Capítulo 5

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La puerta de la habitación en la que estaba, se cerró.

Adrien se había ido a arreglar unos asuntos, como le había comentado minutos atrás. Y ella estaba sola, sin saber que hacer exactamente.

Marinette observó de nuevo los diseños que tenía a su vista. Notó que alguno de ellos eran diseños sin terminar.

Sonrió, teniendo una idea.

— No creo que le moleste. — amplió su sonrisa, encogiéndose de hombros.

— Marinette, —la llamó Tikki, saliendo del bolso del la muchacha y posándose en frente de ella— ¿se puede saber que harás? —le preguntó, para saber si debería detenerla.

— Tranquila, Tikki.—la miró— Solo... terminaré alguno de loa diseños para que...

— ¿No creés que le molestará a la esposa de Adrien? — la interrumpió, cruzándose de brazos.

— No te preocupes, no pienso coser bien a lo que pretendo hacer. —le contestó tomando hilo y aguja de una mesa de trabajo, que se encontraba por ahí. Volvió hacía su Kwami— Además, —suspiró— si gané ese concurso y me pidió usar mi diseño para su boda, no creo que le desagrade mucho los detalles que le agregaré. — bajó la mirada,  concentrándose en el vestido.

...

— Listo. Por fin terminé.— sonrió, mirando a Tikki.

— ¿Qué terminaste?— preguntó una voz detrás de ella, haciendo que la Kwami se escondiera. — ¿Qué hiciste...?

— A-Adrien. — tragó en seco— Y-Yo quería sorprenderte terminando los diseños de tu esposa... ¡Pero si no te gusta, los puedo quitar! —se apresuró  a decir, agitando las manos con nerviosismo.— Y... y así no arruinar la tela... — bajó la mirada, cerrando los ojos cuando sintió como se acercaba a ella, esperando algún sermón de su parte.

Abrió un ojo, cuando no escuchó nada.

— ¿Pero qué dices? Es como mi esposa quería que luciera.— sonrió, admirando cada nuevo detalle. — Te ha quedado fantástico.

— ¿En serio? Gracias. No fue nada. — le devolvió la sonrisa, soltando un suspiro de alivio.

— ¿Te gustaría salir a almorzar y después a recorrer París? — le preguntó sin dejar de sonreír, mirándola.

— Me encantaría. — aceptó, colocando sus manos detrás de su espalda. — Aunque no entiendo que quieres mostrarme. No creo que Paris haya cambiado tanto. — rió, mirándolo a los ojos.

— Tal vez no todo París, pero hay algunos lugares que quiero que visitemos. — él también rió, guiñándole un ojo, mientras se acercaba a su escritorio; ignorando el leve sonrojo que le provocó a la azabache. — Mary, saldré a almorzar con... Bridgette. — le informó a su secretaria, inventandole un nombre a Marinette, a través del teléfono que había en su oficina.

«¿Bridgette? ¿Será el nombre de su esposa? No lo creo. Sería ilógico que diga eso si ella no se encuentra aquí.», pensó Marinette en ese momento.

— Avísame si algo sucede. — lo escuchó decir.

— Claro, Señor.— se escuchó del otro lado de la línea, antes de finalizar la llamada.

— Con que ahora soy Bridgette, ¿no es así? — le preguntó algo indignada cuando él volvió a verla, cruzándose de brazos.

¿Desde cuando se mostraba con esta actitud en frente de Adrien?

Esto no será bueno...

...

— Veo que te conocen aquí.— le comentó sonriendo la azabache, al ver como con tan solo decir “Lo de siempre”, los camareros empezaron a atender al joven.

O joven adulto, más bien.

— Pues, digamos que vengo aquí todo el tiempo.— respondió con una sonrisa jocosa, encogiéndose de hombros.

De un momento a otro, uno de los meseros les trajo una porción de Ratatouille a cada uno, dejándolos sobre la mesa. Además de una copa de vino para Adrien.

— ¿Desea algo para tomar, Señorita? — le preguntó uno de los camareros.

— ¿Ah?

— Oh, es cierto. — dejó el tenedor de nuevo en la mesa. — Tú no puedes tomar alcohol. — la miró apenado. — Pide la bebida que tu quieras. No te preocupes. —rió.

Marinette solo se limitó a sonreír. Después de haber optado por una simple Coca-Cola, decidió probar el primer bocado, al ver que Adrien no comería sin que ella lo pruebe primero.

«Pero que caballero», llegó a pensar.

— Mmh, ¡es delicioso! —mencionó tras probar el primer bocado.— Hace mucho no comía Ratatouille. —le comentó, mirando el platillo con los ojos brillosos.

— Que bueno que te guste. — suspiró aliviado, recargándose sobre la silla. — Este restaurante hace las mejores Ratatouille de todo Paris— sonríe,  mirando como la azabache disfrutaba la comida, como una niña pequeña.

Extrañaba verla así...

— ¿Puedo pedir un poco mas? Es que están deliciosas— le preguntó, sonriendo apenada.

«Seguramente me tomará de tragona.»

— Claro. Pide lo que quieras, Marinette.—amplía su sonrisa, alcanzando uno de los menús. — Hasta pide algo mas, si quieres o algún postre.— le entrega el menú, sin dejar de sonreírle.

Ella tomó la carta entre sus manos, sin dejar de mirarlo a los ojos.

— Algún día tendré que agradecerte por todo esto, Adrien.

— No te preocupes. Ya verás que en el futuro lo harás.

Y de la mejor manera...

Marinette centró su mirada en el menú que el rubio le había entregado.

Era tan lindo...

Basta, Marinette: Él ya se casó. Él ya tiene una esposa. Solo es cortés porque te tiene aprecio. Deja de hacerte ilusiones.”

La joven borró su sonrisa, al escuchar lo que su subconsciente le recordaba. Tragó pesado, sabiendo que no debería llorar ahí. Volvió a sonreír, con dificultad, tratando de centrase en la carta.

Adrien notó aquél pequeño detalle. Después de todo, sabía cuando su esposa estaba fingiendo sus emociones.

— Bueno, si no deseas nada más, ¿qué te parece ir a recorrer Paris? — la miró atento, esperando su repuesta.

— Si. Creo que sería lo mejor. — dejó el menú sobre la mesa. — Además, ya perdí el apetito. — rió levemente, pasando un mechón detrás de su oreja, tratando de fingir que nada había pasado.

Oh, Marinette. Te sorprenderías al saber lo bien que te conozco...

CANCELADA || Esta vez no te dejaré ir... - Miraculous LadyBugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora