II. Treinta y tres;

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Volver.


El escaparate de la tienda muestra un paraíso multicolor; desde lápices policromos a pintura al oleo; crayones pastel, tintas, lápices, pinceles, brochetas, arcilla, libretas de diversos tamaños, croqueras de craft, papel claro, papel oscuro, bond, hilado, negro; marcadores gruesos, medios, finos, gamas infinitas—conjuntos de doce, veinticuatro, treinta y seis e incluso cien; 0.05, 0.2, 0.5, 0,7. Pierde la cuenta. Jongin se dedica a mirar y contar cada artículo precioso y brillante desde el exterior mientras calma su respiración en inhalaciones que traen a su olfato otoño húmedo y perfumes mezclados de la tienda aromática que queda al lado derecho de la librería. Su cabeza está limpia de pensamientos, a pesar de los pronósticos, y se centra solo en lo que ve y le fascina, para no tener un colapso mental como la última vez que le sucedió al reencontrarse con Do Kyungsoo, luego de mañanas flojas, tardes largas y noches de mal sueño. Finalmente, se dice, piensa, varias veces, pero no se mueve. A un lado está la entrada, lista para él, abierta para que pase tal y como un emperador al cual se le abre cada puerta y no hay obstáculo alguno en su camino más que su propio remolino de ideas. Pero las ideas se le escapan, es el problema. No está listo para ver, pero tampoco para esperar; así que con un vistazo al reloj más cercano, uno gigante en el fondo del centro comercial, se da cuenta de que ha estado ahí parado mucho más de lo necesario, sus buenos veinte minutos—y que el otro probablemente ha aguardado un buen rato allí adentro, atento el avistamiento de una figura alta y delgada, cabello un poco crespo por la misma humedad del aire y con piel ámbar claro.

Con las manos en los bolsillos de su abrigo, sin sentir realmente sus pies moverse uno delante del otro, los huesos, músculos y tendones colaborando unos con otros para hacerle funcionar. Avanzar. Sus ojos escanean con cuidado los pasillos; no son muchos, apenas unos siete, pero va despacio, transformando la tensión en anticipación controlada.

Sin llegar al último pasillo, se encuentra Do Kyungsoo.

Esa pieza que tanto le ha faltado, que tanto le ha hecho cambiar pero para bien, piensa Jongin, ha sido para bien. Su perfil, mientras mira unos lápices en la parte baja del estante, es más maduro de lo que recuerda. El chaleco que lleva puesto le sienta bien, es más ajustado de lo que normalmente usaba, como si encajase aún mejor en él, pero no logra darse cuenta de más cosas o exhalar de una vez todos los sentimientos que fluyen y fluyen por su piel antes de que el mayor voltee su cabeza.

Ninguno hace nada por unos segundos, apenas seis, o siete; son segundos de reconocimiento, de la explosión interna de admiración y anhelo.

Porque Do Kyungsoo es tan, tan preciado para Kim Jongin.

—Hyung, —murmura, y aunque Kyungsoo no lo escucha, sí lee sus labios— Hyung.

Cuando Jongin puede tomar todo el rostro del hombre con sus ojos, siente la debilidad de las piernas subir a sus manos, el corazón golpeando un poco más fuerte, las palabras torpes y preguntas acumulándose para salir en una frase al azar entre todas ellas:

—Cortaste tu cabello.

Kyungsoo luce tomado con la guardia baja; probablemente esperando cualquier cosa de Jongin como primeras palabras antes de que señalase algo tan banal como su cambio de cabello. Pero, el tema es, Jongin no tiene idea de cómo deshacerse de sus emociones sin sobresaltarse en su paso, sin tomar la cabeza de Kyungsoo y acercarla a la suya para besarlo sin respirar.

—¿Te gusta? —pregunta sonriendo un poco.

—Mucho.

El pelo de Kyungsoo ahora no cubría su frente ni la punta de sus orejas, no caía liso por su cabeza, sino que apenas descansaba en el aire, sin tocar sus cejas serias y llenas; su rostro se ilumina más, destaca claro en ese espacio descubierto por la ropa oscura que llevaba y el color de sus cabellos. Entonces se repite, sintiéndose afortunado, una vez más, de ser el punto de atracción de un hombre tan atractivo como el que se encuentra al frente suyo.

IV. Damaged Connection; Kaisoo · Saga GC (HIATUS)Where stories live. Discover now