Capítulo 24: Pequeña broma.

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Ethan

—Tengo hambre —dice, apenas llega y tira sin ninguna delicadeza su mochila en los sillones de la habitación

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—Tengo hambre —dice, apenas llega y tira sin ninguna delicadeza su mochila en los sillones de la habitación.

— ¡Ethan! — chillo. Apenas tiene tiempo para abrir sus brazos cuando corro a toda velocidad hacía ellos. Su pecho firme me trae una sensación de familiaridad tan exquisita y tranquilizadora, que es casi extraño. Me doy cuenta de lo mucho que lo extrañe en estas semanas —. ¿Cómo estás? Te extrañé mucho, ¿hiciste muchas cosas? Cuéntame todo.

—Evan...—me toma de los hombros alejándome de él— Tengo hambre, demasiada. He conducido horas y horas. Mis historias pueden esperar, el hambre no. Alimenta a tu hermano primero —agita mis hombros— ¿Sí?

Arrugo mi nariz, pero una sonrisa curva mis mejillas— Que grosero. Tu hermana te recibe con un abrazo y tú solo puedes pensar en comida —me quejo, fingiendo estar dolida mientras me encamino hacía la cocina.

— ¿Qué hay de comer?

—Lasaña, estúpido.

—Ouw, con lo que me encanta la lasaña, Evy, con lo que me encanta —su tono es entusiasmado, y casi puedo oír su barriga rugir desde la cocina. —Supongo que te has portado bien en estas semanas, ¿no?

— ¿Qué te hace pensar lo contrario? —alzo las cejas, sabiendo que no puede verme desde aquí. Abro el horno para sacar la bandeja en donde se guarda la lasaña caliente.

—Pregunto...No habrás traído ningún chico a casa, ¿no? —pregunta y mi corazón de paraliza por completo.

¿Cómo demonios él...?

—No sé a qué te refieres —trato de soltar una risa al final de la oración, pero más suena como si tratara de expulsar un hueso atorado en mi garganta.

—Solo bromeo —murmura con aire tranquilo y despreocupado, pero una ola de alivio me asalta al saber que no tiene ni la menor idea de que invité a pasar a un chico a altas horas de la noche y encima lo deje dormir en su cuarto y con su ropa.

Pongo un gran trozo de lasaña en un plato para Ethan, mientras que escucho los berrinches y apuros de mi hermano desde la cocina. Cuando pongo el plato en frente de él su sonrisa se ensancha de una manera que solo yo puedo percibir como felicidad y satisfacción absoluta; realmente esta hambriento. Aunque... ¿Cuándo no lo está? Sonrío, solamente porque extrañaba de cierto modo a mi hermano de esta forma, no de la otra, nunca podría extrañarlo de la otra forma. Aquella que es oscura y está llena de recuerdos tortuosos que le recuerdan el pasado de una vida que era plena y grata, una vida con unos padres que nunca dejaron que nos faltara nada, unos que ya no están con nosotros. Aquella parte que, sin embargo, es como la mía.

Un nudo se instala en mi pecho debido a los recuerdos, pero trato de apartarlos rápidamente de mi memoria. No quiero que Ethan me pregunte porqué el cambio en mi estado de ánimo, aunque perfectamente podría decirle que se debe al hecho de que lo he extrañado un montón, y hasta quizás se deba a eso. Los recuerdos aparecen en el momento en que lo siento más lejos de mí, no solo física, si no en la forma en la que somos hermanos, aquella conexión que siempre debería haber entre nosotros y que se rompe cuando se hunde en aquellas botellas de alcohol.

𝐁𝐎𝐎𝐊𝐒: Como si me leyeras ☕︎︎ 𝐡.𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora