El trato

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Me llamo Alice Fiore, y no soy precisamente una humana, ¿por qué digo eso? Principalmente porque tengo una larga, suave y frondosa cola de color marrón oscuro, acompañada de unas puntiagudas orejas del mismo color que sobresalen de mi pelo, soy de baja estatura, de tez pálida, ojos del color de la miel, y tengo unos pequeños colmillos que me sobresalen de la boca. Por lo que soy un licántropo, un hombre lobo, o en este caso...una mujer lobo. Vivo en lo más profundo del bosque del Oeste, junto a toda mi manada. Alejados de los humanos, y viviendo una vida tranquila y apartada de esas personas que nos llaman monstruos. Pero para mí, los auténticos problemas estaban dentro de la manada, ¿por qué? Cuando las chicas cumplían los diez años, nos encerraban en unas celdas que había en el interior de la cueva preparadas para nosotras. La tradición dictaba que todas las mujeres al cumplir los diez años tenían que ser "guardadas" en la cueva, a esperar que un hombre nos eligiera. En mi caso, mis tres hermanos mayores, querían casarse conmigo. No había ninguna norma que impidiera que los familiares no pueden unirse, y eso mismo es lo que me pasa a mí. Quiero a mi hermanos, pero no de esa manera. Tengo dieciséis años, y llevo aquí seis años de mi vida y no puedo hacer nada estando encerrada entre cuatro paredes, mientras espero mi mayoría de edad para que uno de mis hermanos se comprometa conmigo. Me gustaría escaparme, ver que había más de la frontera, y vivir mi propia vida alejada de esta horrible tradición, y un día...un chico apareció junto a mi ventana. A diferencia de nosotros, tenía las orejas y la cola blanca, así que pertenecía a otra manada, justamente a la manada del Norte, los lobos de las nieves. Tenía el cabello corto, de color negro, ojos grises y era incluso más pálido que yo, casi como la propia nieve. Su nombre era Sam Carlem, venía cada semana a visitarme y hablarme de lugares sorprendentes y maravillosos a los que había ido, y poco a poco se fue convirtiendo en mi mejor amigo. Me contaba historias increíbles de otras personas que conoció, brujas, demonios, otros tipos de lobos...incluso humanos. Era el único que me comprendía y el único con el que podía ser sincera. Un lobo como él no podía estar rondando por aquí o los Alfas los perseguirían y lo matarían, pero él se arriesgaba solo por mí, tenía dos años más que yo, pero su personalidad era igual a la de un niño pequeño. Aquella noche estaba esperando a que viniera, cuando noté su olor cerca y en cuestión de segundos apareció.

-Hola Alice, ¿qué tal estás?

-Bien, ahora que estás aquí. -Noté el olor de alguien más, pero no lograba diferenciar de quién era. -¿De quién es este olor?

-He traído a alguien para que te ayude, esta noche vas a salir de aquí. Ya puedes dejar de esconderte. -Le habló a alguien, y de repente noté su olor todavía más cerca, me di la vuelta y vi a un chico pelirrojo, algo más alto que yo, ojos oscuros y que me miraba con una sonrisa burlona en su rostro. -Alice, este es Daniel,  un demonio, te sacará de aquí.

-Estoy aquí para ayudarte, claramente a cambio de algo. Pídeme lo que sea.

-Salir de aquí. -Estaba decidida completamente a abandonar este lugar.

-Parece que deseas mucho salir de aquí. -Miró a su alrededor y después me miró, todavía con esa sonrisa, mientras se acercaba a mí.- No me extraña nada que quieras salir de aquí, pero el precio va a ser muy alto.

-¿Qué es lo que quieres?

-Tu alma. -Sonrió cínicamente, y se puso frente a mí.

-¿Mi alma? -Al escuchar eso, me asusté mucho y me volteé hacia Sam, que parecía bastante molesto.

-Eso es demasiado Daniel, la matarás.

-Eso no es del todo cierto, el trato es la libertad por tu alma, pero tienes la probabilidad de salir de aquí viva, aunque también puedes salir...muerta.

-¿Cuánta posibilidad tengo de salir con vida?

-Muy pequeña, pero es un pequeño sacrificio que tienes que hacer, puedes aceptarlo y salir de aquí viva o puedes decir que no y seguirás en este lugar. Tú decides.

-Alice no aceptes, podemos buscar otra solución, no quiero que corras ese riesgo.

-Pero... -Estaba dudando mucho, no quería seguir estando aquí, pero tampoco quería morir, pero si no me arriesgo acabaré viviendo una vida que sería incluso peor. Respiré hondo y me decidí. -Acepto.

-Perfecto. -Dijo con una gran sonrisa.

Estiró el brazo y yo le respondí de la misma manera sellando el trato con la mano, pero de repente me dio un tirón y cuando quise hacer algo, noté como sus colmillos se hundían en mi piel, mordiendo mi brazo. De mí salió un pequeño grito que me aguanté mordiéndome el labio, y cuando se separó, empecé a sentir que me mareaba. Perdía las fuerzas y todo me daba vueltas, mis ojos se cerraban solos y solo sentí que choqué contra el duro y frío suelo. Todo era negro, solo veía oscuridad y escuchaba algo desde muy lejos, pero...¿eso era bueno o malo?¿Estaba muerta o es que alguien me estaba hablando? Abrí los ojos lentamente y todo estaba borroso, noté que estaba tumbada en el suelo, ya que podía oler el aroma de los árboles y las plantas, ¿pero entonces de donde viene esa voz? Seguía escuchándola, como si estuviera muy lejos y que poco a poco se iba acercando más y más hacia mí. MI visión se volvió más nítida y pude ver a Sam a mi lado llamándome. Así que después de todo...lo he conseguido, estoy viva y soy libre.

El Pacto del DemonioWhere stories live. Discover now