Capítulo 1: "Acaso ¿Es una broma?"

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-Ese es el punto, adiós.

-¡Amy!

-Mamá, papá -dije volviéndome con expresión de perrito faldero, pues usualmente funcionaba-, tengo muchos planes para estas vacaciones e ir a ese aburrido campamento arruinará todo. Se lo prometí a Gerty, la acompañaría a una fiesta este sábado.

-Qué lástima porque te lo perderás -respondió mi padre encogiéndose de hombros-. Vamos niña porque si dentro de una hora no tienes nada empacado, te irás con las manos vacías.

Los miré furibunda, y sin más opción subí la escalera protestando a los cuatros vientos ¿Por qué saltaban con esto de la nada? Si fuéramos de vacaciones sin Ryan, accedería sin problemas pero ese chico era como mi enemigo y estar junto a él, no me agradaba demasiado, ya que esta vez no habría juegos de fútbol americano y no podríamos compartir ni el aire.

Preparé mi gran maleta con lo justo y necesario. Unas cuantas camisetas y pantalones lo arreglaban todo, solo que a pesar de no tener prendas tan variadas, había llevado tanto, que no podía ni cargarla. Faltaban unos diez minutos para marcharnos y ya estaba más que molesta, sabía que Ryan, el cara de piedra me molestaría en el trayecto hacia la reserva Roshmore que quedaba a unas cuatro horas de la ciudad, así que tomé el iPod nano que me había comprado con mis ahorros y lo guardé en mi bolsillo de la chaqueta. Cuando me observé en el espejo noté que no estaba tan mal vestida, pues solo llevaba un short, una camiseta manga tres cuartos y simples zapatillas. El pelo lo até a una cola de caballo, ya que no quería que interfiriera en mi visión. Justo cuando tomé mi móvil de la mesita de noche, mis padres me llamaron desde la planta baja para partir. Estaba preparada, ya tenía mi maleta, estaba cambiada, tenía mi iPod pero algo más faltaba... Hasta que recordé algo sumamente necesario para mí. La pelota que me había regalado mi padre y con la que jugué durante estos 3 años con Ryan, que no lo menciono porque sea importante este acontecimiento, sino porque, bueno, con el único que jugaba era con él.

Corrí hasta el galpón del patio y la saqué. Estaba embarrada de la última vez que la usamos con Ryan, hacía unos meses atrás, luego de no volver a hacerlo. En realidad, extrañaba jugar pero si ese chico ya era maduro a los doce años, imaginen a los quince, pues era todo un adulto, hablando mal y pronto. La cuestión es que la iba a llevar nuevamente, una nunca sabe cuándo la necesita, es decir, a veces cuando estaba triste o deprimida en secreto y nadie lo sabía, esperaba toda la semana para jugarle un partido a Ryan y descargar toda la tensión, así que llevarla a la reserva no era una mala idea. Pude oír a mi padre abrir la puerta del patio trasero.

-Amy ¿Qué esperas? La casa rodante de los O' Donnell/Cooper está en la entrada, apresúrate ¿Casa rodante con que nombre? Sí, los apellidos de las familias. O' Donnel la nuestra y Cooper la de Ryan. Un poco... patético.

-Ya voy papá ¿Puedes llevar mi maleta? Pesa demasiado y no puedo cargarla.

-Claro, yo iré saliendo, así que tú cierra la puerta.

-Bien.

Limpié un poco la pelota con un trapo viejo y ¡Voila! Como nueva. La guardé en una bolsa plástica para que no volviera a ensuciarse y cerré la puerta del patio trasero. Lo único que debía hacer era mover mi trasero fuera de la casa para ir a la rodante, donde las dos familias compartirían viaje. Verifiqué que todo estuviera en orden antes de salir, así que cerré un par de ventanas que se encontraba abiertas. Una vez que me dirigí a la puerta y la abrí, me encontré cara a cara con Ryan que tenía una expresión seria, pero no me sorprendió.

-Hola tonto ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar dentro de la casa rodante?

-Vengo a ayudar a tu padre, así que no interfieras en mi camino -respondió con su característica voz grave, empujándome suavemente a un costado y entrando a mi casa para buscar las maletas que quedaban en el recibidor. Ciertamente las olvidaba.

-Espera ¿Y mi padre? ¿No era él quien las subiría?

-¿No puedes ser más amable y ayudarlo? No es tan joven como piensas que es... Bueno, así eres O' Donnell, tan egoísta como siempre -me ponía furiosa que me llamara por mi apellido pero debía aceptarlo, él nunca mencionó mi nombre "Amy"

-Cállate, tú eres el menos indicado para darme lecciones de amabilidad a mí.

