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Yoo Soo

—¿Quién mierda eres?

Estoy desesperada, con los latidos del corazón acelerados y le acabo de gritar a un chico semi-desnudo que me mira con lo que parecen ojos de arrepentimiento y confusión. Nos estamos observando, el uno al otro, con ojos bien abiertos, nuestros cabellos desorganizados.

—Me acabo de meter en un problema jodidamente grande —susurra él, colocándose la mano en la frente.

—¿Quién eres? —vuelvo a preguntarle, frustrada al no obtener respuesta de su parte.

—¿Cuánto he bebido anoche? —habla consigo mismo, pasando su mano por su cabello y mirando a todas partes— Mierda, estamos en la habitación de un bar.

—¡Contesta mi pregunta ahora! —vuelvo a gritarle— No sé quién eres y mucho menos la razón por la que he amanecido aquí contigo cuando ni tan si quiera te conozco.

—¡Deja de gritarme! —exclama, defendiéndose— ¿En realidad tienes el valor de preguntarme? Lo más lógico, cuando una mujer y un hombre están desnudos en una misma cama es... —se interrumpe él mismo— ¡Cielos! Estabas tan borracha como para no recordar nada.

—¿Qué... qué hemos hecho? —le pregunto sin querer saber la respuesta— ¡Contesta mi maldita pregunta!

—¡Hemos tenido sexo! ¿No recuerdas? —dice cínicamente, poniéndose en pie— Yo sí, claramente. Y esa no era la expresión que tenías cuando me diste el visto bueno.

—¿Acaso yo te he obligado a tener sexo conmigo? —digo y esta vez yo me coloco en pie, frente a él. Ahora ambos estamos en nuestros interiores, discutiendo en medio de una habitación

—Oh, no, espera —responde, carraspeando su garganta— "Podríamos averiguarlo" —dice con voz femenina, tratando de imitarme— Además, tu escote no ayudaba ni tan si quiera un poco.

Me cruzo de brazos y lo único que mi mente idealiza son las inmensas ganas de matarlo.

—Quizás querías emborracharme para acostarte conmigo —le acuso, señalándolo con mi dedo índice.

—¿Bromeas? —pregunta, soltando una risa— Lo más lógico habría sido llevarte a un hospital con aquellas ojeras que tenías, creo que te hablé porque te veías tan patética que quizás el bartender lloraría contigo.

—Prefiero tener ojeras por andar de estudiosa que ir por la vida emborrachándome y acostándome con cualquiera.

—Que gracioso —suelta con descaro— Porque, si mal no recuerdo, tú fuiste una de esas "cualquieras" anoche.

—¿Qué has dicho?

—No tengo que repetirlo dos veces —escupe y puedo notar que está molesto.

Me detengo un momento a pensar y es entonces cuando los recuerdos vienen a mi mente como una ráfaga fuerte. Mi mente divaga por las pocas memorias que tengo de la noche pasada y puedo visualizar el rostro del chico en ellas. Jeon... Jung...Kook, ese es su nombre, puedo recordar exactamente lo ebrio que nos encontrábamos.

Pero hay algo más y me hiela toda la sangre y el pulso que hace un rato no paraba de latir ahora se ha detenido, los vellos de mi nuca se erizan y mi garganta se seca en menos de medio segundo.

A lo lejos puedo escuchar el sonido de un teléfono celular pero no tengo los pies en la tierra como para prestarle atención. JungKook suelta un bufido mientras continúa tecleando en su celular.

—Jeon JungKook —balbuceo con mi labio inferior temblando.

Su mirada viaja a mí cuando escucha su nombre proveniente de mis labios. Se lleva el móvil a la oreja, con un aspecto desesperado.

—Por lo menos has podido recordar algo —dice de mala gana

—Jungkook —vuelvo a llamarlo y esta vez me mira con cierto enojo.

—Sí, ese es mi nombre. —contesta— ¿Podrías ya parar...?

—Usaste... —comienzo hablando en susurros, siento mis manos sudar mientras sujeto con fuerza la sábana— ¿Usaste protección?

Sus ojos encuentran los míos y su expresión se suaviza mientras sus ojos oscurecen. El móvil, que antes estaba en su oreja, ahora ha reventado en el suelo. Sus brazos caen a cada lado de su costado.

—¿Qué acabas de decir? —susurra

Trago fuertemente ante su inseguridad. Mis ojos amenazan con llenarse de lágrimas ante un hombre.

—Creo que no tengo que repetirlo dos veces.

Daddy to be: Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora