• Capítulo 4 [2/2] •

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Desperté gracias a que alguien abrió la puerta de la habitación. Me acomodé en la punta de la camilla alcanzando a ver con mis ojos cansados a la enfermera James con otras cuantas enfermeras que pusieron a alguien en la cama del otro lado de la cortina.

– Cuidado –susurró una enfermera.

– No vayan a despertarlo –susurró la enfermera James.

– ¿Qué hay de la niña del otro lado? ¿Creen que la hayamos despertado? –preguntó otra.

– Voy a revisar.

Me volví a acostar rápidamente con el corazón latiendo a mil por segundo, la cortina se desplazó un poco y una de las enfermeras checó que estuviera dormida. Segundos después se fue y yo volví a abrir los ojos, me quedé en mi lugar esperando a que todas se fueran y, una vez que se fueron, volví a respirar con tranquilidad.

A la mañana siguiente, mi hermana llegó de la escuela y me comenzó a hablar sobre las chicas de su clase, al parecer unas chicas se le habían acercado a hablar un poco y ahora se juntan en los recreos.

– ¿Karla? –me llamó ella–. ¿Estás bien? Te ves distraída.

– La curiosidad me mata, Vero –dije casi llorando–. Al otro lado de la cortina hay alguien que necesita hablar con personas pero no sé quién es y no me dejan ir ahí.

Mi hermana me abrazó y me calmó un poco diciendo que todo estaría bien y que la curiosidad no es tan mala como para matarme.

– Oye –comenzó Vero–, ¿Gemelas Detectives?

– ¡Gemelas Detectives! –exclamé emocionada.

– Bien, bajemos.

Mi hermana tomó mi almohada y bajó de la camilla lanzándose con un salto hacia adelante, después extendió sus manos para hacerme entender que caería en buenas manos y, obviamente, le creí. Con mucho cuidado arrastré el porta-suero hasta donde mi hermana estaba y me dejé caer con cuidado, cayendo en los brazos de mi hermana. Tomé el porta-suero y ambas corrimos hasta llegar a aquella cortina azul. Vero movió un poco la cortina para poder echar un vistazo y después tomar mi muñeca para entrar juntas. Desde abajo vimos una camilla igual a la mía pero a un lado no había ningún porta-suero o algo parecido.

– Vamos –me dijo mi hermana intentando subirme a la cama.

Me arrastré hasta poder sentarme frente al cuerpo de un niño, se veía pálido y muy débil, me dio un escalofrío al verlo. Me voltee a mi hermana y le extendí la mano para ayudarla a subir, ella la aceptó y subió hasta estar a lado mío. Al ver al niño, mi hermana se congeló. Tomé su mano y ambas nos fuimos acercando lentamente hasta estar frente a él. Tenía algo en su frente pero no se alcanzaba a ver muy bien gracias a su ondulado cabello castaño.

– Te toca checar a ti, Karla –me dio un leve empujón mi hermana.

Mi voltee a ella y le dediqué un rostro de dolor profundo provocando que ella riera, voltee a ver al chico y me acerqué más y más.

– La osa mayor –se sorprendió mi hermana

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– La osa mayor –se sorprendió mi hermana.

– Es... Es hermoso –dije mientras pasaba mis dedos sobre la marca que tenía el chico.

– ¿No será algún tipo de marca...? –fue interrumpida.

– ¡Niñas! ¿Qué hacen aquí? –nos preguntó la enfermera James para después voltear a verme–. Te dije que no vinieran aquí.

– Yo solo quería... –fui interrumpida por un frío agarre en la mano que sostenía el cabello del chico.

– ¿Qué sucede? –preguntó el chico abriendo sus ojos dejando ver unas irises color café oscuro–. ¿Quién eres?

– Niñas, salgan de aquí –dijo la enfermera James entre dientes.


Solté al chico pero su mano siguió tomando mi brazo, no quería soltarme. Voltee a verlo y su rostro reflejaba un poco de terror.

– No, esperen –nos dijo a mi hermana y a mí–. ¿Quiénes son ustedes?

– Son otras niñas, eso es todo –dijo la enfermera James acercándose a nosotros.

– No, quiero hablar con ellas –dijo el chico apretando más el agarre.

La enfermera James se le quedó viendo al niño con rostro de sorpresa y después dio un paso atrás haciendo que su agarre fuese menos apretado.

– Bien –dijo la enfermera viéndonos–. Háblenme si me necesitan.

La enfermera salió dejándonos solos, voltee a ver a Vero quien se acercó mientras el niño me soltaba.

– ¿Te puedo decir Osito? –pregunté dejándolo confundido.

– Lo dice por tu marca –Vero señaló su frente.

– Claro –rió él–. ¿Y yo? ¿Cómo las llamo?

– Nosotras somos las Gemelas Detectives –dijimos Vero y yo al unísono.

– Yo soy la detective X –dijo Vero cruzando sus brazos.

– Y yo soy la detective Y –dije abrazando a mi hermana.

Y así comenzó nuestra historia. El tiempo que no estaba mi hermana, Osito y yo nos la pasábamos hablando sobre cosas que fantaseábamos en hacer cuando creciéramos. Habíamos sido los mejores amigos de todos y hasta decíamos que nos seguiríamos viendo pero eso no sucedió. Un día Osito se fue, desapareció de la noche a la mañana. Varias noches lloraba con la esperanza de que él volvería en mi corazón. Esa fue la vez en que más dolor y tristeza sentí hasta que supe el por qué estaba en el hospital: asma nerviosa. Con tanta depresión y tristeza empeoré y me quedé más tiempo del esperado, hasta que mis pulmones comenzaron a cooperar conmigo.
End Of Flashback.

Voltee a ver a Dipper y a su marca de nacimiento, el aire me faltaba y comencé a llorar. Rodee su cuello con mis brazos para abrazarlo mientras le decía que lo extrañaba mucho. Intenté calmarme pero no podía.

Demasiado tarde, Karla. Me dije a mí misma.

Comencé a toser muy fuerte y mi respiración agitada no tardó en llegar, me volví  sentar en la silla donde antes estaba y un dolor en el pecho me hizo hacer un gesto de dolor.

– ¡Vero! –grito Dipper sorprendido–. ¡Tu hermana respira con dificultad! ¿Sigue con sus ataques de asma?

Vero apareció corriendo y ahí fue cuando mis ojos se comenzaron a cansar, oscuridad comenzó a inundar mi vista y... me quedé dormida.

|Vero|
Karla cayó sobre la mesa de forma perezosa, me acerqué y tomé su pulso. Era rápido.

– Cuídala un momento –le dije sería a Dipper mientras corría fuera de la cocina.

Corrí escaleras arriba y, de la maleta de Karla, tomé un inhalador con stickers de corazones y volví a donde estaba mi hermana.

Veamos Karlita –dije levantándola para después poderle el inhalador en la boca.

Dipper se veía preocupado así que lo mandé con los demás. Aplasté el botón y, minutos después, Karla comenzó a despertar. Abrió sus ojos y los fijó en mí, parecía estar muy alegre.

– ¿Qué sucedió ahora, Karla? ¡Casi me das un infarto!

¡Es Osito! –me contestó emocionada.

¿Dipper? ¿Osito? No lo creo. Osito era un niño adorable, además, ¿qué haría él aquí? Pensé.

Solo Un Amor De Verano...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora