Des permaneció frente a él, aunque Harry se sentó junto a Louis. Y Anne permaneció con la boca cerrada.

Eso el rizado lo agradeció.

—¿Qué pasó, Louis?

Louis levantó su rostro para mirar a Des. Al parecer el ojiazul ya no podía mentir, ya no más.

Pero el rizado sabía muy bien que si decía la verdad, las cosas se iba a salir de su lugar. 

—Perdón, quiero decir, perdón por llegar aquí de esta manera —habló Louis—. Sé que seguro pensarán mal de mí y que, seguramente, estoy en una pandilla o esas cosas. Pero... —Sus ojos se llenaron de lágrimas, y el corazón de Harry se descolocó por completo—, prometo que no es así. No estoy en una pandilla, y yo no elegí estar así. 

—Entonces, ¿por qué estás golpeado? Sólo piensa un segundo si mi hij-

—A tu hijo —le dijo Des a Anne—. A nuestro hijo no le pasó absolutamente nada, Anne. Hablaremos con él también. Hablaremos de esto, y tú Louis, yo necesito que seas sincero conmigo.

—Lo sé —habló Louis con la voz levemente quebrada.

¿A quién no le rompería el corazón ver a Louis, además de golpeado, con muchas ganas de llorar? ¿A quién no le rompería ver a un ángel completamente roto? ¿A quién no le dolería todo el corazón de ver a unos ojitos azules llenos de tristeza?

Des no dijo nada más. Su papá podía ser completamente bueno, aunque era bastante justo a la hora de éstas cosas. No es que Des quería saber la vida personal de Louis, pero algo debía saber. ¿Cierto? No podía sólo venir todo golpeado, y se acabó.

Harry quería una solución. Quería un motivo para que Louis sea feliz.

—Mi... —miró a Harry, para luego volver a mirar a Des, y decir:—. Mi papá está... enfermo. Tiene cáncer terminal —rió por la nariz sumamente triste—. Y... aunque no pueda hacer mucho, necesita medicamentos y están... un poco demasiado caro —terminó en un susurro mirando el suelo.

Harry no sabía qué clase de enfermedad tenía el papá de Louis, y en eso, miró a Des la cual parecía bastante conmovido.

—Lo lamento bastante —dijo Des—. Lo siento, no debimos presionarte a decirlo.

—No... está bien —dijo Louis—. El motivo es ese. Digo, estoy golpeado porque necesito dinero.

—¿A qué te refieres? —preguntó Anne.

—Me refiero a que he comprado medicamentos a personas que quizá no son tan amigables conmigo en este maldito momento —habló Louis en un tono triste.

—¿Sabías esto, Harry? —preguntó Anne a su hijo, y éste sin dudarlo asintió—. ¿Por qué no nos lo dijiste?

—Será porque no puede —dijo Des—. No nos enfademos con nuestro hijo ahora.

—Creo que Harry sabía que no hubiese querido que les avisara nada —dijo Louis—. Y creo que está bien que lo haya hecho —lo miró—, creo que es un chico genial.

El rizado tragó en seco, y suspiró pesadamente para luego mirar sus manos.

—¿Y éstos tipos quieren...?

—Quieren el dinero, y si no lo hago, no lo sé —mordió su labio inferior nervioso—. No quiero que se metan en mi vida.

—Bien, de acuerdo, está bien —dijo Des—. Quiero hablar contigo luego, Louis.

—¿Y tu madre? —preguntó su mamá.

—Anne, no creo que sea neces-

—Ella murió —respondió Louis sin dar vueltas—. Ella murió hace dos años.

LOU | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora