El cese de la Mundana

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El día de la partida amaneció gris y caluroso, los aldeanos sudaban a mares mientras que los extranjeros parecían inmaculados, inmunes ante cualquier condición humana, rodeados de un aura de beatitud apóloga. Ahí Oboh imponente sobre una piedra oteando al alba, Ían revisa sus posesiones esperando no olvidar nada, Damo “entierra” a Kenya Fenecida, y sin pena alguna firma el cenotafio, Atya mira al cielo un tanto triste, un tanto enojada, Romíjin se apoya en la espalda de Faskor y este carga a la bebé Rea que lo mira fijamente, reconociendo a su nuevo padre. Todos lo intentan, nadie lo logra, pero todos tratan de no escuchar a los gritos de la Mundana. Cuando parten escuchan el sonido de una caída. Los gritos cesan.

Faskor y Atya (Canto a las diferentes romantizaciones del amor)Where stories live. Discover now