-¿Eso crees? Te recuerdo que yo lo estoy ayudando, no tú -me sacó la lengua y tomó las maletas para sacarlas fuera de la casa. Con otras personas era muy maduro y amable pero conmigo era todo lo contrario, infantil, competitivo y mal educado... Me sacaba de quicio-. No olvides cerrar la puerta, no vaya a ser que por tu idiotez desvalijen la casa.

-Cállate tonto, ten cuidado de no caerte con las maletas, son tan pesadas para un debilucho como tú.

-No me digas ¿Soy debilucho? Lleva tu maleta hasta la casa rodante tú solita, señorita musculosa.

-Ni siquiera lo pienses -pero ya era tarde, él dejó mi maleta en medio de la acera y continuó cruzando, ya que la casa rodante estaba enfrente-. Espera, no puedo llevar eso.

-¿En serio eres tan débil O' Donnell?

-No lo soy y te lo demostraré -siempre conseguía hacerme enfadar y terminaba haciendo todos los desafíos que él me proponía. Me molestaba conmigo misma por ello.

Cerré la puerta con llave y tomé la manija de la maleta. Él ya había guardado la que tenía en la casa rodante y se encontraba apoyado de espaldas a este, mirando mi espectáculo. Intenté tirar hacia arriba una y otra vez para elevarla, pero me fue imposible. Nuestros padres hablaban sin parar y no se percataban de nosotros. Ryan continuaba allí cruzado de brazos, sin emitir ni una sonrisa pero sabía que lo estaba haciendo, solo con  su mirada amenazante que me retaba a que no lo iba a conseguir. Miré hacia mi lado derecho y me percaté que a lo lejos venía un coche a toda velocidad, si no me apresuraba, terminaría hecha puré con una maleta incluida. Lo miré nuevamente, esta vez con desesperación y este solo se encogió de hombros como preguntándome: "¿Qué harás ahora?" No sé cómo me guarde las ganas de insultarlo. Saqué todas mis fuerzas a la primera pero no pude hacer nada. A la segunda la moví un poco pero mientras más intentaba, el auto se acercaba. Estaba a unos metros de mí,  así que todo lo vi en cámara lenta, parecía una película... Vi el rostro de Ryan que ni siquiera se movilizó mientras yo levantaba la maleta y el coche me pasaba a centímetros de mi cuerpo. Me había salvado de milagro y él aún continuaba cruzado de brazos. Cuando todo tomó su velocidad normal, este se despegó de la caravana y se acercó a mí.

-Muy bien, déjame el resto a mí -respondió serio.

-¿Eso solo dirás? -exclamé mientras tomaba bocanadas de aire. Estaba aterrorizada, estuve a punto de que me arrollara un coche y él ni siquiera se había molestado en intentar ayudarme. 

-Sí ¿Cuál es el problema? -preguntó mirándome de soslayo.

-Muérete Cooper -le respondí con el ceño fruncido, metiéndome en la casa rodante con los brazos cruzados.

Ni siquiera habíamos comenzado el viaje y ya estaba furiosa. Tenía ganas de rodear su cuello con mis manos y asfixiarlo hasta que sus pulmones quedaran sin aire y... Bueno, debía controlarme, con eso ya se notaba mi odio hacia él. 

Al subirme, saludé a sus padres que eran tan bondadosos conmigo a diferencia de Ryan. Siempre me quisieron como una hija más y sabía que eran buenas personas en quienes podía confiar, obviamente que al único hijo de ellos, ni muerta. No se habían dado cuenta de absolutamente nada de lo que había sucedido allí afuera, ya que ellos se encontraban del otro lado de la gran Caravana. Eso me alegró un poco, no quería que vieran aquella estupidez de mi parte. Me senté en el sofá que tenía dentro y saqué mi iPod del bolsillo. Me propuse escuchar música hasta llegar. Sí, cuatro horas fuera de ese mundo gracias a la música. En ese momento era mi mejor opción. Lo prendí y observé una inesperada advertencia en su pequeña pantalla: "Recargue la batería" La pantalla se apagó y al instante, me entraron unos nervios inexplicables. Mi única salvación había desaparecido. Todos los que estaban en la acera, subieron. Mi padre el conductor, esperó a que cada uno estuviera preparado para partir y en cuanto lo notó, gritó: "¿Están listos para divertirse?" Y la mayoría lo afirmó, menos yo y Ryan que nos miramos con profundo odio. Lo único que me preguntaba era que sería de mí en un mes...

Tenías que ser tú... © [#TQST1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora