Capítulo 4

83 1 2
                                    

–No hagas planes para la noche, vamos a comer unos tacos a Susy y te invito una cerveza para celebrar, legalmente ya puedes tomar –me dijo Frank al teléfono ese día en que cumplí los 18 años. No logré darme cuenta de si se estaba burlando o hablaba en serio. En primera, él sabía mejor que nadie que no tenía con quién hacer planes; en segunda, él era el que todavía no podía tomar (aunque en Susy ya nos conocían y nunca nos pedían ninguna identificación).

Como a las 7 de la noche de mi aburrido cumpleaños, me pidió que lo acompañara a casa de Maribel a recoger unas cosas y de ahí iríamos a la taquería Susy, en la calle de Fortuna. Maribel ya me había llamado en la mañana para felicitarme y también lo hicieron mamá y papá desde Texas. Mi hermano también me felicitó antes de irse a no sé dónde: «Feliz cumpleaños, cabrón», me dijo, dándome un abrazo y alborotando mi peinado que me había costado media hora con la secadora eléctrica.

En realidad no recibí muchas llamadas ese día a excepción de las de algunos primos y tías. Como de por sí no era muy hábil para hacer amigos y desde que terminé la preparatoria me había tomado unas vacaciones porque no sabía qué quería estudiar, llevaba 4 meses metido en mi morada, completamente aburrido y viendo pasar los días con una lentitud desesperante, además de vivir en un constante y profundo estado de depresión.

Cuando llegamos a casa de Maribel, ella misma nos abrió la puerta y noté que la casa estaba algo oscura. «¡Oh desilusión!». Yo que había pensado que por lo menos ellos me iban a felicitar y ya hasta me había emocionado con el abrazo de la señora Margarita y hasta con el de Marisol, puesto que siendo mi cumpleaños, aunque fuera por puro compromiso, me iba a dar mi abrazo.

Había volado un poco en mi imaginación mientras íbamos caminando hacia su casa, pensando que si no estaba Manolo, cuando Marisol me felicitara se daría cuenta de que al que quería era a mí y entonces dejaría a Manolo.

También rodaba en mi mente la escena en que ella me decía que en realidad no era novia de Manolo, sino que lo había planeado todo para darme la sorpresa precisamente en mi cumpleaños de que al que quería era a mí…

Y así fueron cambiando las escenas tontas en mi cabeza mientras caminábamos y Frank me platicaba quién sabe qué, porque en realidad no iba poniéndole atención.

–¡Muchas felicidades! –El abrazo de Maribel era sincero y su sonrisa, amable–. ¿Cómo estás, cómo te la has pasado?

–Muy bien –mentí.

–Pásenle –nos invitó, cerrando la puerta detrás de nosotros y conduciéndonos por el garaje hacia el interior de la casa.

–Ahorita te doy eso –agregó dirigiéndose a Frank.

–¿Estás sola? –pregunté con curiosidad.

–Nada más están las muchachas del servicio allá arriba viendo Siempre en Domingo. Los demás se fueron a misa y luego iban a ir a cenar, pero yo me quedé porque tengo mucha tarea. Todo el fin de semana me la pasé de vaga y ahora se me juntó.

Cruzamos el garaje y abrió la puerta de la casa que se encontraba oscura, entró y Frank me cedió el paso; en eso Maribel prendió la luz y lo primero que vi fue a la señora Margarita con su imborrable sonrisa surgiendo de detrás del sofá, al mismo tiempo que comenzaban a salir de sus respectivos escondites algunos amigos y conocidos de la colonia, mis vecinos y otros tantos que no recordaba haber visto nunca, y todos gritaron casi al unísono:

–¡Sorpresa!

Y sí que lo fue. Nunca había tenido una fiesta sorpresa. Por supuesto que había tenido fiestas, pero nunca una de sorpresa. Toda una multitud se había dado cita, ya que bastaba que la señora Margarita celebrara algo para que se dejaran venir toda la colonia y sus alrededores. Por supuesto que yo no conocía ni a la mitad de los presentes.

Kamu telah mencapai bab terakhir yang dipublikasikan.

⏰ Terakhir diperbarui: Oct 22, 2013 ⏰

Tambahkan cerita ini ke Perpustakaan untuk mendapatkan notifikasi saat ada bab baru!

A DESTIEMPOTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang