「d o s」

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Alessia Cara - Here

¡Bienvenido al boulevard de los corazones rotos!

Zoro

Lo que sientes cuando te rompen el corazón son dos cosas: dolor, y luego, nada.

Un dolor como el de todo el peso de tu alma a la altura de tus pies, después, algo tan profundo e interminable como el vacío.

Vacío como todos los vasos desperdigados por la alfombra. Hay adolescentes supongo que dormidos a mí al rededor, vestidos como indigentes.

Un inaudible martilleo aporrea mi cabeza con tanta fuerza que duele, como una alarma antiincendios.

Me levanto del suelo y trato de hacer memoria: Luffy y Rebecca convenciéndome de venir a una fiesta, vasos rojos, botellas, gritos, papel higiénico... La típica fiesta a lo Proyecto X solo que más pequeña y cutre en un barrio de Bristol.

Me planteo buscar a Luffy y Rebecca, fijos que dormidos en alguna esquina cualquiera de la casa, -espero que solos- pero después pienso que el terrible dolor de cabeza que llevo encima tendría más posibilidades de aumentar con ellos.

Salgo por la puerta trasera, atravieso el jardín y me quedo en la acera.

No hay nadie que me pueda llevar en coche. Sacó el teléfono del bolsillo trasero y busco mi calle en Google Maps, pero las indicaciones son una mierda y lo único que le falta a mí salud mental es que me mande a Long Ashton a las seis de la mañana.

Así que comienzo a caminar.

Podría
1) Ir en la dirección correcta, por lo tanto perderme, que eso le pasa el rebote a... 2) ir en la dirección errónea, por lo tanto volver a perderme y encontrar mi casa.

Creo que esto me describe bastante bien. Soy como un GPS, solo que borracho.

Después de muchas vueltas llego a un barrio llamado Easton. Mi calle; Lawrence Hill, esta a dos manzanas, así que me relajo un poco.
Reduzco un poco más el paso cuando llego al parque que hay al lado de mi casa, y justo en frente, The Lock (un antro encajonado entre una fábrica y un edificio).

Cuando me acerco a la puerta comienzo a ponerme nervioso, porque puedo imaginarme a Kuina cabreada gritando como una madre a ver que horas eran estas de llegar, así que decidió esperar a que se vaya a sus clases de espada antes de entrar.

Me siento en uno de los bancos del parque, pero hace tanto frío que este paso se me van a congelar las pelotas. No es que ahora las vaya a utilizar para nada, pero por si acaso, prefiero conservarlas.

No quiero entrar al bar porque la tentación existe, pero cualquier cosa es mejor que estar en pleno invierno en el centro de Bristol.

Empujo la puerta y entro al local iluminado con fluorescentes.

Makino me saluda.

-¿Qué te pongo? -pregunta al otro lado de la barra.

No contesto hasta que me siento en uno de los taburetes.

-Un café. -decido a una velocidad supersónica, como un escudo para no pedir lo que realmente quiero.

Una luz amarillenta baña toda la vacía estancia, y el silencio desaparece cuando Makino pone a Lynyrd Skynyrd a sonar en la maquina de discos.

-Le he echado mucho azúcar. Es mejor para la resaca. -desliza el vaso hasta donde mí y me giña un ojo.

Bebo del café. Hostia. Es fantástico.

-¿Algo nuevo? -pregunto tras un sorbo.

Suspira, se apoya en la barra con un brazo y se lleva el otro a la cintura.

-Los Donquixote se mudan en primavera a Iwota y Paulie a dejado las drogas.

-Vaya. -digo sorprendido. -Me alegro. Por ambas cosas.

-Yo también. ¿Tú que tal?

-Bueno. -respondo. -Lo he dejado con Nami.

-¿Qué tal estás?

-Creo que quiero otro café.

Makino asiente y desaparece por una puerta. Me arrepiento de no haber pedido alcohol otra vez, porque ahora me apetece mucho más.

Oigo el tintineo de las campanillas, me giró y veo que entra un chico.
Alto, pero más bajito que yo, con un enorme ojo azul, mientras que el otro lo cubre su pelo rubio

En ese preciso instante sale Makino con una nueva y humeante taza de café.

El chico camina hacia la mesa que esta junto a la ventana, saca un cigarrillo de su cajetilla y comienza a fumar.

Y vaya, lo hace increíblemente rápido.

Sanji ☁

En estos momentos me siento como Alessia Cara y la puta canción de Here.

¿Qué hago aquí?

Pero creo que algo que debo preguntarme y aún no lo he hecho es:

¿Por qué haces caso a Viví?

Está sentada en el sofá charlando con otras chicas. Creía que me lo iba a pasar bien porque venía con ella, pero ahora me doy cuenta de que prefiero estar en casa.

Estoy, literalmente, bajo una nube da marihuana mientras que el tío que está a mí lado no para de gritar, casi sobrepasando el volumen de la música.

También me han roto el corazón, pero creo que antes debería advertirte de que:

1- No ha habido drama.
2- Ni hemos hablado.

El hecho de que haya venido aquí tiene un nombre: Nami.

Primero la veo hablando animadamente con sus amigas, todas congregadas en el frigorífico.
Luego vuelvo, esperando la oportunidad de volver a verla, esta vez sola para mí, y todo para ser testigo de como se enrolla con un tío al lado de la tostadora.

Jamás en la vida me ha dolido tanto algo. Ni una ruptura, ni la muerte de mis padres, ni siquiera Siempre a tu lado, Hachiko.

Estoy tan cabreado que me levanto de sopetón del sofá. Viví ni me pregunta a donde voy, cosa que me cabrea todavía más.

Es como si me estuviese muriendo y a nadie le importase.

Y mi corazón esta roto, pero parece ser que el tiempo no va a detenerse para que lo arregle, así que no camino hacia casa, si no hacia un bar.

Es un antro de madera con un letrero iluminado al que le falta una H. Aún así entró.

Necesito fumar, y cuando mi corazón está más roto que de costumbre, suelo hacerlo.
Por eso mismo nunca dejaras de verme con un cigarrillo en la boca.

Libe tenia razón: Los cigarrillos y el amor sirven para lo mismo; para quitar el hambre, el sueño, y matarnos lentamente.

El orden del caos 「Zosan - One Piece」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora