Treinta y siete.

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Narra Skate

La morena me miró esperando a que dijera algo. Tomé su cara para acercarla a mi y junté nuestros labios.

—Dios—susurré mientras me alejaba—Extrañaba esto.

—Solo conduce y ya—habló con la mirada fija hacia adelante. Hice lo que me dijo y encendí el auto. El camino fue silencioso, sabía que esto sería incómodo pero nunca espere que tanto. Me detuve en frente de mi casa. Bajé rápidamente y abrí la puerta para ella. Tomé su mano y la llevé hasta el ascensor. La acerqué a mi, mis manos rodearon sus cintura y yo mismo ubiqué sus manos alrededor de mi cuello.

—La besé pero ella no respondió—Khalia—susurré mientras volvía a besarla—Bésame, por favor—La morena negó mientras intentaba esconder una sonrisa. Tomé su cara con una de mis manos haciendo que me mirara directamente a los ojos—No me hagas sufrir más.

Las puertas del ascensor se abrieron, a lo que solté un bufido. Caminamos hasta la puerta de mi departamento y abrí sin dudarlo. Khalia soltó mi mano y se sentó en el sofá.

¿Qué quieres hacer?—pregunté mientras me sentaba a su lado.

Hablar—respondió obvia—¿Qué estamos haciendo, Nate?

Lo estamos intentando ¿No?—tomé su mano—Sé que la cagué, nena, no hay necesidad de repetirlo. Quiero olvidar todo lo que pasó y tenerte a mi lado ¿Es mucho pedir?

—También quiero eso, Nate—susurró—Pero no puedo evitar pensar en lo que pasó, cada vez que te veo, se me viene a la cabeza la imagen de Molly y tú—su voz se rompió.

—Hey, está bien—me acerqué más a ella y acaricié su mejilla—Han pasado apenas unas semanas, lo entiendo, bebé Quiero hacer las cosas bien a partir de ahora. Si quieres que vayamos de a poco, lo haremos. Si quieres que deje de besarte, lo haré. Pero no me pidas que me aleje de ti, porque no lo haré, no otra vez.

La morena asintió y escondió su cara en mi cuello. Acaricié su cabello intentado calmarla, mis labios besaron su frente repetidamente.

—Iré a buscar mi billetera y saldremos ¿está bien?—caminé a habitación rápidamente. Una vez que encontré lo que buscaba, fui en busca de la chica. Tomé su mano y la llevé, esta vez, por las escaleras.

Narra Khalia.

—Te odio—hablé mientras le lanzaba un par de palomitas—Ahora no podré dormir—hice un pequeño puchero.

El moreno rió mientras pasaba su brazos por mis hombros y depositaba un pequeño beso en mi sien.

Nate no encontró nada mejor que ver una película de terror en el cine, lo cual fue una perdida de dinero porque la mayor parte del tiempo me la pasé con los ojos cerrados mientras escuchaba como se burlaba de mi.

—Mi cama estaría encantada de tenerte—habló—Ya sabes, para que te sientas protegida y todo eso—reí negando y el solo se encogió de hombros.

Una vez que encontramos el auto, el cual estaba estacionado demasiado lejos a mi parecer, nos montamos y el moreno condujo en dirección a mi casa.

Durante el camino hablamos de cosas sin sentido y el me contó un poco acerca de la nueva música en la que estaba trabajando.

Se detuvo cuando llegamos y me miró.

—Bueno—hablé—Gracias por lo de hoy—el moreno asintió.

Me acerqué a el y deposité un beso en su mejilla.

—¿Es en serio?—preguntó una vez que me separé—Ven aquí.

Tomó mi cara con sus dos manos y unió nuestros labios.

—Adiós, Nate—susurré abriendo la puerta del auto y bajando de él. Caminé hacia la puerta sin mirar hacia atrás, con una sonrisa en la cara que nadie me quitaría.

Khalia | Nate Maloley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora