Capítulo 19. POV Alice.

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-Lo siento, yo... - comenzó Mal intentando acercarse a la reina Lea en un intento de disculpa, más Chad se lo impidió de inmediato.

-Apártate. – le ordenó interponiéndose en su camino. – Apártate de ella.

-No hagas eso, Chad. – le reprendió Ben, encarándolo.

-Fueron educados por sus padres, Ben. – dijo el rubio. - ¿Qué crees que los villanos les enseñan a sus hijos? ¿Generosidad? ¿Juego limpio? ¡Venga ya!

Al escuchar las palabras del estúpido de mi hermanastro no pude evitar acercarme hacia él. Continuar aquí callada sin poder hacer nada me estaba matando.

-Tú le has quitado el novio a otra chica. – continuó Chad dirigiéndose a Mal. – Tú disfrutas haciendo daño. Y tú no eres más que una cazafortunas y una tramposa. – añadió señalando primero a Jay y luego a Evie.

La peliazul sacó una especie de espejito de su bolso y lo acercó a su boca mientras se acercaba un par de pasos hacia el rubio.

-Espejo mágico, dime quién es en este reino el más tonto. – masculló y la imagen de Chad se vio reflejada en el espejo, cosa que no tardó en mostrarle al chico

-¿Qué? ¡Venga! – gritó Chad apartando el espejo de su vista de un manotazo. Grave error.

-¡Déjala, Chad! – gritó Carlos dándole un empujón al chico sin importarle cuánta altura le sacase. ¿En qué momento se había acercado el peliblanco hasta aquí?

-Oh, vamos, si ha llegado el mayor hipócrita. – masculló Chad. - ¿A caso piensas llevarle ese perro a tu madre para que se una a su colección de pieles? Eres un asesino al igual que ella.

-¡Déjalo en paz! – gritó Jay cogiendo al rubio de la camisa.

Un círculo comenzó a formarse en torno a ambos chicos, todos esperando la inevitable pelea que se iba a formar.  Sin embargo, Evie solucionó rápidamente el problema rociándole a mi hermanastro una especie de colonia azul, la cual hizo que Chad cayera desmayado en brazos de Doug y de Audrey.

Y, como era de esperar, la castaña no tardó en montar un espectáculo.

-¡Chad! ¡Chad! ¡Evie le ha hecho algo a Chad! – chilló Audrey irritantemente.

En ese momento, mi mirada se dirigió hacia cierto peliblanco, el cual permanecía inmóvil al igual que el resto de sus amigos. Mi mirada se cruzó con la suya, y en esos momentos entendí a la perfección lo que él me estaba diciendo sin palabras.

Carlos estaba esperando a que yo hiciera algo en su defensa, que diera la cara por él en vez de permanecer allí, estática. Yo lo conocía mejor que nadie aquí presente a excepción de sus amigos, estaba segura de que podía ayudarle.

Pero no podía hacerlo; no podía porque mi madre estaba contemplando escandalizada de la escena a pocos metros de esta.

Bajé la vista con una mueca de tristeza, más me mantuve callada en mi sitio.

-Vámonos Mal. – dijo Evie cogiendo a su amiga de la muñeca y retrocediendo. – Jay, Carlos. – los llamó a ellos también.

El peliblanco me dedicó una última mirada de desaprobación antes de unirse a sus amigos y salir corriendo del jardín, desapareciendo de la fiesta.

-¡Chicos! – gritó Ben llamándolos, más estos no se detuvieron.

A penas unos instantes después, reaccioné en un intento de salir corriendo tras ellos, pero antes de que si quiera diera un paso noté como alguien me agarraba del brazo, impidiéndome salir tras ellos.

Deseos de princesa | Carlos de VilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora