No después de lo que había hecho.

Esa estúpida y ridícula apuesta no fue más que una completa estupidez de su parte. Nunca debió aceptarla. La apuesta se trataba de acostarse con él y ver qué tan bueno era en la cama. Y comprobar si tenía el pene grande o no, sólo para que las demás lo sedujeran y acabaran en su cama. Fue un reto que ella aceptó y no quiso echarse para atrás porque no quería parecer una mojigata. No se trataba de enamorarlo, simplemente era acostarse con él y tener pruebas de que se habían acostado. Pero ella nunca grabó nada ni tomó fotos. Tampoco dijo nada. La única que sabía que se seguía acostando con Justin, era su mejor amiga, Hannah, quien también lo mantuvo en secreto.

Lo que más la mortificaba era el cariño que le había cogido. Y no sólo ella, también él.

—Una noche estaba con unas compañeras del dormitorio y todas estábamos un poco ebrias, ya sabes, era una pijamada —empezó a decir mientras la voz le temblaba. Tomó una gran bocanada de aire y la expulsó por la nariz en un intento de calmar los nervios—. Jugábamos a verdad o reto, lo típico. Yo escogí reto. Una de ellas me retó a que me acostara contigo para saber si en realidad eras tan bueno en la cama como todas decían.

Él no dijo nada. Sólo se mantuvo en silencio mientras la observaba fijamente.

—Ellas decían que tú habías mencionado que yo era muy sexy y toda la cosa, pero no les creí mucho. Dijeron que se me haría fácil llevarte a la cama... —tragó duramente—... y así fue.

—Bien, entonces... ¿Eso es todo lo que te estaba mortificando?

—Sí —murmuró—. ¿Acaso te parece que es poco? Literalmente fuiste una apuesta. O mejor dicho, un tonto reto sin sentido.

—Lo sé —Justin sonrió.

Colleen lo miró incrédula.

—¿Y sólo se trataba de eso? ¿Acostarte conmigo y ya?

—Eh... sí —frunció el ceño, totalmente confundida—. ¿No estás enojado conmigo?

—Claro que no —soltó una pequeña carcajada—. Yo también he hecho apuestas. Y me han retado a hacer cosas que no quiero, pero tú sí querías hacerlo... ¿O me equivoco?

—Al principio no quería. Varias veces me molestó tu actitud y quise abandonar la apuesta —bufó—. Pero no lo hice y no entiendo por qué.

—¿Quizás porque soy irresistible?

Esbozó una egocéntrica sonrisa pero había un brillo de diversión en sus ojos.

—Idiota —rodó los ojos, divertida. Ambos rieron al unísono—. En serio pensaba que te enojarías conmigo.

—Jamás podría hacerlo, nena —le tomó la mano y besó sus nudillos—. Y mucho menos por una tontería, ¿entiendes?

—Sí, entiendo —sonrió aliviada—. Ya me siento mejor. Como si me hubiese quitado un peso de encima.

—Me alegro —rió un poco—. Pero déjame decirte que sólo aumentaste mi ego.

—No lo dudo —se carcajeó.

Hubo un silencio de unos largos e intensos segundos. De un momento a otro, Colleen se echó a reír a carcajadas y Justin la miró extrañado pero no pudo evitar contagiarse con su risa.

—¿De qué te ríes, tontita? —rió levemente.

—¡Oh, Dios! —exclamó entre carcajadas—. ¿En serio te creíste lo que dije? Te estaba tomando el pelo, Biebs.

Mhmm, que pillina salió.

—No me jodas... —entrecerró los ojos hacia ella.

Rough sexWhere stories live. Discover now