3. Posibles cambios

11.4K 1.1K 486
                                    

LOGAN

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

LOGAN

Sábado 03 de enero del 2009

Bostecé en medio de mi sorpresa al ver a B caminar hacia mí, trepar a mi cama y escalar hasta mi regazo. Parpadeé y comprobé la hora en el reloj sobre mi mesita de noche. Eran las nueve de la mañana, no demasiado temprano, pero sí un poco sorpresivo que lo que me despertara fuera ella.

—Buenos días —dijo con una amplia sonrisa antes de apretar mis mejillas para darme un beso en los labios—. Es lindo verte despertar.

Me tomó todavía un par de segundos antes de reaccionar.

—¿No deberías estar en tu trabajo? —le pregunté al tiempo que parpadeaba para desperezarme.

Ella hizo un puchero.

—Llamé para decir que estaba enferma. Ayer no nos vimos y... te extrañé.

Suspiré, quería molestarme, pero en realidad no pude hacerlo. Ella era como un cachorrito abandonado en busca de afecto y yo podía ser lo que sea, pero no era un desalmado. Si cada chica con la que follé hubiese puesto cara de perrito apaleado para retenerme, probablemente ellas no habrían sido polvos de una noche o por el estilo. Pero ese era el asunto, ninguna de ellas buscaba algo más que un buen compañero de placer. Ese tipo de relaciones me funcionaban de momento. Así, sin ataduras. Era por ello que los últimos días me había sentido algo inquieto con respecto a B.

Ella no lo había dicho con todas las palabras, pero yo sentía que ahora quería más que compartir la cama un par de horas conmigo. Y yo no estaba seguro de qué pensar al respecto.

La sentí desplazar sus manos por mi abdomen mientras me besaba el cuello y la detuve cuando supe que esas manos suyas se dirigían a mi entrepierna.

—Aquí no, B —dije, ella dejó de besarme para mirarme a los ojos, me encogí de hombros—. Kaity a veces entra sin tocar...

En realidad, no quería hacerlo en mi habitación, era como el lugar prohibido para el sexo. La casa era grande y estaba seguro de que, a menos de que pegaran la oreja a la puerta, nadie nos oiría aún si fuésemos un poco ruidosos, pero el punto no era ese. Por extraño que sonase viniendo de mí, siempre había tenido claro en mi mente que, en algún momento de mi vida, quizás al final de mis treintas, quería tener mi propia familia. No sabía si pasaría, pero me puse como regla no follar con cualquier chica en la habitación que compartiría eventualmente, cuando estuviésemos de visita aquí, con la que se llegara a convertir en mi esposa.

—Puse el seguro —murmuró.

—Mejor no —insistí, ella hizo un puchero—. ¿Ya desayunaste?

Negó con la cabeza.

—Vine directo para acá después de llamar al trabajo.

—Entonces deja que me vista y luego salgamos a algún sitio, ¿vale?

BadBoy: capítulos extrasWhere stories live. Discover now