La voz

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- No lo es- dijo una voz algo ronca en su cabeza, como la de un abuelo que cuenta sus anécdotas a sus nietos.

El niño corrió y se ocultó bajo sus sábanas otra vez -¿Qui-quién eres?- preguntó con voz temblorosa.

- Un amigo si quieres verlo así, vengo a proponerte un trato, no debes tener miedo- contestó la voz con el más dulce tono paternal.

- Se-se supone... que no-no debo hablar con extraños- dijo mientras se aferraba a su almohada con fuerza.

- pensé que querías vivir, juraría que te oí decir eso, si fuera a hacerte daño ya lo habría hecho, quieres vivir ¿no es así?, pues yo te daré el poder que necesitas para lograrlo.

- ¿pe-pero por-por qué?- el niño empezó a sentir curiosidad por la propuesta.

- Porque puedo y porque tú lo deseas, lo deseas desde el día en que tu abuela murió, pero sobre todo lo deseas lo suficiente como para pedirlo al borde de la muerte, tranquilo hijo, yo estoy aquí para cuidarte- la voz del anciano estaba llena de una paciencia infinita.

- o-ok pero... ¿qué pedirás a cambio? dijiste que era un tra-trato - el chico se sentía con un poco más de confianza, la voz no sonaba amenazadora, aun así, él estaba alerta.

- eres un chico astuto ¿no? pues sólo te pediré una cosa, te pediré un favor pero cuando yo lo necesite, te daré el poder que deseas. Quieres vivir, y para hacerlo solo hay algo que importa, una razón, con el tiempo te daré una razón, nunca más volverás a tener miedo mientras yo esté contigo.

El niño salió de las sábanas esperando ver a su benefactor, sentía como la esperanza crecía sobre el miedo, al fin tendría una oportunidad para vivir sin miedo al monstruo.- Me parece... me parece bien ¿Qué debo hacer?- el chico sintió un fuerte dolor de cabeza tras pronunciar estas palabras.

- Nada, ya lo acabas de hacer- dijo la voz en su cabeza aunque esta vez no sonaba como un anciano dulce y paciente, sino como la suya propia pero muy lejana.

El chico se sintió muy cansado y se acurrucó en la cama, escuchó un golpe seco en la habitación de al lado, un grito ahogado y luego la puerta abrirse. Pero nada de esto le importaba, quería dormir, desde hace mucho tiempo que tenía ganas de dormir, se sentía bien, como si se hubiera quitado un peso de encima y así se dejó llevar por la profundidad del sueño a tierras desconocidas, rodeado de un silencio sepulcral.

Al día siguiente, despertó entre sirenas y oficiales. Una señora amable lo llevó a casa de sus tíos y en el viaje le contó que hallaron muerta a su madre, había recibido un golpe fatal en la cabeza. El principal sospechoso era el padre, quien tras haber cometido el crimen huyó. pero nada de esto afectaba al pequeño, él debía sentirse triste, sin embargo, no podía, no sentía nada y de cierta manera, eso lo hizo sentirse satisfecho. Ese día no escuchó la voz en su cabeza, aunque él sabía que estaba allí, en algún rincón remoto de su mente cuidándolo como había prometido.

DeseoWhere stories live. Discover now