Evan Bellamy se encuentra cursando su primer año en la Universidad. Tratando de sobrellevar los fantasmas de su pasado, un hermano con problemas de alcohol y la vida sin sus padres, con su actitud ingenua, algo torpe y su mala suerte saliendo a tope...
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Me miro al espejo una última vez. Mi vestido es negro, manga corta y me llega hasta un poco más arriba de la rodilla. Llevo el cabello peinado en una trenza hacía atrás, y unos cabellos se han escapado hasta caer a los lados de mi cara. Respiro profundamente antes de revisar mi teléfono por última vez. No hay ninguna mensaje de parte de Harry desde el último que le mandé, y una punzada de decepción me alcanza, pero la ignoro rápidamente. Hoy es un día especial para mí, y no quiero que nada lo arruine. Ni siquiera el hecho de que estoy preocupada por Harry. No, ni siquiera eso. Siento que Ethan entra a mi habitación y se mira despreocupadamente frente al espejo de mi tocador. Se peina un poco el cabello aunque le queda exactamente igual. Sonrío al verlo. Lleva puesto unos jeans oscuros y una pollera de manga corta negra. Nada muy formal, y supongo que solo tengo que agradecer el hecho de que me acompañe a ver a nuestros padres.
— ¿Ya estas lista? —me pregunta con un tono algo impaciente pero yo asiento.
—Sí, estoy lista.
Salimos de la habitación y bajamos hasta subirnos a su auto e ir rumbo al cementerio. Cuando le pregunto a Ethan por la chica que iba a acompañarnos él me dice que nos verá allá. Y por alguna razón tengo la esperanza de que Harry aparezca allá como lo prometió. Realmente quiero que aparezca.
Seguimos por unos cuarenta minutos conduciendo hasta que llegamos. El cielo esta nublado, pero el aire se siente cálido por lo que no tengo frío. Le hecho una mirada a Ethan quien estaciona el auto. Luce afligido y asustado, lo cual me preocupa de sobremanera. Sé que esto es difícil para él, se que esto le trae un montón de recuerdos dolorosos con consecuencias dolorosas, pero quiero que sepa que no esta solo en esto. No lo esta de ninguna manera. Soy su hermana, y ambos cargamos con la cruz de haber perdido a nuestros padres, y cargamos con todo los errores y problemas que sucedieron después de eso. Quiero que lo entienda, y quiero que sepa que no tiene que lidiar con esto solo, ni con el alcohol.
—Ethan—lo llamo, pero el sigue quieto. —Ethan—lo llamo otra vez. En esta ocasión pongo mi mano sobre la tuya que esta tensa sobre el volante. Él mira nuestras manos juntas y luego me mira a mi. Le sonrío con cariño, transmitiéndole todo mi apoyo. Quiero que lo sienta a través de mis ojos y a través de mi tacto. —Estamos aquí. Juntos.
Ethan parece calmarse antes mis palabras y eso me alivia todo el corazón. Toma mi mano entre la suya y la acerca hasta su rostro. Nos miramos por un momento hasta que finalmente Ethan apaga el motor del vehículo. Nos bajamos del auto y no dirigimos a la entrada. En el camino le compramos un ramo de rosas y lirios a una señora a la cual siempre le compro cuando vengo con Dalia. Ella me recuerda y me sonríe con amabilidad. Es de edad pero se mantiene muy bien a pesar de sus años. Ethan paga el ramo de flores esta vez y aprovecha de comprar otro más. Quiere que mis padres reciban todas las flores que les faltaron después de años de ausencia. Su comentario me parece hermoso y me llena de felicidad el corazón. Él realmente lo está intentando. Seguimos caminando hasta la entrada. Ethan deja de hablarme cuando mira hacía el frente. Parece haber visto algo y yo miro en la misma dirección. De pie ahí, se encuentra una chica; su cabello es de color caramelo, es morena, casi podría decir que de mi estatura, delgada y viste un vestido negro con pequeñas flores blancas. Está mirando en todas direcciones hasta que finalmente su mirada se cruza con la de Ethan. Entonces sonríe, y en ese momento me doy cuenta de que se trata de ella.
