Capítulo V

2.1K 123 5
                                    

Allí estaba ella. Tenía el pelo lleno de hojas y su cuerpo desnudo, intentaba pararse pero no podía. A diferencia de Malia ella fue toda su vida un coyote y le iba a costar mucho más adaptarse a ser humana.
Malia corrió hacia su hija y la abrazó con fuerza susurrándole al oído.
—Todo está bien, mamá está acá. No me voy a ir nunca más. Siempre vamos a estar juntas, lo prometo.
Se quedaron abrazándose por unos minutos. Pero luego Malia se separó y se levantó. Limpió sus lágrimas y luego le ofreció a su hija una mano para ayudarla a pararse.
—Vamos Davina, vamos a casa.
La pequeña werecoyote le dio su mano a su madre e intentó pararse. Se tambaleó y casi se cae pero Malia la ayudó a caminar hasta su casa.
Ambas recorrieron el bosque desnudas pero eso no importaba porque no vivía mucha gente cerca de la casa de Malia, así que nadie las vio.
Davina miraba su cuerpo y el de su madre muy confundida. Ya no estaban llenas de pelos, iban caminando con dos piernas. Todo era confuso.
Finalmente llegaron a la casa del padre de Malia y se dirigieron al cuarto de esta donde agarró un lindo vestido blanco y lo apoyó sobre la cama.
Después acompañó a Davina al baño y le llenó la bañera para que se sacara la mugre del bosque.
La ayudó a bañarse y luego se vistieron.
—Querés comer algo?— preguntó Malia con una sonrisa. Notó a Davina intentando decir algo.
—C-ciervo—respondió.
Malia se rió y le acarició el pelo.
—Creo que esta va a ser la parte más difícil de todas, pero los humanos no comen ciervo. Tengo pollo para ofrecerte si querés.
Las dos caminaron hacia la cocina. Davina ya casi había aprendido a caminar sola.
Malia sacó el pollo de la heladera y se lo mostró a su hija que puso cara de asco.
—Hmm... Puedo pedir pizza. Eso te va a gustar.
Agarró su celular y marcó el número de la pizzeria, había llamado tantas veces que se lo sabía de memoria.
Davina miraba como su madre hablaba con una cosa rara en su oreja. Empezó a caminar por la sala y se sentó en el sillón, allí había una manta. Davina se envolvió en ella y se recostó en el sillón quedándose dormida.
Malia terminó su llamada y se volteó hacia Davina, se exaltó cuando no la encontró y empezó a llamarla. Hasta que se acercó al sillón y la vio dormida. Se sentó al lado de ella y esperó a que llegara la pizza haciéndole caricias en el pelo.

Familia SalvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora