- La he cagado Dinah, la he cagado... - Repitió de forma casi inentendible Camila.

- Mila, venga, ya hemos hablado de ésto... Lo mejor será que vayamos a dormir. – Dijo Dinah acariciando la espalda de su amiga.

El reflejo nauseoso de Camila se activó tan rápido como sus pies lograron llegar hasta el baño, rápidamente subió la tapa del wáter y comenzó a vomitar. Dinah corrió para sujetar los cabellos castaños e intentar calmar a la arquitecta.

- No pasa nada... No pasa nada. – Susurró la ingeniera.

Dentro de su estado de ebriedad se sintió fatal y avergonzada por lo que estaba sucediendo, seguramente mañana no lo recordaría del todo bien, pero ahora el ardor en su esófago le hacía reprimir el grito que quería salir desde su pecho.

- Perdóname Dinah... - Murmuró Camila mientras limpiaba su boca en el lavamanos.

- Calma... Aunque, realmente creo que estás un poco mayor para tener tu primera borrachera, pero al menos quedará entre nosotras. – Rió levemente.

De forma pesada se dejó caer en la cama de la habitación de invitados en el piso de su amiga, la luz apagada, el sonido de la ciudad a lo lejos y el corazón agitado en su pecho. Se abrigó bajo el edredón con torpeza y suspiró fuertemente al sentir aún cómo todo daba vueltas.

Estaba perdida... Había perdido el rumbo y el norte, había perdido su brújula. Había perdido su matrimonio y la pequeña familia que había formado.

...

Cameron jugaba entretenido con las figuras de animales que tenía entre las manos mientras Lauren caminaba por la habitación ordenando el uniforme de entrenamiento que debería usar dentro de dos días. Sacó las botas que aún se encontraban limpias, el pantalón con diseño de camuflaje, la sudadera, y la parte superior del conjunto donde se podía leer Jauregui y U.S. Army.

- ¿Qué dices si hoy vamos a por un helado de vainilla? – Dijo Lauren llamando la atención del ojiverde.

El pequeño soltó sus juguetes mientras intentaba pararse en dos pies bajo la atenta mirada de la soldado.

- ¡Pero mira que grandes estás! – Rió con ganas Lauren.

El ojiverde logró encontrar su propio equilibrio y se mantuvo de pie sin apoyarse en nada durante unos segundos que hicieron sonreír ampliamente a su madre.

- Te has ganado el helado a pulso. – Apuntó la ojiverde.

Antes de salir de la casa buscó el abrigo y la mochila del pequeño. En la camioneta llegaron hasta una heladería que se encontraba a unas manzanas de la casa.

- Bueno, seguramente ir a por un helado en invierno no es la mejor idea... Pero no le digas nada a mamá Camila. – Murmuró casualmente Lauren mientras veía todas las opciones de sabores con Cameron aun en brazos.

- Mamama ma. – Vocalizó el pequeño con atención mirando el rostro de la ojiverde.

Apretó la mandíbula frente a lo natural que había salido el comentario de su boca, para luego dejarle un par de besos en las mejillas a su hijo. No pasaba nada, Camila seguía siendo la madre del ojiverde al igual que ella lo era. Estaba segura que con los días iría manejando mejor su enfado contra la que hasta hacía unos días había sido su esposa, total tenía que confiarse de lo que pasaría en el juicio de la custodia de Cameron.

- ¿Vainilla o chocolate? – Apuntó Lauren intentando que Cameron lograra entender el mensaje.

La nostalgia se instaló en sus ojos en el momento en que un puntual recuerdo llegaba a su memoria...

Amor inmarcesible. (CAMREN)Where stories live. Discover now