Capítulo 45

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—Mintiendo A McGonagall En La Cara—

Gus encontró a Hesper en la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras guardándole un sitio al lado. Se sentó y dejó su mochila en el suelo suspirando. Se giró sonriente hacia su amiga y apoyó la cabeza en la mano del brazo que acababa de hincar en la mesa, dispuesto a comenzar una conversación.

—¿Qué te cuentas? —Preguntó sonriendo.

—No me estoy contando nada. —Contestó Hesper riendo.

—¿Sabes qué? Se me han ocurrido dos nombres para referirnos a nuestras formas animagas. —Susurró el chico.

—Impresioname. —Le dijo ella con una sonrisilla.

La profesora nueva de ese curso entró por la puerta sonriente, y entonces, Gus tuvo que coger un pergamino y escribir los nombres, porque la mujer parecía tener ojos en la nuca. Había sabido exactamente cuantas veces había bostezado Brutus McLaggen sin siquiera darse la vuelta.

En ese momento, Gus le pasó el trozo de pergamino en el que había escritos dos nombres, los suyos, y debajo de cada uno, el mote que se le habían ocurrido.

A ella la había denominado la señorita Tinker Bell, que era el hada de Peter Pan, y debajo ponía que había pensado en ese nombre porque ambas podían volar y ambas eran adorables. Hesper lo miró con una sonrisilla cuando leyó eso. Luego, a sí mismo se había denominado Marcelo, un nombre que vete a saber tú de donde demonios lo había sacado.
Ese día no hicieron nada más que copiar lo que decía la profesora en alto o por escrito en la pizarra, y después comenzaron a practicar movimientos de varita de algunos hechizos atacantes. La clase finalizó rápidamente y las primeras personas en salir del aula, fueron Hesper y Gus que corrieron hacia la enfermería como alma que lleva el diablo.

Hesper le había dicho a Gus que necesitaba llegar al ala del Hospital antes que la profesora McGonagall y el profesor Slughorn. Era de vital importancia llegar unos minutos antes para llevar a cabo bien su plan, sin ningún fallo que delatara la gran mentira del siglo que lleva ocho horas practicando para que saliera a la perfección. Había pensando en cualquier pregunta que pudieran hacerle y tenía respuesta para absolutamente todo, o eso creía ella.

Abrió la puerta de la enfermería de golpe, pero igual que James por la mañana, en silencio para que Madame Pomfrey no la pillase. Barrió la estancia con la mirada hasta dar con Peter que, igual que los otros dos, y que la chica morena del otro día que odiaba a Hesper, los miraban con el ceño fruncido.

Cuando Peter vio que la mirada de Hesper se detuvo en él, comenzó a inquietarse, y unos segundos después, vio a la chica correr hacia él con la cara más seria que la de su madre. Lo primero que se le ocurrió hacer, fue salir corriendo de esa camilla, pero rodó y cayó al suelo de lado. Al darse la vuelta, vio que Hesper ya había llegado hasta él. La miró aterrado, mientras que ella parecía buscar otra cosa.

—Gus ayúdame a subirlo de nuevo. —Indicó la chica.

Gus llegó hasta ellos, y un tanto vacilante, cogió a Peter de los pies y Hesper desde debajo d ellas axilas. Cuando lo alzaron, Hesper sintió como un músculo de la espalda se le contraía. Maldito Peter, ahí mismo entendió perfectamente los rostros de dolor de James y Remus cuando entraron con el chico en la enfermería. En cambio, Gus lo alzó con facilidad, Peter era por decirlo de alguna forma, algo más delgado que él, pero lo que Gus tenía, no era exceso de peso, bueno eso sí, pero tenía los huesos fornidos y al mismo tiempo un hombros anchos que empezaban a desarrollarse. En los tres años, seguía teniendo su carita bonita y adorable, pero había crecido tanto en alto como en ancho. Tenía la misma altura que Remus, y eso que el chico era el más alto de su curso.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora