—La abandoné... y embarazada.

—¡Ay, ya! —estrujó Tannlos obligándolo a levantarse de la cama. —No fue tu culpa, ni siquiera lo sabía.

—¡Pero debí suponerlo! —Se defendió Hiccup empujándolo. —Hice el amor con ella, no nos cuidamos... debí... debí... suponer. ¡Debí saberlo!

Un puñetazo en la cara fue lo que recibió por respuesta, cayó debido al impacto viendo desde el piso a su agitado hermano, quien furioso volvió a tomarlo de la camisa, también tenía los ojos llorosos.

—¡No fue tu culpa y de nadie... fue un accidente! Nada le devolverá la vida a ese niño. Lo único que queda es seguir adelante. Así que ¡báñate, come algo, y VE A VERLA!

Con más tranquilidad, Tannlos aflojó el agarre al mismo tiempo que Hiccup asentía haciéndole caso, Valka, quien sólo había cubierto sus ojos sabía que era el único modo en que sus hijos se comprendía y se ayudaba: a golpes.

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El señor Hofferson llegó al hospital por la mañana, a su parecer ya había dejado a Astrid sola lo suficiente para estar en duelo, además que la darían de alta. Para hacer las paces, le compró unas flores, aunque bien sabía que eso no la haría superar aquella supuesta perdida.

No se arrepentía de nada, su pequeño nieto ya había sido llevado a una casa hogar, unos cuantos movimientos de influencias y había quedado listo. Creyó que lo mejor para él es que viviera en un hogar que le diera todo el tiempo que necesitara, pues su verdadera madre estaría muy ocupada en giras como para atenderlo.

Ya no había obstáculos, así que se pondría a trabajar arduamente con su hija.

—Astrid soy yo. —tocó la puerta antes de entrar y sin recibir alguna respuesta entró. —Te traje unas...

Pero gran sorpresa se llevó al ver que no había nadie en la camilla. Fue a preguntar a la enfermera recibiendo como respuesta que el doctor la había dado de alta y se había marchado.

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Aun le dolía el cuerpo, pero con los medicamentos que le dio el médico soportó para caminar hasta aquella casa. Sólo tenía poco dinero, el mismo que llevaba en su bolso el día del accidente y la ropa que traía puesta se la habían enviado las mucamas de su papá. Con esas pocas pertenencias y un poco de ayuda empezaría una nueva vida.

Tocó la puerta de la casa que desde meses no veía, al abrirla se encontró con un hombre bonachón de cabello rojizos con tatuajes en brazos y cara.

—¡Astrid! ¡Cuánto tiempo! —saludó impresionado y a la vez espantando por la condición de la chica, la cual a la vista lucía débil y pálida. — ¿Qué te pasó?

—Hola Dagur...—Le sonrió con debilidad, ignorando lo demás — ¿Está Heather? —Comenzó a llorar.

Fue suficiente para el muchacho saber que algo andaba mal, la dejó pasar a su casa para poder ayudarla.

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Los hermano Haddock llegaron al hospital, al preguntar por Astrid le notificaron lo mismo que a Hofferson, que la violinista se había ido una vez que la dieron de alta, haciéndoles el comentario que se había ido antes de que llegara su padre.

—Pues a buscarla. —Sugirió Tannlos

Pero Hiccup no parecía estar en el mismo plan que su hermano.

—No, es suficiente.

— ¡¿Otra vez?!

—Es lo mejor. —decidió Hiccup. —Nunca nos podremos recuperar de esto, en especial ella. La conozco, sólo le ocasionaré problemas.

— ¿entonces...?

—Me iré, desharé la banda es un hecho... ya no me importa nada.

Tannlos dio un grito ahogado, su hermano ahora sí lo decía en serio, era el fin de todo y ya no podría detenerlo, y no pudo pues al día siguiente, sin siquiera despedirse, Hiccup se había marchado de Berk.

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Con la ayuda de Dagur, Astrid logró viajar a Stavanger donde dijo que ahora vivía Heather, la cual estaba en una gira. Le pidió que no le dijera nada, más que nada para su padre no la rastreara y amenazara a sus amigos.

Llegó a un complejo de departamentos, y de acuerdo a los datos otorgados por Dagur, buscó el de su amiga. Al llegar, tocó el timbre y se acomodó el cabello y respiró tratando de contener aquel dolor que todavía no se iba y que nunca se iría.

—¡Astrid! —Saludó heather al abrir la puerta y rápidamente la abrazó. —¡Que alegría!¿Dónde te había metido? Te extrañé amiga. ¿Qué haces aquí?

Y a pesar de que Astrid se había prometido aguantarse el dolor, no pudo evitar quebrarse ante el cálido abrazo de su amiga, se aferró a esta, avergonzada de que la viera llorar.

—Astrid...¿ qué pasa? —Heather sintió el apretón que le dio y en sí todo su dolor, no sabía que le había pasado, ni por qué estaba ahí, pero la ayudaría. —Tranquila... ya está todo bien, yo estoy aquí. —

Y como respuesta la rubia asintió y se aferró más a ella. Era lo único que le quedaba, muy a su costa y del dolor que sentía tenía que empezar una nueva vida.

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Y CREO QUE AQUÍ TERMINAN LAS PARTES DEL PASADO, DE AHORA EN ADELANTE SERÁ SOLO DEL PRESENTE. ¿ESTA FAMILIA LOGRARÁ REUNIRSE ALGÚN DÍA? ;)

NOS LEEMOS.

12 DE JULIO 2016

Escuchando a tu destinoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt