Capítulo 12

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Un peculiar sonido me despierta de golpe y casi me caigo del sofá de un brinco. Maldiciendo por lo bajo, tomo mi teléfono y veo doce llamadas perdidas de Steve.

No tuve que mirar la pantalla para saberlo.

Pongo los ojos en blanco y le marco

—Beth, cariño te he estado llamando. ¿Dónde diablos te me habías metido?

—Me quede dormida viendo la televisión. —Bostezo pausadamente.

—Oh, no. ¿Acaso te desperté cielo?

—Sí.

—Lo siento pero, la espera me está volviendo loco.

¿Espera? ¿Pero qué...?

Entonces lo recuerdo. Su propuesta de pasar unos días con él.

—Rose está dispuesta a ayudarnos. Me dijo que necesitaba esta noche para pensar en una buena coartada.

—Me alegra saberlo. La verdad, tu amiga nos ha ayudado mucho.

—Ella encantada. La verdad, creo que le agradas.

Steve suelta una carcajada contagiosa y me hace reír a mí también.

—A mí también me agrada. Sobre todo por la manera en la que te protege.

—Ella es demasiado sobreprotectora. Siempre lo ha sido.

Del otro lado del teléfono, noto una ligera sonrisa en su rostro.

—¿nos vemos mañana? —pregunta esperanzado.

—De acuerdo. Pero esta vez, deseo ir al arroyo.

—Claro cariño, donde quieras

—Entonces nos vemos allí.

—Nos vemos allí.

Creo que va a colgar pero, no lo hace. Más bien, se queda en línea como esperando que diga algo.

—Steve, cuelga.

—Ni hablar.

—¿Por qué no quieres colgar?

—Porque me gusta escuchar tu preciosa voz.

¿Cómo es posible que con una sola frase Steve sea capaz de derretir mi corazón?

—Y a mí la tuya. —susurro.

—Entonces no colguemos.

—Steve, ya se me hizo tarde. Tengo que preparar la cena para mis padres.

—¿tus padres ya están en casa?

—No. Pero están a punto de llegar y no he preparado la cena.

Suspira resignado.

—De acuerdo, te dejo preparar la cena.

—Nos vemos mañana.

Y cuelgo.

Me paso una mano por el pelo enmarañado y me levanto del sofá rumbo a la cocina. En cuanto entro, consulto la hora en el viejo reloj que está a un lado de la despensa. Son casi las siete.

Mierda.

Es tardísimo.

Mis padres llegaran en cualquier momento. Abro la refrigerado e inspecciono su contenido. La verdad, hay de todo gracias a la exagerada compra de Peter. Miro unos segundos y, al final me decido preparar unos cortes de carne bañados en salsa de tomate, ensalada de lechuga y arroz frito.

Afortunadamente, termino de preparar la cena en tiempo record justo cuando mis padres están llegando a casa. Se abre la puerta principal y mi madre me saluda con una enorme sonrisa en los labios.

Destino InciertoWhere stories live. Discover now