Capítulo 2 Un castigo injusto

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Otilo, un joven pelirrojo y delgado aparece frente a Clarisa y el padre Elías teniendo la respuesta a la situación tan extraña que aqueja a la chica

—Sé porque desde hace algunos años te transportas misteriosamente a lugares donde suceden situaciones terribles como la de hoy y te toca vivirlas, sientes el horror que la humanidad puede provocar a sus semejantes y de pronto, sin explicación regresas a tu vida normal.

— ¿Acaso tú lo has hecho?

—Claro que no, pero soy tu compañero, como te mostré a ti y al cura, que el Dios Helios, el creador de todo te encomendó una tarea muy importante: tú serías la reencarnación del Rey de los demonios, a quienes los humanos conocen como el Diablo, solo que ocurrió un incidente hace tiempo y no tienes memoria de ello.

—Haber haber – Elías se para confundido dejando a Clarisa en la cama – ¿cómo puedes decir que nuestro señor le encomendó a uno de sus ángeles ser el diablo para servirlo? El diablo es un ser demoniaco que vive para tentar a los hombres, lo que dices es una tontería.

—Claro que no, Elías— tiene la confianza de llamarlo por su nombre –lo que les enseñé en sueños ocurrió en verdad, yo mismo soy un ángel como ella.

Despliega sus hermosas alas ante los dos y se quedan atónitos observándolas.

Jamás imaginó ser alguien particular, justificó sus episodios dolorosos como un problema de su mente, justo empezaron al morir su madre y en la escuela no tenía amigos, jamás que fueran por una causa sobrenatural. Esta nueva visión seguro también fue un invento de su psique dañada.

—Esto no es real y seguro tu tampoco lo eres— mete su cabeza entre los brazos tocándosela — eres solo una alucinación.

—Por supuesto que no lo soy ¿acaso no creíste estar en verdadero peligro hace un momento? Tu vida sí que pudo terminar.

—Nunca he sufrido daño físico cuando regreso.

—Pero tu mente cree que es real y eso es suficiente para hacerte sufrir, es el infierno que te tocó vivir.

— ¿Mi infierno?

—El infierno no es un lugar como se cree. Cada demonio está en el plano físico sufriendo un infierno personal de acuerdo a sus pecados, ese es el tuyo.

No suena nada convincente para ella.

—Te equivocas, yo no tengo ningún poder paranormal— lo dice imaginando lo que se dice que hace el diablo — ni hago pactos demoniacos o comando legiones de demonios.

—Por supuesto que no— se ríe — tus poderes surgirán pronto. Yo te ayudaré.

—Eso es una locura— se niega a creer —no puede ser— mueve la cabeza incrédula.

Es demasiado, le han revelado que es el mismísimo Diablo, nunca fue muy religiosa pero si sabe todas las historias de la biblia, de quien es él, de Dios, los ángeles y el paraíso.

— ¿Y qué papel juego yo en todo esto? ¿Por qué me lo revelas a mí también?— interviene el sacerdote.

—Tu, padre, tienes una función muy importante también, el Dios Helios te ha mandado para que como yo, ayudes a Clarisa— lo mira con incredulidad – ¿recuerdas que hace poco la tocaste y su malestar terminó? Pues es porque tú serás el encargado de transmitirle bienestar para que soporte su doloroso castigo por hacer algo que él mismo le encomendó.

—Pero si fue Dios quien le dio esa tarea ¿Por qué la castiga?

—A pesar que habérselas encargado, las acciones malvadas son acciones malvadas y merecen castigarse, no es algo que pueda hacer cualquiera, solo ella, pero para mitigar su dolor manda a alguien que le alivie las penas con una habilidad que le ha dado. Solo basta que tengas contacto físico con ella cuando lo necesite.

El pecado de DiosWhere stories live. Discover now