Amargas lágrimas comenzaron a correr hasta empaparle el rostro, débiles lamentos pasaron a ser gritos que trataban de liberar todo su dolor físico y el que le oprimía el pecho, no quería que Han tuviera razón, él tenía que estar equivocado.

-Te lo dije-habló nuevamente Han-Los humanos son malos-sentenció despiadadamente.

"¡MIENTES!"

-Entiendo que me hayan encerrado a mí porque yo casi los mato pero... tú los defendiste de mí y estás aquí como si también fueses un monstruo-se burló.

"¡Te equivocas! ¡Mamá dijo que ellos eran bueno y ella nunca...!"

-Al perecer yo tenía razón y tu madre no era más que una perra mentirosa-rió tras decir eso.

Toda esa rabia que Lu jamás había sentido explotó en ese preciso momento, se levantó sin saber cómo y trató de lanzarse sobre ese malvado ser, pero las cadenas lo detuvieron y lo hicieron caer de rodillas a pocos centímetros de los barrotes de su prisión.

"¡No te atrevas a hablar de mi madre con esa asquerosa boca tuya!"-advirtió rabioso provocando una carcajada en el mayor.

-Así que sí puedes enojarte-comentó divertido.

Lu se dio cuenta entonces de lo que estaba haciendo y dejó de luchar con las cadenas que lo retenían, todo estaba mal. Él era el príncipe de Incendium y sentimientos como el odio y la rabia no podían existir en él, no solamente había roto las reglas al permitir que sus alas se desplegaran de esa forma sino que ahora también explotaba de esa manera tan vergonzosa, era una decepción para su pueblo.

-Vaya patético príncipe de Incendium-se burló el mayor.

"¿Mis alas?"-se atrevió a preguntarle con la mirada llena de vergüenza.

-¿Esas cosas?-inquirió con una ceja arqueada y esperó hasta verlo asentir para continuar-No te las cortaron si eso te preocupa, ellas desaparecieron solas-le informó con desinterés.

"¿Por qué?"-preguntó con los ojitos vidriosos.

-Eso es cosa tuya, yo no puedo saber que es lo que pasa con tu...

"No, ¿por qué has hecho esto?... Yo confiaba en ti, pensé... pensé que nosotros podíamos ser los que acabáramos con esa absurda rivalidad entre nuestros pueblos... pensé que podíamos hacer grandes cambios juntos... pensé... yo pensé que eras mi amigo"-sollozó.

-Es obvio que eres el hijo de esa inútil mujer, solamente a ella se le ocurriría llenarte las cabeza con tantas estupideces-bufó-Yo nunca pretendí y mucho menos quiero ser tu migo, sí decidí protegerte fue porque se lo prometí a mi maestro y porque sí tu mueres, yo muero y eso es lo último que permitiré-sentenció.

El llanto del rubio aumentó, todo se veía igual de oscuro que el fondo de su celda entonces, sentía que estaba perdiéndolo todo y no quería eso, no quería quedarse solo, quería de vuelto a su madre, quería que le explicara porque todo estaba pasando de esa forma, tan sólo quería correr lejos de todo.

No supo cuando fue que la puerta de la celada cayó y menos cuando sus cadenas se rompieron hasta que un agradable aroma y una embriagante calidez lo envolvieron como si fueran el refugió que tanto había deseado para ocultarse de la cruel realidad.

-Tranquilo bebé, te sacaré de aquí-prometió esa voz tan familiar y tranquilizante.

"Sehunnie."

Él lo levantó del suelo y con sus torpes manos se aferró a él tanto como fuera físicamente posible ocultando su rostro en su pecho sin poder parar de llorar, Han intercambió miradas de odio con el pelinegro antes de que él desapareciera por los precariamente iluminados pasillos con él en sus brazos, ya no sabía que quería respecto a Han pero si estaba seguro de no querer seguir viéndolo en esos momentos.

Demonically angelicWhere stories live. Discover now