Capítulo 32

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—A Gus Le Gusta...—

Hesper llegó en cinco minutos al hueco del retrato y dijo la contraseña agitada, mientras oía las quejas de la Dama Gorda. Al entrar en la Sal Común, corrió hacia las escalares, pero no podía más y se paró al pie de esta a recuperarse. No pasaron ni dos minutos cuando volvió a oír las quejas de la Dama Gorda y abrió los ojos como platos a la vez que subía a todo gas las escaleras hacia el dormitorio.

Al entrar en este, vio a Alice y a Lily dormir y entró como un rayo, cerró la puerta detrás y corrió hacia su cama, dónde se despojó de los zapatos y los tiró por ahí, la túnica y el uniforme, y cogió la camiseta que tenía preparada encima de la cama.

Se metió velozmente bajo las colchas, en una posición que pareciera que estaba dormida, se despeinó el pelo, y dejó las cortinas del dosel abiertas a posta. La puerta del dormitorio se abrió en ese momento, y Hesper cerró los ojos fingiendo estar sobando.

Sintió los pasos de Marlene acercarse a su cama, luego sintió la presencia de la chica mirándola, hasta que la escuchó hablar en un susurro a sí misma.

— Juraría que era tu risa. — Chasqueó la lengua levemente. — Creo que es el sueño.

Después de que Marlene se alejara hacia su cama, Hesper abrió un ojo y al verla de espaldas cambiándose, se mordió el labio para no reírse. Al cabo de un ratito, se quedó dormida como un tronco.

A la mañana siguiente, sintió alguien zarandeándola suavemente. Abrió los ojos con dificultad, pues los sentía pegados con pegamento. Se encontró con una sonriente Alice. Volvió a girar la cabeza hacia otro lado y se quejó a su amiga con un sonido gutural.

— Despierta, Hesper. Tenemos Encantamientos a primera y más te vale desayunar hoy, vamos. — La cogió del brazo y la sacó a rastras.

Hesper no se hizo rogar más y entró en el baño bostezando como un gato, con la ropa en un mano. Se duchó rápidamente y salió vestida.

Cogió su varita y de un movimiento se secó el pelo al completo dejándoselo desordenado. Cogió su mochila y los caramelos de cereza y fue a salir de la habitación, cuando la voz de Alice la detuvo.

— ¿No pensarás salir con ese pelo, verdad? — Preguntó cautelosamente.

— Me da pereza peinarme. — Le contestó la azabache bostezando de nuevo.

Alice chasqueó la lengua negando con la cabeza y cogió a Hesper del brazo para sentarla en la cama de un tirón. Sacó el cepillo de su amiga de un cajón de la cómoda y comenzó peinarle el pelo haciendo que la cabeza de la chica se ladeara hacia un lado u otro dependiendo de por donde cepillaba la otra.

Cuando terminó de desenredarle todos los nudos, se lo recogió en una trenza de raíz sin dejar ni un mechón suelto y haciendo resaltar más su rostro claro.

— Ahora si puedes irte. — Le dijo Alice sonriente.

— Gracias, Alice. — Le sonrió Hesper mientras salía del dormitorio.

No sé encontró a Gus en la Sala Común, por lo que supuso que el chico estaría ya en el Gran Comedor, y acertó. Gus, se encontraba sentado en su sitio alejado de siempre y esperándola, sin tocar absolutamente nada. Cuando Hesper fue para sentarse, vio en la mesa de Slytherin a Evan, que levantó la cabeza y al cruzar su mirada con la de Hesper le sonrió ampliamente con ojos brillantes. La azabache le devolvió la sonrisa y se sentó frente a Gus, que ahora miraba con ojos entrecerrados al Slytherin.

— Que mal me cae ese chico. Tengo el presentimiento de que te dice cosas malas sobre mi para que me empieces a odiar. — Dijo dramatizando, pero no de broma.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora