I. Treinta y uno;

2.6K 435 78
                                    

Enfrentar.


El teléfono pegado a su oído es frío, pero paulatinamente elevará su temperatura hasta que llegará el punto en el que deberá alejarlo de su oreja para que no le moleste; es así cada vez que uno de los dos llama al otro. Durante el día no pueden hablar por dos razones principales: el trabajo de Kyungsoo, que lo mantiene ocupado, o la presencia permanente de su madre algunas tardes. Por eso es medianoche, donde nadie podría molestarlos, y por ello mismo es solo algunos días de la semana, cuando el mayor no debe despertarse temprano la mañana siguiente.

—¿Co-cómo estás? —pregunta como primer saludo, susurrando, acostado en la cama y tapado hasta la cabeza con las mantas, formando un pequeño nido en el cual se acurruca para escuchar la voz de su hyung.

—Bien, —escucha un bostezo suprimido— ¿Tú estás bien, Jongin-ah?

—Eso creo. A-Ahora que puedo... escucharte, hyung. Me hace... feliz.

La risa tintineante de Kyungsoo desde el otro lado revuelve y estruja su estómago, dándole la calidez que estaba necesitando hace un tiempo, desde la última vez que hablaron. Jongin prefiere no contarle de los problemas, los conflictos personales y arranques de emociones inesperados con los que ha estado lidiando las últimas semanas. No es necesario, se dice, por ahora no.

—Lo siento por no poder hablar contigo los demás días.

—E-Está bien. Hyung tiene que tra-trabajar.

Jongin se imagina a Kyungsoo recostado, con sus manos firmes sosteniendo el teléfono y sus ojos grandes mirando al techo de su habitación; imagina esos labios suaves y rellenos semi abiertos desde el otro lado.

—¿Cómo te has portado?

—No- No soy un niño, —farfulla Jongin ante tal pregunta, pero al pensar en la respuesta, acaba simplemente respondiendo un no lo sé. A pesar de que no hay tanta verdad en aquello, tampoco se le puede culpar del todo por su actitud, supone. Es el fruto de la represión. La voz tan profunda y calmada de Kyungsoo viene como un sedante natural para sus inquietudes.

—He querido... escapar tan- tantas veces, hyung.

—¿Has intentado hablar con tu madre de nuevo?

—No funciona-ría.

—¿Lo has intentado? —el menor se sorprende de que aún el otro piense que las cosas se pueden arreglar así.

—La última vez-

—No importa lo que pasó la última vez. Siempre se puede intentar de nuevo, —murmura Kyungsoo.

Jongin se hunde más en el nido vacío de su cama, con los ojos cerrados y de pronto dándose cuenta de que necesita aire puro, de ese que no se alcanza solo sacando la cabeza de entre las mantas o abriendo la ventana. Necesita autonomía, una inhalación profunda lejos de su casa y alejado de los ruidos de la desilusión que continúan siendo lanzados una y otra vez hacia él.

—Está bien, —dice muy bajo. Puede que demasiado.

—¿Eh?

—Lo- lo intentaré. Por ti.

Solo por ti podría hacerlo.

Porque por Kyungsoo, hay muchas cosas que Jongin sería capaz de hacer o entregar. Hay muchas cosas que toman otro valor si es Kyungsoo quien lo dice, hay mucho que se perdería u obtendría—pero nada, absolutamente nada superaría a Do Kyungsoo. Jongin está seguro.

IV. Damaged Connection; Kaisoo · Saga GC (HIATUS)Where stories live. Discover now