🥀Capítulo VII🥀

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―Te ves preciosa Keyla―halaga Jimena, sosteniendo con habilidad una bandeja con varias copas llenas de vino espumante

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―Te ves preciosa Keyla―halaga Jimena, sosteniendo con habilidad una bandeja con varias copas llenas de vino espumante.

―Um, gracias.

Realmente me siento muy incómoda y avergonzada por el vestido rojo que debo lucir durante la velada. Es atado al cuello y por lo mismo deja mi espalda al descubierto, con un profundo corte en v que se detiene al inicio de mis glúteos. Por ese motivo no estoy usando sujetador, temo que mis pechos se escapen por los costados. Es largo, pero con un insolente corte en la pierna derecha que se detiene a pocos centímetros de mi zona íntima.

Prácticamente, estoy desnuda, cubierta con una tela que no deja mucho a la imaginación. Desde que he bajado, varias miradas me persiguen. Entre lascivas, curiosas, encantadas y odiosas, esas son de alguna de las mujeres presentes.

Cuando lo vi entendí la doble intención de Michael. Recuerdo el resplandor lobuno en sus ojos verdes desde el instante que me vio descender por las escaleras.

Siento las náuseas llegar a mi boca. Mi labio palpita y eso es porque, como no tenía pensado asistir al evento y me negué a hacerlo, dos de sus matones me obligaron a vestirme a sacudidas. Pensaron en no dejar marca, pero uno de ellos no contó que al empujarme tropezaría con mis propios pies y mi boca conectaría contra la mesita de luz.

Fue desesperante y traumático tener que vestirme y bañarme delante de ellos. También había una mujer, ella me maquilló y peinó, procurando cubrir cada uno de los moretones que fácilmente se notaría con este vestido. Después se fue, en ningún momento dijo algo u opinó al respecto. Ella vio todo y no hizo nada para impedirlo. Si esa mujer fue testigo del maltrato al que fui sometida y ni siquiera se sorprendió, es porque así como ella hay más. Todos se conocen los trapos sucios. Una cena de gala a la que no ignoro que, posiblemente, en su mayoría estén presente mafiosos como Michael Johnson.

En este momento la estoy viendo conversar con un grupo de mujeres vestidas de etiqueta, elegantes y con brillos. Los hombres presentes lucen impecables trajes entre grises, azules y negros. Kevin es el único que ha optado por jean y camisa blanca. Aun así, no ha perdido formalidad. Ahora que lo pienso, intercambiamos miradas por un segundo y luego simplemente desapareció.

―Demasiada gente para una simple reunión―comenta Jimena. Sigue mi mirada y se enfoca en la misma mujer.

Bajo la vista a la copa en mi mano para no ser tan obvia y evitar sus posibles preguntas curiosas. Jimena vuelve a mirarme.

―¿Sabes de qué proyecto está hablando el jefe? Digo, según me ha comentado el baboso de Fausto, tal parece ser que el señor Johnson presentará un nuevo proyecto y espera que sus socios estén interesados en invertir en ello.

Mi respuesta es un desinteresado: "ni idea", y le doy un sorbo a mi copa. Me importa un carajo el maldito proyecto.

―Por eso―prosigue la muy cotilla de Jimena―, además de los accionistas, están los empleados y encargados de algunos hoteles.

El hijo de la Bestia © [Tomo 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora