —Le susurré.

Seguimos caminando y al llegar al jardín, nos sentamos en una de las bancas, aun había gente caminando por ahí. Comenzó a contarme su historia, en ese momento me sentía un poco culpable, como si lo estuviera obligando a contarme su vida, obligando lo a recordar aquello tan duro para él. Cambiaron tantos detalles a como había contado Adam, por fin lo estaba conociendo, por fin sabía quién era Sam. 

Creo que al terminar ambos estábamos llorando, y sin pensarlo lo abracé, tratando de que como mi abrazo se pudieran juntar todos los pedazos de su alma, como si con mi abrazo le asegurará que todo iba a estar mejor, yo no me iría como lo hicieron sus "amigos", yo no le daría la espalda, yo no lo haría. —Jamás te defraudaré, Sam. Jamás. —Le dije en medio del abrazo.

—Gracias.—Me dijo sin más.

Quería que en ese momento se detuviera el tiempo y solo nos dejará a nosotros. Era nuestro momento especial, donde dos almas por fin se conectan, donde después de estar toda una vida separadas una de la otra por fin se conocen, deseaba tanto eso, que el tiempo fuera nuestro para poder detenerlo y quedarnos así, abrazados. Pero sabía que el tiempo no se detiene por nadie y solamente sigue su curso.

—¡Hey! ¿Qué están haciendo ustedes dos?—Dijo un policía que deambulaba por ahí dando sus rondas de vigilancia. 

Sam y yo nos separamos, noté que Sam estaba limpiándose las lágrimas, —Nada, solo platicamos—contesté. 

Ese policía había arruinado aquel momento, nuestro momento.

—Ya es tarde para que dos jóvenes anden afuera tan tarde.—Dijo el hombre de uniforme señalando hacia nosotros con una linterna.
—Sí, ya estábamos por irnos, gracias por preocuparse. —Dije el tono serio y solo observé como se retiraba.
—Deberíamos irnos Sam, aún falta camino por recorrer y ya es tarde.—Le dije al mismo tiempo que le daba la mano para levantarle.

Cuando íbamos ya de regreso a casa creo que Sam se sentía más en confianza, comenzó a hacerme preguntas sobre mí, sobre de donde era, y ese tipo de preguntas las cuales darían un poco de información personal que le ayudara a conocerme más.
—¿Entonces tenías novia antes de entrar aquí?
—Sí, tenía, pero algo pasó porque de un día a otro comenzó a comportarse de una manera muy extraña, ya no hablábamos, ya no salíamos, cuando iba a su casa no podía estar conmigo por cualquier motivo y justo el día que entregaron los resultados del examen de admisión me terminó, así sin más. Yo la quería mucho, llevábamos tiempo saliendo y siempre fue muy linda conmigo y con mis amigos, nunca supe que rayos pasó, fue muy extraño. Después tuve que venirme a buscar casa para la universidad, ya no pude verla para aclarar las cosas. Y ahora creo que ya es en vano, ya pasó tiempo y creo ya no puedo cambiar nada.

—Que mal. Me refiero a que de la nada cambió, pero ánimo.  

—Estoy bien, creo que no me afectó de la manera que esperaba, ya lo estoy superando.—Dije y sonreí al ver que Sam estaba mirándome fijamente al mismo tiempo que él también sonreía.  — Hemos llegado. 

La hermandad se encontraba ya cruzando la calle, cuando llegamos Sam me invitó a su cuarto, dijo que si gustaba podríamos ver una película o seguir platicando, acepté, al fin y al cabo al día siguiente no había escuela y podía levantarme tarde, además como ya lo había mencionado antes no podía dormir.
Entramos y pude conocer otra parte de Sam, su habitación, su mundo, una parte de él. Todo estaba muy ordenado y limpió, muy contrario a como solía ser yo de costumbre. A pesar que la señora Rosita le rentaba el sótano, no tenía nada que ver a como yo me lo había imaginado, a un precio más barato que las demás habitaciones de la casa este era mucho más grande incluso Sam lo había adaptado con una pequeña cocina y una muy pequeña sala. 

—Es muy bonito este lugar, realmente se siente como un hogar. —Dije mientras seguía observando los detalles. 

—Es mi hogar, Luca, aparte de esto no tengo más a donde ir, me he esforzado mucho para poder sentirlo propio, para sentirme en casa, y lo he logrado.—  Se dirigió a la salita que había y prendió la televisión buscando algo entretenido para ver, yo lo seguí y me senté a su lado en el sillón.

Estaba una película, sobre una chica a la cual le hacían bullying en la escuela por ser la amiga fea de su grupo de amigas, y después ella se harta y le pide ayuda a su vecino quien era uno de los que también la molestaba, al final a ella le dejan de importar los comentarios que las personas hacían sobre ella y con su seguridad logró muchas cosas, sentirse mejor ella misma e incluso tener novio, The Duff se llama la película,


Sam dijo que era una de sus favoritas porque decía que tenía un gran mensaje, con confianza no importa lo que digan los demás, aunque dijo que era una lástima que él no aplicará lo que enseñaba esa película. Dijo que ya estaba cansando de que lo molestaran en la universidad, pero que no lograba tener el valor de enfrentarse a todos.

—Puedo ayudarte, Sam. —Dije ofreciéndole mi ayuda.
—No, esto es algo que necesito hacer por mí mismo, solo necesito tiempo, mucho tiempo —Dijo en voz lenta y cerrando los ojos—pero sé que lo haré.

Ahora si en definitiva era muy tarde me levante del sillón y me despedí de él y él se despidió de mí, no quería hacerlo, no quería irme pero tenía que dormir y no me sentía con la confianza aun para pedirle posada a Sam esta noche, me dirigí a la puerta, la abrí pero antes de retirarme volteé y le pregunté.
- ¿Trabajas mañana?- Dije titubeando.
-No, mañana es mi descanso. - Me contestó Sam.
<<Genial>> Pensé, - ¿Te gustaría ir a dar la vuelta entonces?- Le pregunté rogando que la respuesta fiera un sí.
-Seguro, Luca. - Dijo.
-Perfecto, hasta mañana. - Dije y salí de la habitación de Sam, no pude ocultar mi sonrisa, porque mañana seria como una cita para mí aunque él no lo supiera.

Después del VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora