Lección 3: ¡PERVERTIDO ACOSADOR!

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Después de que Maka Albarn se presentara Stein repartió los exámenes sorpresa de ese día diciendo que sería a cuaderno abierto ¿Por qué siempre me tocaban en el peor momento educativo? Tenía tres cuartos de apuntes a medio hacer que tenían respuestas a medias. Las preguntas eran casi seguidas y de opción múltiple así que me encomende a la deidad de los estudios esperando que mis respuestas al azar fueran las correctas

Luego de diez minutos y sin querer, me estaba durmiendo; por costumbre llevé mis pies a la silla de enfrente chocando con algo en el trayecto

—¡Ay!—El grito me hizo reaccionar de golpe —¡Pervertido!— Me acusó la nueva mientras se cubría el trasero

—¿Qué?— La miré extrañado, no había sido a propósito —¿Por qué?

—Me tocaste el trasero degenerado—

Todos miraron en nuestra dirección
Su rostro sonrosado y furioso me causaba risa aunque preferí no burlarme —Ni loco tocaría a alguien tan plana como tú— Le espeté. Jamás me pensé que podría haber alguien de su edad con tal planicie

—¿Cómo te atreves?— De repente sentí un golpe seco en la cabeza, la nueva me golpeó con su libro

—Auch ¡Loca!— Grité un poco enojado, me levante de la banca para encararla —¿Qué te pasa?

—¿Qué te pasa a ti?

—Señorita Albarn, joven Evans. Si tanta es su urgencia por convivir tan intensamente ¿Por qué no van a la oficina del director?— Nos pidió Stein desde el escritorio

—Pero es injusto profesor Stein yo no...— se intentó liberar ella

—Por favor señorita Albarn ¿Sería tan amable de ir con el director?

Yo solo me callé, no quería ser disecado tan joven

—Evans enséñale el camino y aproveche para pedirle una disculpa

—Pero...— me callé de nuevo, sabía lo que me convenía

Caminamos por el pasillo, Albarn apretaba los dientes y caminaba con los brazos cruzados. Que tipa más rara

—Oye— le hablé, no podía dejar que se llevará una mala impresión de mí desde el primer momento

—¿Qué quieres?— replicó molesta

—Disculparme

—¿Eh?— parecía extrañada, como si nunca hubiera creído que lo hiciera

—Bueno, quizá sí te haya tocado— admití caminando a su paso. Me miró con cara de indignación al mismo tiempo que se sonrojaba —Pero no fue intencional lo juro— levanté mis palmas frente a mí en son de paz, sus golpes dolían, no quería recibir otro. Además me veía dudosa —Ese asiento siempre ha estado vacío, me acostumbre a dejar mi mochila ahí y subir los pies durante las clases— le expliqué por qué encontró mi mochila sobre la suya y la golpee sin querer

—Disculpa por golpearte con el libro— admitió apenada, me empecé a reír de nervios ¿Por qué me causaba tantos nervios si apenas la conocí?—¿Qué?— me cuestionó alzando una ceja

—Nada, pecho plano— Quizá había cruzado la línea de lo permisible con el apodo porque apenas teníamos una hora de habernos conocido pero no quería hacerla creer que le coqueteaba

—¿Te dedicas a calificar los pechos de la gente? Califica esto idiota— susurró por lo bajo mostrandome el dedo corazón, bien eso si me lo había ganado

Llegamos a la oficina del director Shinigami, el tipo tenía siempre una máscara que ocultaba su rostro y usaba un tono de voz infantil —Hola, qué onda, buen trabajo— nos saludó con sus enormes guantes blancos

El Asiento De Adelante [Monochrome 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora