21.

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-No puede ser verdad...-susurré al verla entrar por la puerta, mientras las lágrimas comenzaban a brotar incontroladas de mis ojos; y cuando Ana se acercó a mí para abrazarme, me aferré a ella como si me fuera la vida en ello.-Estás viva... estás aquí...-sollocé.
-Claro que estoy viva, tonta.-rió jovialmente.-La que ha estado en coma tres meses eres tú.-se apartó ligeramente con una sonrisa en el rostro.-Pero no llores, boba, que estás de vuelta.
-Todo ha sido un sueño...-murmuré, y ella me miró extrañada.
-¿El qué ha sido un sueño?-preguntó.
-Es una larga historia... pero te la resumiré lo mejor que pueda.-suspiré.-Es muy raro todo... tú moriste en el accidente, yo salí bien, pero rompí con Blas al poco porque me había puesto los cuernos. Entonces me fui a Barcelona a un centro de rehabilitación porque tenía anorexia, y escribí un libro y lo publiqué; y Rocío era mi mejor amiga, y conocí a un tal Marcos, y luego Álvaro me encontró, porque habíamos dejado de hablarnos, pero con David seguía teniendo contacto; y Álvaro y yo nos enamoramos y empezamos a salir a escondidas, pero luego cantamos una canción con las chicas de Sweet California y Blas se enteró de lo nuestro, y...
-Para el carro, bonita.-me interrumpió.-¿Tú y Álvaro? ¿Blas poniéndote los cuernos? Esto da para un libro, niña.
-Siempre pensando en lo mismo.-negué con la cabeza, y ella rió.
-Ya me conoces.-se encogió de hombros.-Y da gracias que no te retiro la palabra por matarme en tus sueños, eh.
No pude evitar reírme al escucharla decir aquello, era ella, estaba ahí, viva, a mi lado. Todo había sido solamente un mal sueño, una pesadilla, un mundo paralelo creado por mi imaginación durante esos meses en coma; pero aún así...
-¿En qué piensas, cielo?-me preguntó Ana, curiosa.
-En que no sé qué voy a hacer ahora.-suspiré.-Quiero decir... ¿le cuento a Blas todo esto? El sueño, aunque fuera fruto de mi imaginación, para mí ha sido muy real... y antes, cuando me he despertado y he visto a Álvaro... he sentido cosas... por él.
-Yo creo que lo mejor que puedes hacer es esperar, y ver qué pasa... No te precipites, ¿vale?
Asentí con la cabeza y suspiré. No pudimos hablar mucho más porque llegó el médico, alertado por Álvaro, a hacerme un reconocimiento y ver que todo estuviera bien, y Ana tuvo que salir. Afortunadamente todo estaba en orden, tendría que pasar allí la noche, y al día siguiente me harían pruebas; pero si todo estaba bien, probablemente antes de dos días estaría en casa.
Nada más salió el médico de mi habitación, la puerta volvió a abrirse, y entró Blas corriendo, con un ramo de flores y los ojos llorosos; pero con una sonrisa que le iluminaba toda la cara.
-¡Mara!-dijo, abrazándome con fuerza, dejando el ramo sobre mi regazo.-Estás aquí... estás de vuelta...-sollozaba.
-Sí, cariño, estoy aquí.-murmuré.
Aquello se me hacía raro, lo último que pensaba era que todo había sido cosa de mi imaginación; y seguía pensando en que a quien tendría que estar abrazando era Álvaro.
-Te he echado tanto de menos...-dijo, separándose, para poder mirarme a los ojos.-No vuelvas a irte de mi lado, Mara...
Los ojos se me aguaron involuntariamente al escucharle decir aquello. Me sentía culpable. No había hecho nada en realidad, pero a pesar de ello, seguía sintiéndome mal; seguía sintiendo que él no merecía que yo estuviera pensando en Álvaro mientras él estaba ahí conmigo.
-¿Ocurre algo, pequeña?-me preguntó, al ver que no reaccionaba.
-No... no es nada... yo también de he echado de menos.-mentí, dejando escapar un sollozo; y él me abrazó, para luego besarme con infinita ternura, aunque aquel beso estaba teñido de amargura.
Durante el tiempo que estuvimos a solas, hablando de lo acontecido durante esos meses, casi logré olvidar todo lo que pasaba por mi mente, reír con él y que mis carcajadas fueran sinceras; mirarle a los ojos y sentir ese hormigueo que antaño sentía sólo con saberle cerca mía.
-¡BICHITO!-escuché exclamar desde la puerta, interrumpiendo una conversación sobre la madre de Blas, y una sonrisa de oreja a oreja se pintó en mi rostro.
David corrió hacia mí y me abrazó con fuerza, estrujándome entre sus brazos, y besó mi cabeza con ternura. No pude evitar echarme a llorar como una niña pequeña entre sus brazos, que eran uno de mis lugares favoritos en el mundo; y él tampoco pudo contener sus lágrimas, que rápidamente empaparon mi hombro.
-Dav... tranquilo, estoy bien, no llores más.-le dije, cuando me calmé un poco, tratando de consolarle.
-Lo sé, pero te he echado tanto de menos...-dijo esbozando una sonrisa, y volvió a abrazarme.-Te quiero muchísimo, bichito.
-Y yo a ti, pastelito.-sonreí, acariciando su pelo y aspirando el olor de su colonia; que era la misma que llevaba el primer día que le vi.
Durante el resto del día, vinieron todos a verme: Dani, Carlos, Bea, Sonia, Alba e incluso Rocío. También vinieron mis tíos y mis abuelos, acompañando a mis padres y mi hermana. Al caer la noche, y compinchada con Rocío, que me había contado que Blas llevaba muchas noches sin dormir; logré que se fuera a descansar esa noche, pero a la hora de determinar quién se quedaría haciéndome compañía en su lugar, no tuve demasiada suerte: Álvaro se ofreció voluntario y todos parecieron conformes.
-¿Cómo te encuentras?-preguntó, sentándose a mi lado.
-Confusa.-suspiré.-Yo... necesito contarte algo, Álv...
-Puedes decirme lo que sea, Mara, lo sabes.-me animó, cogiéndome de la mano.-Confía en mí.
Cerré los ojos momentáneamente para armarme de valor, y tras pensar un momento cuales serían las mejores palabras, me decidí a hablar.
-Blas no sabe nada todavía... sólo Ana lo sabe... pero necesito contártelo...-suspiré, volviendo a cerrar los ojos, y al abrirlos, los clavé en los suyos.-He soñado mientras estaba en coma, Álv. En ese sueño, Blas me engañaba con otra, y yo caía en depresión porque Ana había muerto en el accidente. Entonces nos separamos y yo me fui a Barcelona, pero nos volvimos a encontrar y... me enamoré de ti.
Álvaro estaba mudo, mirándome a los ojos como si se hubiera quedado congelado, tal vez pensando en una respuesta lo suficientemente buena como para que mereciera la pena hablar.
-Mara...-balbuceó con un hilo de voz.
-Álv, sé que es muy extraño, pero lo que sentía en el sueño era muy real... aunque no te negaré que esta tarde con Blas ha sido como si no hubiera pasado nada; al despertarme y verte he sentido muchas cosas que no debería...
Seguía mirándome, sin saber qué decir; hasta que se levantó de la silla y me dió la espalda, nervioso, para luego volver a mirarme.
-Mientras estabas en coma veníamos a diario a verte.-empezó a hablar.-Solía hablarte de cualquier cosa, esperando que reaccionarás, y un día se me ocurrió decirte que estaba enamorado de ti. Porque lo estoy desde el primer día, Mara, y que me digas esto ahora... No puedo aconsejarte como quieres, no puedo ser objetivo; y ahora que ya lo sabes todo, creo que debería irme.
-No.-le detuve.-Quédate conmigo, por favor.
No pudo negarse, tampoco quiso hacerlo. Se acercó a la cama y se agachó para abrazarme. Me hice a un lado y le dejé sitio para que se tumbara conmigo, aunque acabé prácticamente subida encima suya, porque no cogíamos bien en la cama.
-Siempre voy a estar aquí contigo, decidas lo que decidas.-me susurró, y así, acurrucada en su pecho, me quedé dormida.

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Pasó una semana hasta que me dejaron salir de aquel hospital, y en toda aquella semana, ni Álvaro ni Blas faltaron a su promesa de no separarse de mí; cosa que no me ayudaba demasiado.
Me trasladé a casa de Ana, que había cogido quince días de vacaciones para pasarlos las dos juntas antes de irse a Barcelona a cerrar los trámites de la publicación de una novela que les había llegado hacía poco.
En esa semana también intenté acercarme un poco más a Rocío, sentía una especie de vacío en mi pecho al sentir la frialdad de su trato hacia mí; y en una de las veces que se quedó a solas conmigo gracias a la ayuda de Álvaro, le conté todo lo del sueño (omitiendo la parte en la que me enamoraba de Álvaro), y que había sido tan real que la echaba de menos como amiga; y aunque no comenzamos a ser las mejores amigas del mundo, aceptó de buen grado empezar de cero e intentar forjar una buena amistad.
-¿Necesitas algo?-me preguntó Ana, tras cerrar la puerta de la entrada, por la que acababan de salir mis padres.
-Un poco de orden en mis pensamientos.-suspiré.
-¿Aún no sabes lo que vas a hacer?
-No tengo la más remota idea... Pero no dejo de sentir que les estoy engañando a ambos con esta situación. Y lo peor es que Blas ni siquiera sabe lo del sueño.
-¿Crees que Rocío se lo haya contado?
-No, no lo creo. Confío en ella.
Ana hizo una mueca. Aquello le resultaba tan raro como a cualquiera, pero era normal. La que no era normal era yo. Ese sueño había cambiado muchas cosas en mi interior.
Pasaron semanas, se cumplió un mes de que yo hubiera despertado, y aunque seguía con Blas, las cosas no eran lo mismo. Él se esforzaba constantemente por hacerme sentir querida, y lo conseguía; y lo cierto era que yo le quería, le quería muchísimo, pero de vez en cuando Alvaro cruzaba por mi mente y me descolocaba por completo.
Empecé a pasar mucho tiempo con Dani. Él y Cris habían roto, por lo que sabía que necesitaba una amiga a su lado. Y yo le necesitaba a él. Le conté lo del sueño y no me juzgó. Sabía que no lo haría, pero aún así me sorprendió.
Al pasar prácticamente todo mi tiempo con Dani, había empezado también a pasar tiempo con Edgar, ya que vivían juntos. Ana decía que parecíamos el trío de oro, porque llegó un momento en que íbamos juntos a todas partes.
También le conté a Edgar sobre el sueño. Le conocía menos que a Dani, pero lo suficiente como para saber que era digno de confianza. Y me lo demostró. Y me aconsejó que simplemente dejara la cosas fluir.
Así que eso hice. Blas venía a menudo a verme, seguíamos siendo una pareja "feliz". Yo le quería muchísimo. El problema era que el querer dejó de bastarme.
Álvaro dejó de llamarme. No sé por qué, tal vez pensara que había decidido, y que había escogido a Blas antes que a él. Realmente no había sido así, ni siquiera había escogido. Simplemente dejé las cosas fluir, como me dijo Edgar que hiciera.
Empecé a salir mucho más con Dani y Edgar cuando Auryn anunció que se separaban. Recuerdo que Blas me dió la noticia y me pasé toda la tarde llorando en su hombro. Me dijo que iba a ser una separación temporal, que volverían. Pero no lo sentí así.
David y mi prima cortaron. La que parecía la pareja perfecta, se rompió de la noche a la mañana. Y David, igual que Alvaro, se fue alejando poco a poco de mí. De repente, tenía cosas más importantes en su vida que los que habíamos estado ahí con él tanto en las buenas como las malas. Le echaba de menos, pero Blas me dijo que David había cambiado desde que había roto con Bea. Y no pude hacer más que darle la razón.
Blas y yo rompimos en Septiembre, justo una semana después de mi cumpleaños. Los dos llorábamos, pero entendimos que habíamos estando estirando algo que no había vuelto a ser lo mismo desde que me recuperé del coma.
A pesar de que rompimos, no dejó de llamarme una sola vez. Él me quería, después de todo, y yo a él. Simplemente se nos desgastó el amor.
Acabé perdiendo contacto con él varios meses después. Seguía yendo con Dani y Edgar, ellos me ayudaron a superarlo.
Pero nada volvió a ser lo mismo de nuevo. Tampoco yo era la misma.

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