6. El jefe

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Aome regresó con una amplia sonrisa en el rostro, Sesshomaru con todos sus años de vida sabía que una mujer sonreía de esa forma solo por que sí, ella tenía algo entre manos.
-Rin te quiero preguntar algo muy importante - tuvo la osadía de ignorar al demonio, el cuál confirmo sus sospechas, ella quería algo que pensaba obtener con ayuda de su pequeña.
-Claro - la pequeña estaba felíz despues de todo su madre le confiaba todo.
-¿Quieres tener un hermanito? - los ojos de la mujer brillaron con la pregunta, al igual que los de Rin. Sesshomaru quería protestar ante tal ofensa, como si el gran Sesshomaru quisiera tomar a una torpe humana por esposa. Hubiera respondido algo si la pregunta no fuera tan subida de tono.
-¡Si! Rin tendrá un hermanito - la niña estaba gritando y corriendo en circulos hasta que cierto demonio sapo rompió el momento de felicidad.
-¡Humana insolente! Mi amo nunca tendría algo con una humana como tú.
-Jaken ¿Sabías que puedo purificar demonios pequeños con mayor facilidad? - La sonrisa de Aome era una muestra de que no le molestaría darle una muestra de que no mentía, en cuestión de segundos Jaken se encontraba detrás de Sesshomaru. Aome estaba cansada de ser menospreciada  tampoco era que ella quería algo de su querido amo.
Fué muy tarde cuando notó el significado de lo que había dicho, seguro el demonio pensaba lo mismo, levanto la vista hacía este y se dió cuenta que así fue.
Los ojos de Sesshomaru ahora de un color dorado oscuro estaban fijos en la mujer.
La pregunta tal vez no fué la más adecuada así que sin perder mas valioso tiempo decidió sacar de su mochila al pequeño zorro que se encontraba temeroso de que lo hechara el demonio.
-Shipo también es mi hijo - dijo abrazando al pequeño - Por eso es tu hermano mi pequeña - se agachó y recogió en sus brazos a la pequeña Rin.
La mujer había sumado un zorro demonio a su manada y sin su permiso, Sesshomaru se sentía aún más furioso con esta última situación que con la primera, no era que deseara a la mujer en algún sentido, era solo que ella había desafiado su autoridad.
-¡Papi tengo un hermano! - La alegría de la niña puso a Sesshomaru en jaque, no había forma alguna en la que rechazara al zorro sin lastimar a su pequeña. Pero eso no se quedaría así, él le enseñaría a la osada mujer a respetarle y a pedir permiso por qué el jefe de la manada era él.
Una casi imperceptible sonrisa apreció en el rostro de Sesshomaru quién con tal solo la idea de domar a la sacerdotiza sentía cierta exitación, nadie le desafiaba de esa forma y vivía para contarlo, era la madre de su cachorra por lo que tendría que castigarla de alguna otra forma.

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