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—Señorita Yoo Soo —escucho a mi nombre a lo lejos

No sé dónde estoy, solo sé que alguien me llama y no soy capaz de distinguir esa voz tan... peculiar. Miro a todos lados pero no obtengo la respuesta que deseo encontrar. Luego, siento una sacudida fuerte en mi brazo y mis sentidos se alarman. Me despierto, estoy en mi salón de clases y mi mejor amiga está aguantando una carcajada mientras que el profesor me mira fulminante.

—Lo... lo siento, profesor —mascullo al sentir todas las miradas en mí.

Vuelve a fulminar su mirada en mi dirección y continúa revisando los papales que están revueltos sobre su viejo escritorio. Coloco mi mejilla sobre mi mano en un esfuerzo de no volver a quedarme dormida.

—¿Te sigues torturando cada noche con los libros de textos? Dios, Yoo Soo, tómate un descanso —dice mi mejor amiga, Hae Soo, rodando los ojos— ¿Si?

Esta vez, la observo yo mientras acomodo mi mochila sobre la mesa.

—No dirías eso si en realidad quisieras estudiar en alguna universidad de gran prestigio.

—Oye, para ser stripper también se necesita educación —responde ella, divertida y no puedo evitar soltar una risa— El viernes llamé a tu teléfono y no hubo respuesta.

El estómago me da un pequeño jalón al escuchar la palabra "viernes". Me acomodo de nuevo en el mismo lugar mientras pequeños recuerdos de aquella noche se cuelan por mi cabeza. Dios mío, esto es un desastre.

—Oh, estaba... estaba estudiando para el examen de biología —me excuso y sé que no me ha creído.

—Suéltalo —exige, mirándome seriamente— Por favor, dime que te has liado con un chico jodidamente caliente y no has tenido tiempo de contestar tu teléfono.

«¡Si, Hae Soo! Eso es exactamente lo que ha sucedido.»

—Déjalo, es casi imposible —termina ella, volviendo a acomodarse en su lugar y siento como mis pulmones vuelven a respirar.

El profesor vuelve a colocarse en pie y con una sonrisa casi convincente se dirige a nosotros. ¿Cuánto más durará esta clase? Trato de alcanzar el reloj que se encuentra en la pared pero lo único que logro es que mis pertenencias caigan al suelo. El profesor continúa su charla y mientras estoy recogiendo mi mochila, escucho como es interrumpido por la entrada de alguien por la puerta. ¡Al fin! Alguien que detenga su voz.

—¡Aquí estás! —le escucho hablar con otra persona, pero estoy muy ocupada como para hacerle caso— Como saben, este es el mes donde los estudiantes de intercambio llegan a nuestro colegio. ¿Deseas presentarte?

—Buenos días, soy un estudiante de intercambio y vengo desde América —comienza una voz varonil, pero, ¿por qué parece familiar?— Mi nombre es Jeon JungKook.

¿Qué?
Agarro el último lápiz que queda en el suelo y me alzo con velocidad, impactando mi cabeza con el escritorio. ¡Auch! Cuando vuelvo a estar en mi posición original, todos giran su cabeza hacia mí pero yo miro hacia al frente y es entonces cuando mis ojos encuentran los suyos ahora abiertos como platos.

Entonces, vuelve a hablar para tratar de distraer a todos los estudiantes necesariamente con unas palabras llenas de recuerdos: —Jeon... Jung... Kook

Daddy to be: Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora