Salimos del estudio y, mientras camino con él en dirección a la fiesta una chica de cabello rojo se nos acerca, bueno en realidad se le acercó a Dmitrick y le dio un fuerte abrazo seguido por un beso rápido en los labios.
Yo quedé fría observando la escena, y él, enseguida alejo a la pelirroja.
- ¿Trina, estás demente? - le preguntó molesto. - ¡Te he dicho que no tienes permitido besarme! - espetó molesto y la chica lo observó seria.
- No me digas que estás tras ésta - me observó con la ceja arqueada- Mojigata. – me dijo, y la fulminé con la mirada.
- Eso no es asunto tuyo. - le gritó y ésta no so movió de su lugar. - ¿Qué haces tú aquí? - ella le iba a responder, pero él enseguida la interrumpió. - Creo que fui muy claro con mis hombres al advertirte que te mantengas alejada de mí.
Me sentía como una madera, ellos hablaban, y yo solo observaba en silencio.
- Tal vez pasé desapercibida entre un grupo de viejos verdes que estaban invitados.
- Pues... quiero que te vayas, tu simple presencia arruina mi velada. - la chica arqueó su ceja y no me quitaba la mirada de encima. - No quiero ser grosero y armar una escena, sal o te mando a sacar con mis guardias.
Esta chica no pretendía moverse, y en cierto modo me hizo molestar.
- ¿Tienes algún retraso? - le pregunté a la pelirroja, quien me observó molesta. - No te quiere aquí... arrastrada.
Quiso venirse encima de mí, pero Dmitrick enseguida la tomó de los hombros y la alejó.
- Que te vayas. - le ordenó.
- Eres un imbécil. - espetó la chica saliendo a toda prisa de nuestra vista.
Dmitrick suspiró, y sin decir nada se apoyó en la pared.
» Qué manera de acabar con la magia. «
- Creo que buscaré a Luca. - traté de salir huyendo, pero él me sostuvo del brazo.
- Ella no es nadie en mi vida. - trató de explicarme y rodé los ojos, no tenía ánimos para esto. -Solo es una cualquiera que está obsesionada con mi dinero.
- Ninguna mujer merece ser llamada cualquiera. - respondí molesta. -Recuerda que tú también vienes de una.
- Mi madre fue una Santa, Trina solo es una puta barata. - eso me molestó.
¿En qué momento pasamos de los besos a pelear por esa tipa?
-Apuesto que cuando te la gozasteis no pensabas lo mismo. - espeté molesta.
No soporto que ningún hombre hable mal de una mujer, sea quien sea, merecemos respeto y aunque estuviéramos hablando de una mujer de la vida fácil, merece el respeto de parte de cualquiera.
- No, tienes razón.
- Lo siento, pero buscaré a mi hermano, que tengas un feliz cumpleaños.
Caminé molesta por el lugar y vi a Luca bailando con la misma chica. Me adentré más en la pista y le di un jalón en la camiseta a mi hermano, pues mis gritos fueron en vano.
- ¿Qué sucede pequeña demoníaca? - preguntó en voz alta, pues casi no podía escucharlo.
- Quiero irme a casa. - le dije.
- Afuera está el chofer, yo me quedaré un rato más. - este idiota.
- No quiero estar sola en casa. - le hice pucheros, pero me ignoró.
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La Hija De Un Mafioso
RomanceSegunda parte de la historia: La Elegida de un mafioso. Prohibida su copia o adaptación