Pronto el mayor tomó su ritmo y el chico también, entre ambos empezaron a componer una magnífica y rítmica melodía, se olvidaron de la competencia (que Hikke se inventó) y se permitieron disfrutar de la música que sin lugar a dudas unía a las personas.

Hiccup entre el rasgar de las cuerdas, veía impresionado como aquel niño que debía tener 10 u 11 años tocaba como todo un profesional, pero dejando eso a un lado lo que más le gustó fue ver que la tristeza de él se había ido, y sin notarlo la de él también, ¿así hubiera sido aquellos duetos que se imaginaba con su difunto hijo? Le gustó mucho esa sensación.

Y sin tener en cuenta de que en realidad eran padre e hijo, Hikke se preguntaba lo mismo, ¿así sería compartir un tiempo musical con su padre? Y deseó que en lugar de Viggo, su falso padre, ese hombre lo fuera.

Y dando unas notas finales, la melodía acabó, ambos dando un golpeteo en las cuerdas para acallar el sonido por completo.

—¡Fue increíble chico!, ¿hace cuánto tiempo tocas?

—Unos meses. —contestó con sinceridad.

—¿Unos meses? —repitió el incrédulo Hiccup. —¿Dónde aprendiste a tocar así?

—En el instituto de las artes musicales de Berk.

Eso dejó aún más impresionado al cantante, y recordó sus pocos años en esa escuela antes de que decidiera dejarla.

—Hoy tendré mi concierto.

—¿No me engañas, cierto? —preguntó aun receloso de aquella fantástica historia.

—No, señor... es verdad. —respondió el niño con tranquilidad. —Aunque no podré ir. —bajó la cabeza mostrando otra vez aquella melancolía.

—¿Por qué no? —preguntó Hiccup paternalmente.

—Es que...—Hikke volvió a ver disimuladamente a Viggo. —Es una larga historia. —dijo en un resoplido.

—Bueno, pues sí yo estuviera en ese instituto y tuviera un concierto... no me lo perdería por nada. —aconsejó lo que probablemente Astrid le hubiera dicho, dado que ella si terminó sus estudios ahí.

—Pero... ¿y si algo malo pasa?

—Nunca abandones tu música. —Volvió a aconsejar Hiccup ahora desde su perspectiva. —Porque créeme, que es al único lugar donde te puedes refugiar y te permite liberarte de todas tus presiones. Hazme caso, lo aprendía a la mala.

Recordó aquel agrio pasado, pero pronto se enfocó, no se trataba de él, sino de aquel niño que también parecía muy confundido y abrumado, tal y como él lo había estado.

—Escúchame, nada malo pasará, debes de confiar en que todo saldrá bien. ¿Está bien?

Hikke le sonrió y en respuesta tocó dos últimas notas en la guitarra NightFury. Algo muy significativo para Hiccup, pues así solía comunicarse con Astrid cuando practicaban con sus instrumentos; algo que le hubiera encantado enseñarle a su hijo.

—Me llamo Hiccup Haddock. —Extendió su mano, casi olvidando que no se habían presentado.

—Hi...Ryker Grimborn. —titubeó el menor.

—Que buen nombre. —respondió el mayor notando aquel titubeó, era notorio de que le mentía, pero ¿por qué?

—¡RYKER!

Aquella espantosa voz le dio la razón, a unos metros de él un hombre de aspecto fiero llamaba al muchacho como si de un animal se tratara, volvió su mirada a Hikke y este parecía temerle. Apenas preguntaría si estaba bien, cuando Hikke devolvió su mirada a él.

Escuchando a tu destinoWhere stories live. Discover now