Tormenta

80 9 1
                                    

Era una noche de tormenta, los gritos de la habitación continua sólo eran opacados por el rugir de los truenos. El pobre niño horrorizado permanecía oculto entre las sábanas, tenía miedo, pero no de la tormenta, ni de los gritos, tenía miedo del monstruo oculto en la oscuridad que lo acechaba en la noche. En esos días llenos de gritos se mostraba con más fuerza y violencia. Él podía verlo deslizarse en la penumbra, su sombra se extendía con el resplandor de los relámpagos, la siniestra sonrisa llena de afilados dientes parecía acercarse lentamente mientras sus brazos se extendían y rodeaban la cama. Oculto entre sus sábanas el pequeño trataba de buscar una salida, sabía que eso no lo protegería durante mucho tiempo, una fuerte corriente de viento abrió su ventana y un relámpago iluminó el marco desgastado como si de una salida de emergencia se tratara, vivía en un quinto piso y la caída podía ser fatal si calculaba mal el descenso.

Pero ya no le importaba nada, cualquier cosa era mejor que estar a la merced del monstruo, él quería vivir, lo deseaba con toda su fuerza, deseaba el poder para enfrentarse a la oscuridad que lo acechaba, sin embargo la fuerza del ser era mayor a la suya, los días en que fantaseaba con ganarle quedaron atrás y el miedo era lo único que quedaba. Corrió cubierto por su sábana y su envejecido pijama de rayas hacia la ventana, el viento soplaba con mucha fuerza y la lluvia lo empapaba dándole un baño de fría realidad, subió al marco de la ventana, cerró los ojos y sintió un resoplido en su cuello. Tenía que saltar, colocó un pie afuera de la ventana y cuando sintió el vacío, el vértigo y el pánico se apoderaron de él.

"Quiero vivir" pensó el niño mientras volvía colocar el pie en el borde de la ventana, una fuerte corriente lo empujó de regreso a la habitación cayendo sobre su espalda, se golpeó la cabeza con el suelo. El dolor era insoportable, la imagen del monstruo se veía difusa, tras unos minutos logró enfocar la vista, y el espectro ya no estaba allí, la tormenta se había calmado, incluso los gritos habían desaparecido. Por unos minutos solo reinó el silencio, le pareció escuchar unos pasos, volteó hacia la ventana para saber cuál era su origen y creyó ver la sombra de un hombre "debe ser mí imaginación".

�u�%:�Y}�k�

DeseoWhere stories live. Discover now