Ambas niñas se miran con un mohín y se despiden de la mano. Río al ver su cara de tragedia, como si no se fuesen a ver de nuevo por un largo tiempo.

—Vamos Nicole, se verán mañana en la escuela de nuevo

Nicole baja en silencio del auto y se encamina delante de mí al camino de entrada. La sigo de cerca, deteniéndome cuando ella lo hace sin ninguna razón aparente a unos pocos metros. Voy a decirle que está bien, que nos veremos mañana de nuevo cuando escucho un grito proveniente de la casa, Nicole retrocede unos pasos y aprieta mi mano.

—Esto... —lamo mis labios, insegura de qué decirle— ¿Por qué no regresas al auto y me esperas unos minutos?

—Papá está gritando de nuevo —susurra.

—¿Grita muy seguido tu papá?

—Desde que nos mudamos, sí

Suspiro y acaricio su cabello.

—Vuelve al auto, Nicole. Estaré contigo en un momento

Ella asiente y corre al auto nuevamente. Retomo mi camino a la casa, y al llegar a la puerta de entrada noto que los gritos son más fuertes, pero deben saber que Nicole está aquí. Toco varias veces hasta que finalmente los gritos cesan y la puerta se abre, dejándome ver a una Eleonor desarreglada. Sus ojos se abren al verme, obviamente está sorprendida.

—¿Qué se le ofrece? —pregunta un poco molesta—. No es un buen momento

—Lo siento, pero...

—¡¿Quién demonios está ahí mamá? —pregunta Carlos apareciendo en el umbral de repente.

Está completamente despeinado y su rostro más que sorpresa muestra molestia.

—¿Qué quiere? —gruñe en lugar de decirlo.

—Bueno, considerando que olvidaste ir a buscar a tu hija a su clase de ballet, la traje por ustedes

—Nicole, la olvidé por completo —murmura Eleonor.

—¿Y dónde está ella? —pregunta Carlos.

—En mi auto, ella escuchó los gritos así que le pedí que esperara allí

—Grandioso —resopla Carlos antes de desaparecer.

Eleonor sacude la cabeza.

—Esto está un poco fuera de control aquí. Te agradezco que la hayas traído, pero ahora debes irte

—¿Está segura de que es buena idea dejarla aquí con Carlos en ese estado?

—Mi hijo no es un peligro para mi nieta —replica mordazmente.

—Solo digo que sería bueno si ella pudiese pasar la noche lejos de un ambiente hostil. Yo no tengo ningún problema en que se quede en mi casa

—¡Mamá! —grita Carlos desde algún lugar.

Eleonor suspira.

—De acuerdo, llévesela. Pero asegúrese de que llegue a tiempo a la escuela mañana —termina su frase cerrándome la puerta en la nariz.

—Sigo sin entender porque la trajiste —repite Neal.

—Cariño, por favor, ya te lo expliqué: no podía dejarla en esa casa con todos esos gritos

Neal se cruza de brazos y me observa seriamente.

—Creo que estás metiéndote donde no deberías

Disfrutar de lo prohibidoWhere stories live. Discover now