「d o c e」

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El Amor es como el rayo:
no se sabe donde cae, hasta que ha caído

Henri Lacordaire

Vivi escuchaba el teléfono móvil sonando de fondo, pero no pensaba cogerlo. Estaba tumbada boca abajo en la cama. Seguía dándole vueltas a lo de Luffy, pero ese canijo parecía estar muy colgado de Law, y por el momento, no tenia intención de soltarse.

Y por otro lado estaba la pelirroja. Vivi hacia como que no captaba las fichas, cuando en realidad sabia de sobra que su mejor amiga estaba enamorada de ella.

Pero... ¿que podía hacer? Una persona no elige de quien se encapricha, simplemente ocurre un día y es inevitable.

Nami estaba fastidiada porque iba contra natura que ella soportara aquellas cosas de nadie. Siempre había tenido a millones de chicos a sus pies, pero eso de solamente querer a tu amiga era algo muy diferente.

Aquella mañana la peliazul se presentó a clase con una coleta floja, un jersey holgado y unos pantalones bombachos. Sus ojeras tamaño oversize superaban con creces a las de Law, aunque no creyó que Luffy se fuese a fijar en ella por eso.

-Buenos días -le contestó Zoro. Tenia el mismo aspecto de zombie que ella, el pelo revuelto y la camisa con los botones mal atados.

-Buenos días -le respondió en el mismo tono cansado. Como ahora tocaba Lengua, aprovechó para sentarse a su lado.

-¿Mala noche?-le preguntó el peliverde recostándose contra el respaldo de la silla.

-Me temo que tú también -rió Vivi.

Zoro suspiró e hizo un amago por sonreír.

-Ayer quedé con rubia de bote y no se digno en aparecer.

-¿Te refieres a Sanji? ¿Desde cuando sois amigos?

Amigos.

-Desde... No lo sé. Creo que hemos dejado de serlo.

-¿Por qué? -preguntó Vivi abriendo su libro por la pagina 114.

-Porque nos besamos.

.

Al final de la mañana la pareja de amigos se refugió en un restaurante para hablar del tema. Vivi se dio cuenta de que estaba siempre demasiado accesible y además, ser la bomba, la chica abierta, la que siempre está motivada, no era especialmente bueno en aquella situación, pero Sanji era su mejor amigo y Zoro necesitaba su ayuda.

Ella se había puesto un poco de maquillaje y se había peinado con un mínimo esmero, al igual que el peliverde, que llevaba la camisa bien atada.

Zoro comía a manos llenas. La verdad, eso le preocupó a Vivi. Le daba miedo que estuviera tratando de llenar un vacío... de matar con la comida la ansiedad que le producía su situación sentimental, como otras tantas veces había hecho ella.

-¿Tienes miedo de que hayas perdido a Sanji? Traga el pan. Te vas a ahogar. Ya sabes como es... A lo mejor le pilló por sorpresa.

-Me besó también. Tenia miedo de que me hubiese arrepentido, pero creo que ha sido él quien lo ha hecho...

-No lo sé, Zoro. Hace mucho que Sanji no me cuenta nada.

-Creo que tiene cosas mejores que hacer que perder el tiempo conmigo -dijo Zoro removiendo a desgana la ensalada.

-No seas así de negativo. Ya verás como tiene una explicación para el plantón de ayer.

-Eso espero. A lo que voy es... ¿esto no tendrá nada que ver con lo enamorado que esta Luffy de Law, verdad?

-No quiero hablar de eso -murmuró Vivi, triste.

-Me alegro, porque de lo contrario me vería obligado a explicarte que si piensas que Luffy va a quererte o desearte más por maquillarte como una puerta o calzarte unos tacones, a lo mejor eres tú la que esta equivocada.

Y ambos se callaron y siguieron comiendo. Ninguno de los dos estaba bien y sin embargo no quisieron ahondar en el tema por miedo a hacerlo real. Mientras callaran no existirían los problemas; ni Zoro abría perdido a Sanji, ni Vivi se sentiría asqueada y rechazada.

.

Sanji se fumaba un cigarrillo en el porche de su puerta. Estaba triste, nada raro por su parte, pero esta vez no era por ninguna chica. Libe no había vuelto a casa y por ello tuvo que dejar solo a cabeza de alga. Tenia muchas ganas de ir con él, pero la ausencia de su hermanita había hecho que perdiese los nervios otra vez. Ella era su única familia.

Nami llevaba una mochila muy grande a sus espaldas. Trotó hasta la puerta de su jardín y la abrió desde fuera.

-¿Ya estas mejor? -le preguntó el rubio.

Nami asintió con la cabeza, sonriendo sin enseñar los dientes.

-¿Que llevas ahí?

-¡Ah! Cosas.

Menudo misterio de chica.

-Por cierto, gracias por llevarme a casa anoche.

-Da igual.

No, no daba igual. Debería haber estado con Zoro aquella noche. Nami, al fijarse en la expresión del rubio, rodeo su mano con la suya en un gesto de afecto.

-¿Todo bien?

Él negó con la cabeza como un niño pequeño.

-Ayer deje a Zoro plantado -explicó cabizbajo.

-¿Esta enfadado? -preguntó Nami. Agradeció que no le extrañase que ahora fuesen amigos ni que quedasen juntos.

-Lo mas seguro.

-¿Sabes? -comenzó Vivi cuando se terminaron la comida.

Sanji alzó la cabeza con los ojos llorosos.

-Mi madre siempre me contaba este cuento cada vez que me enfadaba con Vivi -dijo Nami mirando al cielo.

Zoro no entendía muy bien de que iba aquello.

-Eran dos amigas. A una de ellas la acababan de comprar un bonito y flamante vestido rosa. La niña del pelo verde estaba feliz con su nuevo vestido hasta que apareció su amiga rubia.

-La niña rubia se enamoró inmediatamente del vestido, -continuó Nami- así que su amiga del pelo verde decidió dejárselo por un día con tal de que no se lo manchase.

-Pero la niña rubia no tuvo cuidado y le manchó el vestido a su amiga jugando con los charcos de barro -susurró Vivi apenada.

Sanji entendió que el era la niña rubia y que había traicionado a la niña del pelo verde. Sonrió con amargura.

-La otra niña, colérica, decidió no confiar mas en su amiga, pero entonces apareció su madre.

-¿Y que le dijo? -preguntó Zoro.

-Ella le dijo que había que dejar que el barro se secara, porque después seria mas fácil quitar la mancha.

El orden del caos 「Zosan - One Piece」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora