Capítulo Treinta y Uno

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Capítulo Treinta y uno.

He estado evitando a Anthony, no hay manera de negarlo.

He estado tratando de olvidar esa mirada triste que me dio cuando al encender la luz aún no había terminado de vestirme y vio mi espalda. Luego de prácticamente huir todo lo que hice en mi casa fue llorar y sentirme herida.

Sé que no fue intencional, quizás fue solo su reacción hacia una cicatriz tan... desagradable. Desde entonces lo evito en los pasillos y no respondo sus mensajes, así como obligo a tía Olivia que invente excusas por mí cuando va a casa a buscarme.

Pero no siempre se puede huir y ahora él está justo afuera del baño de chicas, no hay manera en la que pueda ignorarlo sin resultar tan obvia.

—Grace ¿Qué sucede? ¡Llevo días intentando hablar contigo!

—Estaba ocupada.

No me cree, incluso en su mirada se vislumbra un toque de tristeza ante mi mentira y mi estómago se retuerce porque me siento terrible de poner esa mirada ahí. De ser la causante.

— ¿Lo has pensado Grace? Puede funcionar, hay relaciones a largas distancias que han funcionado y...

Veo mi salida, mi oportunidad.

—No voy a hacerlo, Anthony. No estoy enamorada de ti, sigue con tu vida y yo la mía. Éxito.

Siento nauseas al ver la expresión de su rostro, me doy la vuelta y ni siquiera corro, camino como si se tratara de cualquier otro día, como si no hubiese lastimado a Anthony. Tengo un nudo en mi garganta.

Herir a las personas está mal, pero es aún peor ilusionar a alguien a quien no amas, a quien no le correspondes el sentimiento.




27 de julio, 2014.

—Que agradable sorpresa verte Gerard—dice el abuelo cuando papá camina detrás de mí hasta sentarse a mi lado en el sofá—. Grace Elizabeth no me dijo que vendrías.

—Ha sido improvisado, ya sabes que para ver a Grace se debe hacer cita y olvidé hacer la mía por lo que me colé en la tuya. Necesito ver a mi hija antes de que se vuelva lo suficiente tonta para ser irreconocible.

— ¡Papá!

—Sabes que te amo, bebé.

El abuelo ríe mientras aceptamos el té que Sara nos ofrece, aun no olvido que fue quien le dio las revistas al abuelo para que se enterara de Ethan y viendo la pila de más revistas a su lado en el sofá, intuyo que sigue haciéndoselas llegar ¿Hasta cuándo vas a traicionarme Sara?

— ¿En dónde está el chico de las revistas?— cuestiona el abuelo, otro bajo el encanto de Ethan.

—En algún canal televisivo que cubre una pequeña presentación en Irlanda.

— ¿No está en el país?— pregunta papá sorprendido.

—No desde hace dos días, vuelve en un par de ellos. Cosas de famosos papá, no lo entenderías— bromeo al tiempo que sacudo mi mano.

—Oh, cierto. Un contratista como yo no lo entendería, no hasta que tenga un Oscar.

—Papá, Grammys, aún no hay Oscar.

—Fíjate en la manera en la que tu hija resalta la palabra aún, Gerard. Ten los ojos bien abiertos que la tiene lo suficiente atrapada para arrastrarla a una boda. Aunque él es bienvenido a ser parte de la familia.

Los Miedos de Ethan (BG.5 Libro #3) Disponible en libreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora