Capítulo 13

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—Un edifi… ¿Van Ewen Company? ¿Christopher qué esto?

—Un edificio, ¿no es obvio?

—Obviamente es un edificio, pero tiene tu apellido.

—Lo sé, tengo que hacer creer al estado que soy rico por algo, y qué mejor manera de tener tu propia empresa.

—Entonces además de ser un mafioso... eres un empresario también.

—Y uno muy exitoso, aunque no lo creas.

—Esto es el colmo, ¿entonces por qué no dejas la mafia y ya?

—¿Crees que es tan fácil así? Soy el número uno Tylor, el número uno en Estados Unidos y Canadá, es prácticamente imposible, todos en el mundo de la mafia me conocen, no puedo dejarlo. Ya hemos hablado de esto.

—No te estoy pidiendo que lo hagas, solo pregunté el por qué no lo dejabas, no que lo hicieras, además, yo te amo tal cual y cómo eres.

—Señor, lamento interrumpirlos pero nos han seguido, no podemos seguir parados aquí—dijo Frederick mirándolo.

Me removí incómoda y asustada, nos siguieron ¿quienes? Maldición no sé qué hacer, no tengo nada que hacer.

—No pasará nada—Christopher trató de tranquilizarme.

Frederick al volante era un completo experto, iba a toda velocidad, esquivando carros y carros, metiéndose por callejones tratando de desviar a los que nos seguían y sin tocar nada.

—Los vidrios Christopher, pueden dispararnos e inmediatamente se…

—Son vidrios antibalas, Tylor. Quédate tranquila en tu lugar, Frederick sabe muy bien qué hacer.

Me desabroche el cinturón y me aferré a él.

—Por mas que quiera tener así, debes volver a tu lugar y colocarte el cinturón, es por tu seguridad.

Me separé de él, comprendiendo lo que decía y me quede tranquila en mi lugar. Por su lado, Christopher hizo algunas rápidas llamadas y cuando menos me di cuenta que estaba aturdida y mis ojos se cerraban solos con fuerza.

_____

—Quédate tranquilo, Christopher. Despertará pronto.

Por más que intentara abrir los ojos no podía.

—No puedo estarlo sabiendo que tengo la maldita culpa, Edward.

—No es tu culpa por el amor de Dios, reacciona Van Ewen.

—No puedo, no hasta que despierte y sepa que está bien.

Escuché abrirse una puerta y luego una voz desconocida habló.

—Ya deben salir, señores. El horario de visita terminó.

—No me venga con esa mierda de horario de visita, es mi novia la que está en una cama sin despertar maldita sea, no me iré de aquí y le advierto que no se le ocurra sacarme porque…

—¡Despertó¡—avisó Edward interrumpiendo a Christopher.

Poco a poco abrí un poco más los ojos tratando de acostumbrarme a la tenue luz.

—¿Qué está pasando?—pregunté desorbitada.

—Por el amor de Dios, estas bien—dijo Christopher en una voz baja acercándose.

—Señor le pido que por favor se retire, debo examinar a la señorita.

—De ninguna manera, no me iré, ya se lo dije.

Traté de sentarme pero el dolor en la espalda no me lo permitió, haciendo que me quejara.

—¿Qué pasó, Christopher?—pregunte con las lágrimas corriendo por mis mejillas.

Christopher tenía algunos morados en la cara y pequeños raspones.

—Lo siento, de verdad lo siento, princesa. Te dije que todo estaría bien y no…

—¿Qué pasó, Christopher?—volví a preguntar. No soportaba que se estuviera culpando.

—¿No recuerdas nada?—me preguntó.

Me quedé un rato en silencio tratando de recordar.

—Frederick te avisó que nos estaban siguiendo, estaba nerviosa y me mandaste a poner el cinturón, luego todo se volvió negro. ¿Qué pasó luego?

—Dispararon una rueda de la camioneta y por la velocidad que íbamos Frederick perdió el control y nos estrellamos.

Estaba con la boca abierta.

—¿Qué te pasó a tí?

—Nada grave, no te preocupes. Solo unas pequeñas lesiones y raspaduras, nada más.

—¿Qué hay de Frederick?

—Está bien, no sufrió nada, solo algunos golpes al igual que Edward.

—Ustedes dos estan peores—dijo Edward encogiéndose de hombros.

El doctor se acercó con dos enfermeras que no me di cuenta cuando entraron y comenzaron a revisarme.

—¿Cómo está?

—Si le permití quedarse le pido que haga silencio, señor Van Ewen.

Christopher frunció el ceño y se sentó en el sofá junto a Edward.

—La tendremos unas horas más en observación—habló el doctor luego de algunos minutos revisando mi estado de salud—, necesitamos asegurarnos de que este bien para poder darle el alta. Recuerde que estuvo inconsciente por diez horas. ¿diez horas? Usted está muy bien—me miró—, solo fueron golpes superficiales, aunque nos preocupa el de la cabeza, por eso la tendremos unas pocas horas más, señorita. Hasta que los exámenes estén listos.

—Gracias, doctor—traté de sonreír.

El doctor asintió y se retiró con las enfermeras, quienes me inyectaron para el dolor.

—¿Dónde te duele?

—La espalda, la cabeza y… los brazos—me encogí de hombros.

No me he visto la cara, pero se que parezco recién salida de The Walking Dead.

Edward se levantó del sofá y caminó hasta la puerta.

—Le avisaré a Avery que estás bien, está muy preocupada por tí, apenas le avisé del accidente casi muere, no pudo venir por Estella—Se disculpó.

—Dile que no se preocupe y que gracias por estar pendiente.

—Ya ve a casa, primo. Dile a Frederick que vaya a descansar también, Robert y dos más del equipo ya están aquí.

Edward asintió y luego se despidió.

¿primo? Primera vez que se expresa así.

—Pasen buena noche, cuidate, Tylor.

—Nos vemos, gracias, igual tú.

Cuando estuvimos solos, Christopher se sentó a  mi lado, en la incómoda camilla.

—Me asustaste tanto—confesó.

—Estoy bien.

—Y todo esto es por mi culpa, Tylor. He estado pensando tanto en estas diez horas, las más largas de mi vida, por cierto, y creo que es mejor... separarnos...

Amor ClandestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora