Capítulo 1 Prólogo de Tristeza

Magsimula sa umpisa
                                    

La duquesa solía vagar a diario, como alma en pena, por el bosque aledaño a la mansión. Caminaba hasta la tumba de su madre en el camposanto familiar a las afueras del boscaje, donde yacían los restos de su madre y se sentaba a conversar con ella. En ocasiones creía escuchar la voz de Doña Edwina en el viento contestar a sus preguntas e inquietudes... y lloraba sobre la lápida marmoleada de su madre al descubrir que todo era una ilusión.

          Y es que Ardith la adoraba. Ella era su todo. Mientras el duque de Harzburg salía a reunirse con los principados y ducados de Sajonia para ya fuere perpetuar o terminar acuerdos políticos en la región del Sacro Imperio Romano Germánico en tiempos difíciles, su madre y Orla buscaban entretenerla en la gigantesca mansión. Y la muerte decidió arrebatarle a su progenitora luego de meses de una prolongada agonía. Ardith sufrió mucho. Era muy niña, apenas tenía quince años cuando Doña Edwina dejó el mundo terrenal. Tres años después, entre las visitas al cementerio de la familia en las afueras del catillo, o las clases de pintura y de arpa, sus días volaban sin gracia. No asistía a fiestas ni a reuniones de sociedad. Sólo visitaba la capilla del ducado a rezar por el alma de su difunta madre e intentaba complacer a su padre, quien también estaba sumido en la soledad y la tristeza luego de haber enviudado tan joven.

 Sólo visitaba la capilla del ducado a rezar por el alma de su difunta madre e intentaba complacer a su padre, quien también estaba sumido en la soledad y la tristeza luego de haber enviudado tan joven

Oops! Ang larawang ito ay hindi sumusunod sa aming mga alituntunin sa nilalaman. Upang magpatuloy sa pag-publish, subukan itong alisin o mag-upload ng bago.

En las tardes, Ardith tocaba el arpa, prácticamente obligada por su padre. Para la hermosa joven esto era casi una tortura puesto que el tocar el gigantesco y dorado instrumento traído desde Israel, le recordaba a su madre. Fue Doña Edwina quien la inició en el arpa cuando era una niña. Los acordes se convertían en tristes melodías que la llevaban a la noche en la que su madre exhaló su último hilo de vida. Eran melodías que la misma Doña Edwina le había enseñado.

Ya Ardith tenía dieciocho años. La hija del duque de Harzburg se había convertido en una hermosa mujer. Su piel era cual blanca y tersa porcelana; sus dorados y ondulados cabellos caían libremente hasta sus caderas. En su bello rostro, un par de ojos como verdes esmeraldas, igual que los de su madre cuando aún vivía, ahora habían perdido parte de su brillo. Sir Aelderic la contemplaba mientras ésta tocaba el arpa en el salón de la mansión y le parecía estar viendo a su difunta esposa a quien amó con toda su alma.

A la joven Ardith también le gustaba leer esos cuentos de hadas o poesías épicas en los cuales un valeroso caballero rescataba a la triste doncella y juntos cabalgaban plenos en un amor eterno hacia el horizonte. Acostumbraba sentarse a leer en el patio frente a la mansión, junto a un pozo de agua rodeada por rosas de diversas clases y colores, lirios, tulipanes y margaritas que ella misma cultivaba para alejar su mente de ingratos recuerdos. Aquella mañana Ardith hacía sus lecturas sentada en su lugar favorito. Era un día hermoso pues ese verano había sido benévolo obsequiando días sin lluvias y un clima algo más tibio de lo usual en las laderas de la sierra de Harz. La brisa se llenaba de los olores de las flores y las aves cantaban sus melodías matutinas haciendo la lectura una más amena para la joven Ardith.

Su sesión de lectura fue interrumpida con la llegada de Orla.  —Niña Ardith, su padre desea que pase al salón, hay visita y quiere presentarle a unas personas muy importantes.

—Yo no quiero ir, Orla. Dile a mi padre que estoy ocupada en el jardín—, Ardith respondía sin siquiera despegar los ojos del libro.

             —Lo sé, pero no puedes hacer quedar mal a tu padre con un berrinche de desprecio. Él sólo busca que seas feliz y tú no se lo haces muy fácil que digamos, mi niña. Y al parecer son invitados especiales, no le hagas ese desaire.

—Está bien, vamos Orla—. Ardith no tenía ánimos de discutir y de manera no muy alegre, cerró el libro y se puso de pie.

—Espera. No puedes entrar así. Te he dicho que es una visita muy importante. Déjame arreglarte un poco. Te he traído unos aretes y unos brazaletes para que te los pongas y luzcas mejor... Y déjame soltarte y cepillarte el cabello y colocarte un tocado de flores. Así te verás más alegre y agradarás aún más a los visitantes.

—Está bien, como tú digas nana.

La jovencita, se dejó arreglar y peinar. Orla le colocó un poco de rubor en las mejillas y le untó perfume. Ardith sólo hacía mueca, tras mueca, mas no oponía resistencia a los embellecimientos de Orla.

—Ya estás, mi niña. Ahora sí puedes ir al salón. Y por favor, sonríe.

—Gracias Orla. Sí lo haré—, contestó. Y mirando a la sirvienta, le brindó una estrecha sonrisa, que más bien parecía una mueca desagrado. Orla se reía, pero nada podía hacer, más de lo que hacía por su niña Ardith.

En el salón principal de la mansión estaba su padre de pie, con un grupo de caballeros conversando amenamente y bebiendo vino. Ardith se acercaba caminando hacia el grupo tratando de mostrar su mejor sonrisa. Orla había hecho un buen trabajo en arreglarla. Lord Aelderic se volteó emocionado al verla tan hermoseada y sonriendo.

—Mi hermosa hija Ardith, ven para que conozcas a unas personas importantes que nos visitan en este día—, el duque le presentaba uno a uno los cinco hombres, todos personajes prominentes de la nobleza germana. Pero uno de ellos captó su atención con especial interés. Los ojos de Ardith permanecían fijos en el rostro de un galante y apuesto joven, Sir Edmund Wigheard.

 Los ojos de Ardith permanecían fijos en el rostro de un galante y apuesto joven, Sir Edmund Wigheard

Oops! Ang larawang ito ay hindi sumusunod sa aming mga alituntunin sa nilalaman. Upang magpatuloy sa pag-publish, subukan itong alisin o mag-upload ng bago.
Ardith (Español) [Historia destacada-Featured]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon