[Entre los límites] Tate y tu

capítulo 4

¡Holaa! Como prometí aquí tienen el capítulo. Va a ser el más corto de todos porque tengo pensado hacer muy largo el siguiente. Bueno sin mas que decir...disfrutad el capítulo.
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Capítulo 4

Tate estaba a sólo unos centímetros de mí, apenas podía pensar que iba a hacer cuando sentí que me estaba levantando la camiseta.

- Sabía que tenías algo, no dejabas de tocarte este lugar. -dijo acariciando el lugar donde esos imbéciles me pegaron la patada, no lo había mirado hasta ahora. Me sorprendí al ver que era un moratón, no era la primera vez que me hacía uno, pero éste era de colores muy oscuros y violáceos.

Le sonreí con una mueca en cuanto noté que presionaba un poco el moratón:- Estoy bien, esta cosa sólo me va a durar un par de semanas.

Tate me miró fijamente.

- ¿Tienes más heridas? -preguntó con aquella mirada tan hipnotizante, negué con la cabeza.- ¿seguro? Porque no me molestaría tener que revisarte para ver si mientes. -dijo con burla pero con un trasfondo de seriedad. "A mí tampoco me molestaría que lo hicieras" pensé y me sonrojé ante ello.

- Tranquilo, también me duelen los nudillos pero eso es por los golpes. -dije riéndome, al segundo Tate se estaba riendo conmigo.

- Voy a ir a ducharme, después de lo de hoy, me vendrá bien. -dije resoplando.

Tate captó la indirecta pero no pudo quedarse callado:- ¿Quieres que te acompañe? -preguntó levantando ambas cejas y con una sonrisa maliciosa.

- ¿Enserio? -sonreí de medio lado-, eres de lo que no hay. -dije riéndome otra vez.

-Gracias, me encanta que me digan lo especial y único que soy. -Dijo con falso orgullo y con una sonrisa guasona en el rostro. Se levantó y se dirigió hacia la puerta.

- Oye, -él se giró y me miró esperando a que continuara- he pensado mañana salir al cine con la chica que te dije que molestaban, si te quieres unir... -no se como me atreví a preguntar. Su rostro parecía sorprendido, noté como apretaba los labios, pensativo.

- Lo siento, mañana pensaba salir con un amigo. -contestó rascándose la nuca y con una sonrisa nerviosa.

- Oh, no pasa nada. Otro día. -vi como salía de mi habitación y al segundo me tiré boca arriba en la cama, me tapé los ojos con un brazo y sentí otra vez que me ruborizaba. ¿Cómo me había atrevido a preguntarle salir? Dios, si nos conocimos ayer.