-¿Y por qué creen que fue un israelita? ¿Qué dice que es tan inusual?

-Lo que hay en la tablilla parece una oración o una queja dirigida a Yahvé, el dios de Israel.

-¿Una protesta sobre las malas condiciones laborales? -bromeó.

-No, es algo más interesante. Ya he hecho la traducción basado en una foto que me enviaron, lo puedes leer tú mismo. Ahora necesito transcribirla y enviarla al museo. Pero ya sabes que no se me dan bien los ordenadores.

-¿Qué dices abuelo? Tú dictas videoconferencias todos los días. ¿Para eso me hiciste venir en medio del diluvio universal?

-Te voy a pagar.

-Entonces no me quejo, me viene bien el dinero. Puede que a partir de mañana mamá no quiera mantenerme.

El trabajo era sencillo. Entender la letra de hormiga de su abuelo y transcribir en el ordenador. No le resultaba aburrido, desde pequeño estaba fascinado por el trabajo de su abuelo, quien era una autoridad en arqueología y lenguas antiguas. Se debía a su influencia el que terminara matriculándose en la facultad de filología.

El profesor Marcos Heredia pasaba la mayor parte del año en el Museo Británico, el resto del tiempo lo dedicaba a dar clases y conferencias en varias universidades de su país. La biblioteca de Asurbanipal representaba la obsesión de toda su vida, le había hablado de ella desde que tenía memoria.

Conocía toda la historia de las veintidós mil tablillas de arcilla que se encontraron en las ruinas de Nínive, la capital del imperio. El rey asirio quiso coleccionar en ellas todos los conocimientos de su tiempo tomando la sabiduría de otras naciones. Aunque había incluido textos religiosos, su abuelo y otros de sus colegas insistían en que aquel salmo israelita no debió ser parte de la biblioteca.

La traducción iba acompañada de notas sobre la época en que fue escrita la tablilla. El profesor establecía que había sido poco después del año 612 a.C., cuando la ciudad de Nínive fue conquistada y el imperio asirio sucumbió ante el babilónico. Su hipótesis establecía que en medio de la confusión, cuando el nuevo amo ponía orden a sus pertenencias, un esclavo israelita coló aquellas palabras dentro de la primera biblioteca de la humanidad.

A medida que transcribía, Josemari fue entendiendo por qué su abuelo le había propuesto aquel trabajo. El autor del texto, miles de años atrás, se cuestionaba el sentido de mantenerse fiel a su pueblo y a su fe en medio de otra cultura.

Lo insólito del texto era que, más allá de la cuestión religiosa, lo que intentaba sostener era su identidad, la validez de su propia existencia. La razón por la que elevaba una queja al Altísimo era el ser diferente y estar solo, sufría la desgracia de sentirse único.

No pudo evitar ponerse en sus zapatos. Las notas del profesor prácticamente lo empujaban a hacerlo. El anciano escribió una corta reflexión preguntándose qué podía sentir hoy en día alguien que se descubría diferente a los demás.

Su abuelo, la única persona con quien Josemari se había sincerado acerca de su condición, era un hombre sin prejuicios, que le había demostrado siempre un amor incondicional. Lo buscó con la mirada. Se encontró con su espalda. Estaba sentado en el sofá grande del recibidor, jugando al "solitario" en su portátil. Se levantó para acercarse y abrazarlo por detrás.

-Gracias, abuelo. Entendí el mensaje.

-Qué bueno. Mi letra cada día está peor.

-Tú sabes a qué me refiero, viejo zorro.

Hubo un instante de silencio. Ninguno de ellos era adepto al sentimentalismo, ciertas palabras no les salían fácilmente.

-Te quiero Josemari -declaró al fin el anciano-. Te voy a apoyar en todo lo que hagas para sentirte bien contigo mismo.

-Ojalá mamá diga lo mismo -estrechó más su abrazo.

-Si no lo hace, las puertas de esta casa están abiertas. Ya lo sabes.

-Gracias. ¿Puedo quedarme a dormir?

-Por supuesto, no faltaba más.

El joven se encaramó en el respaldo del sofá para dejarse caer junto a su abuelo. Éste continuó jugando mientras pensaba en que su nieto no había cambiado a lo largo de los años, aún se encogía como un gato a su lado. Le acarició la espalda y éste casi ronroneó.

-Mimoso -le regañó obteniendo una risita como respuesta.

Al contemplarlo el viejo no pudo evitar un gesto de preocupación. Sabía que al día siguiente iba a librar la más terrible batalla consigo mismo, con su propia madre y con el mundo entero. Conocía lo suficiente a su hija como para adivinar una reacción desfavorable. Además, la mujer no era tonta, ya se había percatado de que algo grave le pasaba a Josemari.

Había que ser ciego para no darse cuenta, con sus gustos al vestir y los deportes en los que se le antojaba anotarse. Cuando al fin le conoció un novio, Ana María se quedó tranquila; su mayor temor siempre fue que el machorro de su hija le saliera lesbiana. Lo que menos imaginaba era que su hija no era tal, sino un muchacho atrapado en el cuerpo de una muchacha.

El profesor tenía que reconocer que también se sorprendió cuando la propia María José se lo confesó. Ocurrió pocos años antes, luego de una discusión tormentosa con su madre sobre la fiesta de cumpleaños que no quería. Aquel día terminó también en su sofá y no regresó a su casa hasta una semana después, cuando Ana María renunció a su idea loca de vestirla como una princesa. Al final, sus quince años fueron celebrados en una barbacoa con sus amigos.

A partir de esa confesión, el abuelo dejó de tratarlo como mujer, regalándole algo de paz cada vez que lo visitaba. La adolescencia, que para todos es dura, fue un verdadero infierno para su nieto. Le costó mucho entenderse a sí mismo. Sabía que no iba a lograrlo solo, por eso se convirtió en su apoyo, y buscó un buen psicólogo que lo ayudara en la tarea de aceptarse como era: un transexual.

Ahora, con dieciocho, su nieto quería dejar de vivir una mentira y comenzar a cambiar su cuerpo para que correspondiera a la forma en que se sentía. Esa era la gran noticia que le daría a su madre al día siguiente.

El anciano apagó la portátil y acarició de nuevo la espalda de Josemari dormido. Deseaba protegerlo. La vida iba a ser muy difícil para el pobre muchacho que sólo quería verse al espejo y no encontrar a una desconocida.

ÚnicoWhere stories live. Discover now