Capítulo doce; Deseos

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Era bastante temprano, y casi nadie se había despertado si quiera. Casi.

En el salón, Vegetta escuchaba una alegre melodía observando a sus hijos con detenimiento. Su hija mostraba un gran potencial, se movía con gracia y hasta parecía guiar a su hermano en aquella simple danza.

Pero Jeremy no paraba de tropezar o de pisar el vestido de su hermana logrando que ambos se tambalearan.

--¡Jeremy!-- se quejó al sentir un pisotón, se apartó de su hermano para tomar entre sus manos su pie lastimado --¡Papá, ya no quiero hacer esto!

Vegetta suspiró, apagando la radio y acercándose a sus hijos. Jeremy les miro apenado, bufó sintiéndose ridículo --Mejor dejemos esto, es una tontería.

--Venga chaval, no te preocupéis-- le sonrió, colocando una mano en su hombro. El muchacho agachó su cabeza evitando en contacto visual --, que no lo hacéis tan mal.

Janeth se enderezó y observó a su hermano, pensó que se veía muy decaído --Vais mejorando.-- intentó alentarlo, pero no logró mucho.

--Yo, lo siento, es obvio que jamás bailaré tan bien como ustedes dos-- dijo. Desde que eran pequeños Vegetta se había dedicó a mostrarles a sus niños sus técnicas de baile, pero solo Janeth había mostrado un gran talento. Y Jeremy no había tenido problema con aquello, hasta hacia unos días.

》Yo... realmente deseaba bailar con Timmy.

Pues sí, el joven moreno llevaba días con aquella idea.
Después de que ambos presenciaron a Willy y a Vegetta bailando una dulce balada, el menor le había dicho lo lindos que se veían y que sus padres, Rubius y Mangel, igual se veían muy enamorados al bailar.

Aquello ocasiono que Jeremy sintiese el deseo de bailar con Timmy, guiarlo en una romántica balada y, aunque ya eran obvios, contarle sus sentimientos con total sinceridad.

Sin embargo acababa de demostrar que su talento para el baile era nulo, y ya estaba deprimido al no ver probabilidades de que su sueño se cumpliese.

Vegetta miró con una mueca a su hijo y negó con la cabeza, acariciando su hombro --Venga Jeremy, tú podéis hacer lo que sea, sois un de Luque Díaz-- le sonrió, contagiando a los dos menores una pequeña sonrisa --¿Te gusta mucho?

El muchacho miro a su padre, sintiendo un reconfortante calor en el pecho de solo pensar en ese chico pálido de ojos azules --Sí, demasiado.-- Vegetta sonrió al escuchar su respuesta.

--Entonces no hagáis como tu padre y yo, actuando con miedo e inseguridad-- aconsejó el mayor --. Decidle lo mucho que te gusta.

Los tres sonrieron, devolviendo la tan característica seguridad a Jeremy.

--Vale, venid aquí hermanita-- su puso derecho y sonrió coqueto a la morena --, hay un baile que dominar.

La muchacha rodó los ojos, y apenas vio que su padre se dirigió a encender la radio se colocó frente a su hermano, pasando su mano por los hombros de este y él, por la cadera de Janeth.

--¿Listos?-- ambos asintieron, sonrientes --Uno, dos, tres.

****

Jeremy estaba listo, su hermanita le había ayudado a verse más presentable, a pesar de llevar un traje elegante junto con un pequeño moño en su cuello, lucía su cabello en punta como siempre. Aún presumiendo su casual aspecto de rebelde y arrogante.

Había un par de detalles que él solo planeó si decirle palabra a su hermana y padre, imaginando que haría las cosas más especiales. Deseaba que todo saliera perfecto.

8 Pistolas    6 DisparosWhere stories live. Discover now