15. ¿Me estás mandando a la perrito-zone?

1.2K 121 199
                                    


—¡Ya falta una semana para tu cumpleaños! —Exclamó Lydia, aventándose a su propia cama, al lado de Stiles, para después sentarse en el mismo lugar—. ¿Estás emocionado?

Como era de costumbre, Stiles se encontraba dónde Lydia. Se había vuelto una costumbre para él, y no era necesario agregar que era más un hogar para él que su propia casa. Natalia adoraba a Stiles, y se encontraba feliz que su hija saliera con un joven como él.

El chico se preguntaba porqué su madre no era tan buena con él como Natalie lo era, ya que ella parecía quererlo más que sus propios padres.

Cada vez que Stiles salía de clases pasaba por Lydia, y ambos iban a la casa de la muchacha. Ahí hacían tareas, comían y pasaban el rato. A Stilinski le daba vergüenza pasar tanto tiempo ahí, y se sentía como un arrimado, pero Natalia y Lydia se encargaban de hacerle sentir como en casa, y como si fuera un miembro de su familia.

Liam también lo trataba bien, pero se encargaba más de molestarle y echarle carrilla cuando se encontraba a solas con su hermana.

—Nervioso, asustado... —Respondió, sentándose igualmente—. La verdad no sé cómo sentirme. Tengo miedo de que mis padres vuelvan a decepcionarme.

—Ow —Dijo Martin, rodeándole las mejillas con sus manos—. Ya verás, estoy segura de que te están preparando una súper sorpresa o algo así para tratar de compensarte por todo en la que la han cagado.

—No lo sé, Lydia... Hace ya tiempo que trato de no tenerle fe a mis padres, pero igual es inevitable tener ciertas esperanzas. Aunque no creo tenerlas esta ocasión.

La chica le dio un beso rápido en los labios, para después abrazarle y recargando su rostro en su pecho.

—Yo no te decepcionaré.

—No podrías ni aunque lo intentaras —Contestó divertido, recargando su cara en su cabello, y aspirando el aroma del mismo, que olía a fresas.

—Ya verás que todo saldrá muy bien.

La adoraba con todo su ser. No había momento en el que no se sintiera feliz ni agradeciera que Lydia estuviera en su vida. Siempre que estaba cerca de ella sentía cómo su corazón crecía y crecía, a tal punto que pensaba que se le saldría del pecho. Ya había hablado sobre eso con Derek, —quién se había vuelto algo así como su psicólogo personal, de hecho hasta Stiles se acostaba en su sofa y Derek hacía apuntes en un pisapapeles que compró, mientras estaba sentado en la silla giratoria de su primo y escuchaba los problemas del mismo— y ambos habían llegado a la conclusión de que estaba enamorándose de Lydia.

Y Stiles ya no dudaba sobre eso. Estaba completamente seguro, y quería sacarse aquel sentimiento y poder expresarlo.

Se levantó y comenzó a cambiar en círculos, enormemente nervioso.

—Sabes, cuando recién me compraron a Presidente Guau, los días después de que ya lo había aceptado como mascota y amigo, quería estar todo el tiempo pegado a él. Quería darle besos, abrazarlo, cuidarlo... Quererlo y esas cosas. Yo me siento así contigo, Lydia. —Dijo, mirándola con unos ojos brillantes que le pedían a gritos poder contemplarla siempre.

—¿Estás diciéndome que soy como un perrito para ti? —Preguntó divertida—. Espera, ¿me estás mandando a la perrito-zone?

—¿Qué? ¡No! —Explicó, sentándose en la cama de su novia de nuevo, justo enfrente de ella y tomando su mano—. Estoy diciéndote que estoy enamorado de ti. —Confesó, finalmente.

i'm allergic to dogs (stydia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora