「d i e c i s é i s 」

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Se besaron lánguidamente. Los dos sabían a pasta de dientes. Después, se miraron y casi les otra vez la risa. Estaban avergonzados como niños que se gustan demasiado.

—Esto del challenge no ha sido buena idea.

Habían pasado meses, y la habitación de Sanji siempre había sido su punto de encuentro. Ponían música en el tocadiscos, a veces el rubio cantaba mientras Zoro husmeaba entre sus pertenencias, veían la tele, jugaban a cualquier tontería y hacían récord de piques.

—Zeff estará preparando el desayuno.

Desayuno. Por las mañanas.
Por las mañanas. De día.
De día. Toda la noche haciendo el canelo.

—Es de día —murmuró Sanji, y creyó que iba a vomitar.

Zoro se sentó. Se había quedado blanco.

—¿De verdad nos hemos pasado toda la noche despiertos?

—PorEnelporEnelporEnel.

—¿Salgo por la ventana? —Sanji le detuvo a tiempo.

—¡No! —escrutó a su alrededor, moviendo sus piernas con nerviosísmo— Ten, coge estos libros. Hazte el cansado y... Di que ya hemos terminado el trabajo que tenemos que entregar el lunes.

Se vistieron de manera apresurada. Mientras Sanji se abrochaba los botones de la camisa le metió prisa:

—¿Estás preparado ya?

—Yo siempre estoy preparado —y al decirlo, el rubio arqueó su ceja.

.

—Hemos perdido la noción del tiempo. No es culpa nuestra, sino del trabajo.

Ha aparecido Libe, y luego Zeff. Sanji le dice:

—Él no tiene la culpa.

Pero Zeff no escucha. Sigue mirando a Zoro por encima de la cabeza del rubio.

—Yo me largaría de aquí de estar en tu lugar, hijo.

—Entonces, hasta más que ver, señor... —estiró la mano. Al no recibir respuesta, se rascó la nunca avergonzado— Bueno, Sanji —su voz recuperó su color—, entonces te devuelvo el pendrive cuando se lo hayamos entregado.

Salió por la puerta. Ahora, milagrito si nadie salía herido de aquí.

—¿Sabes los problemas de estás causando? ¿Tienes idea de quién es?

—De hecho...

—¿De esto se trata? —preguntó a Sanji— ¿Estás teniendo una relación con ese chico?

—¡No, no! Solo somos compañeros de clase.

—Toda la noche solos en vuestra habitación.

—Ayer no pudiste leerme un cuento —añadió Libe, moviendo sus finas manitas.

—Son por los trabajos. Los profesores nos asignan a una pareja.

—No te hagas el listo conmigo, mocoso de mierda. Si estás teniendo algo con ese chico —un escalofrío recorrió toda su espina dorsal—, más vale que yo lo sepa.

—No sé por qué te has molestado. Normalmente te trae sin cuidado todo lo que tenga que ver conmigo.

El viejo se puso tenso de furia. Era bastante grande, tenía esa masa muscular fruto de una buena juventud y estado físico; llevaba una barba y un peinado tan raro en ella que ni lo parecía; y una pata de palo como prótesis.

—Lo siento —se disculpó de inmediato.

—Trataste de matarte. Dos veces. ¿Crees que no me preocuparía de alguien que ha intentado quitarse la vida en dos condenadas ocasiones?

El orden del caos 「Zosan - One Piece」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora